El atentado a Miguel Uribe, el pasado 7 de junio, puso varios temas de conversación en el panorama nacional. Mientras que las redes sociales se llenaban de mensajes de solidaridad con el senador, también hubo un aluvión de noticias, reflexiones y mensajes de rechazo frente a la situación. Algunos de estos mensajes sugirieron un “retorno al pasado violento”, una idea que muchos rechazaron: “La violencia nunca se ha ido”, dijeron. Más allá de estas posturas, parece haber un consenso entre la opinión nacional: necesitamos reflexionar. La pausa para pensar y no entrar en este bucle, que se origina en la indignación y se concluye en el caos, es necesaria. El Magazín Cultural contactó a personajes del sector como Clemencia Echeverri, Jesús Abad Colorado, Nicolás Montero, Efrén Giraldo, Laura Quintana, Nidia Góngora y Piedad Bonnett para hablar sobre sus percepciones del clima político del país, pero, sobre todo, para conocer sus interpretaciones de nuestra actualidad.
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Tras conocerse más detalles sobre el atentado, fueron varios los temas que acapararon la atención de los colombianos. Con noticias sobre hechos violentos en otras regiones del país, hubo pronunciamientos cargados con temor frente a lo que pueda suceder de cara a las elecciones del 2026. Desde el sector cultural se alzaron voces como la del exministro de Cultura, Juan David Correa, artistas como Adriana Lucía y Juanes también se sumaron a las muestras de rechazo al atentado.
Mucho se habló sobre la situación que atraviesa Colombia. Desde el Cauca, la cantaora, Nidia Góngora, comentó: “El país está viviendo algo que refleja la forma como ha sido gobernado y cómo lo han intervenido las instituciones, desde lo político, desde lo social. En este momento estalló esta ola de violencia que no fue a partir de un atentado, sino de todo lo que sin conciencia hemos venido sosteniendo o a lo que nos han sometido. Creo que es la respuesta a la manera como, desde la política, se ve a la sociedad y la adquisición del poder. Es necesario reflexionar frente a la manera como cada uno de nosotros ha asumido la responsabilidad de sostener esta sociedad”.
Desde que se conocieron detalles del atentado, diferentes emociones fueron expresadas entre los colombianos. Desde incertidumbre y shock, hasta rabia y dolor. Aunque, como muchos expresaron en redes sociales, la violencia política no es una pesadilla de antaño, las imágenes del pasado sábado despertaron viejos recuerdos en la memoria colectiva de los atentados a candidatos presidenciales que sucedieron hace treinta años. Así lo ve el escritor antioqueño Efrén Giraldo, para quien el panorama actual es el resultado de diferentes factores, “una especie de escenificación de lo que ya se venía insinuando: una tensión política que parece haber llegado a un punto límite, pues al no haberse podido tramitar en los escenarios democráticos convencionales ha saltado a otro plano: el de la plaza pública, que es un espacio fundamentalmente teatral, fuertemente vinculado con el recuerdo que tenemos en Colombia de los magnicidios del pasado. Hay un clima de zozobra que parece provocado, pues parece querer inducir, a través del miedo, la fácil asociación con las imágenes de la violencia contra candidatos presidenciales de nuestra memoria colectiva”.
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Otro punto que dio de qué hablar fue la reacción del presidente Gustavo Petro. Para el fotoperiodista Jesús Abad Colorado, parte del problema está en el lenguaje que tanto el presidente, como sus seguidores y detractores, utilizan: denota rabia, odio y lucha de clases. “El presidente no entendió su papel de líder en Colombia para un cambio en clave de esperanza, de presente y futuro. Petro no puede seguir como un influencer y pirómano de redes. Claro que duele todo lo sucedido con Miguel Uribe, pero también la continúa matanza de líderes sociales, de firmantes de paz y la creciente violencia en los territorios que incluye el continuo saqueo de la naturaleza y su destrucción”, afirmó.
