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Leandro Erlich: el argentino que colgó una casa sobre la Plazoleta de Lourdes

Este fin de semana se realizó la instalación de “Arrancada de raíz”, una casa de 10 metros de alto suspendida por una grúa que será la compañera de la basílica gótica al norte de la ciudad. Esta pieza es una de las que poblarán las calles de Bogotá durante las siguientes siete semanas en el marco de la BOG25.

Santiago Gómez Cubillos

20 de septiembre de 2025 - 06:00 p. m.
Leandro Erlich explicó que esta versión de “Arrancada de raíz” está inspirada en las casas “inglesas” comunes en barrios como Chapinero y Quinta Camacho.
Foto: Mauricio Alvarado Lozada
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A Bogotá le hicieron una casa en el aire y estará colgada sobre la Plazoleta de Lourdes. Desde este fin de semana y hasta el próximo 9 de noviembre, durante la realización de la Bienal de Arte y Ciudad BOG25, la obra “Arrancada de raíz” será la pieza central de este espacio. La propuesta del artista argentino Leandro Erlich pondrá bajo una nueva perspectiva uno de los objetos que ya se volvió parte del paisaje urbano: esas inmensas grúas que aparecen y desaparecen constantemente en una ciudad que jamás ha dejado de estar en obra. Sin embargo, en lugar de vigas o ladrillos sueltos, de su brazo penderá una casa de diez metros de alto con raíces colgando de la base.

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Esta es una de las primeras piezas de la inauguración de este evento, que promete ser uno de los más grandes que ha tenido la capital alrededor del arte. La elección no es casual, pues es una obra que encaja perfectamente con las intenciones de la BOG25. “El tema de la ciudad es muy importante. Se llama Bienal de Arte y Ciudad porque estamos invitando a visitar y a redescubrir el espacio público. Entonces, pensando en una obra que hiciera conjunción con ese apellido, llegamos obviamente a la construcción de una casa, y Erlich ya había hecho esto antes”, explicó Diego Garzón, codirector del evento.

En efecto, el origen de esta pieza se dio hace más de una década y muy lejos de Bogotá. “La idea de ‘Arrancada de raíz’ surgió en el marco de la celebración de los 300 años de Karlsruhe, en Alemania”, explicó Erlich en una entrevista para El Espectador. En ese entonces, esa ciudad estaba en proceso de pasar su sistema de tranvías al subsuelo, por lo que las grúas y las zonas cerradas por la construcción se habían vuelto parte de la vida cotidiana de sus habitantes.

Fue entonces cuando el Centro de Arte y Medios de Karlsruhe les pidió a varios artistas internacionales que intervinieran las zonas de construcción, y Erlich fue uno de los que atendió el llamado. Fue ahí donde se elevó la primera versión de “Arrancada de raíz”, una obra compuesta por una grúa que parecía haber tomado “por error” el hogar de una de las familias de esta ciudad. Este fue apenas el comienzo de una gran conversación que se ha ido nutriendo por más de una década en varias ciudades del mundo. “Desde entonces, la obra ha tenido distintas versiones, presentadas en lugares como el Museo de la Academia Central de Bellas Artes (CAFAM, por sus siglas en inglés) de Beijing y en la exposición Shoreloss en la Kunsthalle de Wolfsburg, Alemania”, afirmó el artista.

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Sin embargo, pese a que se trata de una obra que ha pasado por varias ciudades del mundo, la versión que llegará a Bogotá es distinta a todas las anteriores. Primero, porque será la primera vez que se instale en un espacio urbano abierto, lo que para el artista marca un nuevo capítulo en su vínculo con ella. Es la primera vez que la verá “expuesta a la vida cotidiana de la ciudad, en diálogo directo con la arquitectura, el movimiento y la gente”. Y, segundo, porque la versión que se instalará en la Plazoleta de Lourdes fue inspirada en la capital.

La primera versión de “Arrancada de raíz” se hizo en 2015 durante un evento de conmemoración de los 300 años de la ciudad alemana de Karlsruhe.
Foto: Mauricio Alvarado Lozada

Según explicó Garzón, meses antes del inicio del evento Erlich estuvo paseando por Bogotá en busca de los elementos que distinguirían a su nueva casa. “Aquí predomina mucho el ladrillo. Está en construcciones de todo tipo de condiciones sociales. Incluso si uno se para en Monserrate y ve la ciudad, parece como una gran mancha naranja por tanto ladrillo. Erlich se dio cuenta de esto y lo utilizó para su casa, que además estuvo inspirada en algunas que se encuentran en Quinta Camacho, uno de los barrios aledaños a la Plazoleta de Lourdes”, explicó.

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Erlich, por su parte, precisó que le llamaron mucho la atención “las casas de estilo Tudor —conocidas popularmente como ‘inglesas’— que caracterizan a Chapinero. Esa fue la inspiración para la casa que aparece suspendida”. Y agregó que corresponde a una zona de la ciudad atravesada por una inmensa obra de infraestructura: la construcción de la primera línea del Metro de Bogotá. Para el artista era aún más significativo arrancar esta casa de aquel suelo, pues representa “esa tensión entre lo que permanece y lo que cambia, entre la memoria arquitectónica y los procesos de modernización”.

Una gran conversación a través del arte

El título de la obra sugiere un camino, pero esto no quiere decir que se excluyan otras interpretaciones. Quien pase por la Plazoleta de Lourdes durante las siguientes siete semanas se encontrará con una casa suspendida en el aire, que bien pudo haber sido arrancada para llevársela a otro lugar o pudo haber viajado para encontrar finalmente un nuevo sitio donde asentarse. Erlich es un artista que pone mucha atención al carácter polisémico de sus obras e incluso invita constantemente a los espectadores a participar en ellas.

Otra obra en la que el artista jugó con esta idea es “Swimming pool”, en la que creó una ilusión óptica que hacía pensar que había personas caminando bajo el agua en una piscina. O también fue el caso de “Battiment”, en la que utilizó espejos para dar a entender que había personas desafiando la gravedad o colgadas en la fachada de un edificio. “Siempre me interesa generar situaciones que provoquen sorpresa y, al mismo tiempo, inviten a reflexionar”, acotó Erlich.

“Arrancada de raíz” se puede analizar a la luz de la tensión entre lo natural y lo artificial por la construcción que se vuelve una sola con la tierra que la soporta. También se puede ver desde el “echar raíces” en un lugar, lo que necesariamente guía hacia una discusión sobre el (des)arraigo de lo que llamamos hogar. Y, por supuesto, una de ellas tiene que ver con el eje curatorial de la Bienal este año: “Ensayos sobre la felicidad”. Para el artista, más que una emoción estable, el bienestar es un anhelo permanente. “Aparece de manera intermitente, como sucede con la tristeza o con cualquier otra emoción. Pero lo que permanece es el deseo de alcanzarla”, por lo que su casa también invita a pensar en aquello que consideramos como metas de vida.

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Este fue un punto que resaltó Garzón cuando se aventuró a lanzar su propia interpretación de la obra. Para el codirector, “Arrancada de raíz” apela directamente a la idea tan arraigada en nuestra cultura de que tener una casa es parte esencial de la realización personal. “Para mí la casa colgante habla de las imposiciones tácitas de la sociedad, porque está en el aire y a veces eso se ve como algo inalcanzable. Pero también se puede leer como una reflexión sobre aquellos que tuvieron que dejar su hogar, voluntaria o forzosamente. Habla sobre sentar raíces en una ciudad ajena... en fin, para mí es una metáfora de muchas cosas”.

Para el artista se trata de una obra que habla de una incertidumbre, pero no desde el sentido angustiante del término, sino desde la naturaleza misma de una vida impredecible. “La casa suspendida representa una búsqueda, una espera, un tránsito. No sabemos exactamente hacia dónde se dirige, pero en ese movimiento late la esperanza de llegar a un lugar donde pueda echar raíces de nuevo. Ese impulso de habitar, de construir afectos y vínculos, tiene mucho que ver con nuestra propia búsqueda de felicidad”.

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Pero al final del día ni lo que diga el artista será más valioso que lo que cualquiera que pase a verla pueda conjeturar en su cabeza, y eso es algo a lo que Erlich invita constantemente. “Espero que quienes se crucen con la obra en la plaza se permitan detenerse y pensar (...) El hecho de encontrarla suspendida en ese entorno urbano, con la iglesia de Lourdes como testigo cercano, abre un abanico de lecturas posibles. Me interesa que la gente se apropie de esa incertidumbre y la complete con su propia imaginación”.

La invitación de la Bienal de Arte y Ciudad, no solamente con esta obra de Erlich sino con las de los más de 200 artistas que contribuyeron a que Bogotá se convirtiera en una inmensa galería, es precisamente a esto: a bajar el ritmo y pensar. Cada una de estas estaciones no está ahí únicamente para decorar el espacio público, sino para abrir nuevas y más complejas conversaciones entre la ciudadanía. Se sugiere pensar en los intentos para buscar la felicidad y cuestionar cómo es que la hemos construido, pero este es apenas un punto de partida hacia una plétora de posibilidades, todas y cada una ofrecidas a través de la creación artística.

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Por Santiago Gómez Cubillos

Periodista apasionado por los libros y la música. En El Magazín Cultural se especializa en el manejo de temas sobre literatura.@SantiagoGomez98sgomez@elespectador.com
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