Además de las investigaciones que las autoridades desarrollan y del trabajo del equipo médico del senador, se mantiene una reflexión sobre estos hechos y el hilo de sucesos similares que han ocurrido en nuestra historia reciente. Para Nicolás Montero, el atentado fue un llamado de atención que desembocará en la pérdida de la confianza en el ejercicio político, especialmente por parte de los jóvenes. Desde la orilla de la literatura y la filosofía, Laura Quintana llamó a la reflexión y el análisis para entender el clima político actual, empezando por “las relaciones de poder, pensar qué se pretendía con el atentado y cómo se buscaba afectar el escenario político colombiano, marcado por debates importantes sobre una reforma laboral que busca generar condiciones mínimas de dignidad, así como por la contienda preelectoral”.
El papel que juega la cultura frente a la violencia en Colombia
El contexto actual ofrece un lienzo en blanco del cual la cultura puede valerse para efectuar estas conversaciones a las que tanto hemos sido llamadas como sociedad. Para Montero, quienes trabajan en este campo como creadores “están condenados a registrar lo que está pasando”, los ve como Shakespeare veía a los actores: “como las pequeñas crónicas de su tiempo”. Para él la clave está no solo en registrar el presente, sino en ahondar en él. En que a través de los procesos de creación, se busquen maneras diferentes de relacionarse con la realidad.
Las artes han sido escenarios a través de los cuales sus creadores interpretan la realidad para ofrecer miradas desde diferentes ángulos, tal como lo expresó la artista Clemencia Echeverri: “El arte se vale de elementos temporales y espaciales, formales y tecnológicos para profundizar y recobrar el poder de la trascendencia del tiempo de la imagen, acercándola al espectador de manera empática y afectiva”.
Las imágenes hacen parte de los medios a través de los cuales la reflexión puede comenzar a surgir en medio de los discursos que circulan actualmente.
Por su parte, la escritora Piedad Bonnett opinó que la fuerza está en la manifestación como colectivo y en el pensamiento y el diálogo como elementos para acabar con la violencia. La poeta cree que desde su campo se puede aportar a estos esfuerzos “haciendo ejercicio riguroso de las palabras, devolviéndoles su peso y su importancia. Contraponiendo el lenguaje responsable a la banalidad del lugar común, de la expresión vacía, de la retórica grandilocuente, del mero insulto, del griterío sin pausa. Y usando el lenguaje simbólico, propio del arte, que tiene un poder grande de generar conciencia”.
Llegados a este punto, resalta un elemento clave en medio de las palabras de cada uno de los personajes que hablaron para este artículo: el pensamiento crítico. Para Laura Quintana es una urgencia contar con esta habilidad: a través de ella se pueden relacionar discursos con prácticas, sus entramados históricos y sociales. “Este es un momento que exige actuar con lo que Foucault llamaba el ‘el coraje de la verdad’: la disposición a hacer valer verdades fácticas y a sostener discusiones que cuestionan visiones hegemónicas que se han naturalizado en el país como parte de su historia de violencia. Pero también es necesario hacerlo con prudencia y con plena conciencia de lo que está en juego para el país”, afirmó. Este llamado viene con una advertencia de su parte, pues para ella es importante reconocer la responsabilidad que los actores de su campo tienen como intelectuales y académicos y los efectos que sus lecturas puedan tener.
Mientras que las investigaciones siguen su curso y el país está al tanto de los informes sobre el estado de salud de Miguel Uribe, algunos mantienen la postura de que el país volvió a sus épocas más oscuras. Piedad Bonnett considera que “la violencia en este país va cambiando de rostro. Creo que este hecho atroz puede desencadenar una violencia ciega, de retaliaciones, que se aproveche del clima de confrontación y radicalismos que estamos viendo”.
Por su parte, Echeverri sostiene que “seguimos dando vueltas sobre los mismos problemas estructurales. Este no es un hecho que pueda sorprendernos más allá del profundo dolor que genera. Nunca una sociedad está preparada para la pérdida de la vida, así llevemos años de fracasos”. Para la artista es indispensable que, a través del arte, se configure una democracia verdadera, ampliada y sensible, habitada por la diferencia. “Solo así se demolerá la maquinaria de guerra social que hemos estado estableciendo”.