Entre el 24 y el 28 de agosto de 1975, Bogotá fue la anfitriona de un evento que generó polémica entre la sociedad capitalina del momento. El primer Congreso Mundial de Brujería se tomó los pabellones de la Feria Internacional, hoy conocida como Corferias, abordando temáticas como antropología, sociología, ovnis, chamanismo, brujería, tarot, vudú, y otras espiritualidades.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
La existencia de este evento acaparó los titulares del momento, con varias páginas en los periódicos hablando sobre el “regreso de los brujos”. En su momento, los medios registraron que el evento fue inaugurado: “Con una ceremonia sencilla que fue presidida por la estatua gigantesca de un brujo tayrona, construida y vaciada en yeso blanco, fue inaugurado anoche en Bogotá, en los patios de la Feria Exposición, el Congreso Mundial de Brujería. Simón González, presidente del comité organizador del evento que reúne a dos mil delegados, medio centenar de expositores, mil pinturas y esculturas y cerca de diez mil curiosos diarios de lunes a jueves, descubrió la estatua y puso en marcha la celebración del Congreso”, detalló Alberto Duque López en un artículo en El Espectador el 25 de agosto de 1975.
El evento, que reunió a 2.500 expositores de países como Venezuela, España, Brasil y Haití, entre otros, tuvo como eslogan “A la sombra de lo diferente, con amor y asombro”. Este, de acuerdo con lo que dijo González en una entrevista en 1975, intentaba retirar “la parte de magia negra y dándole a la magia negra un contenido espiritual”. Además, el congreso contó con un afiche diseñado por Alejandro Obregón. Según dijo González, los asistentes podrían “encontrar su verdadero poder y saber, científicamente, explotando sus condiciones humanas como no ha ocurrido”.
Para William Contreras, artista y curador, este evento fue nombrado de esta forma y realizado con la intención de provocar. Esta intención la logró a cabalidad, pues la realización de este congreso en Bogotá fu ampliamente discutido y las orillas conservadores y católicas de la ciudad demostraron su descontento y oposición a este. Y, sin embargo, 50 años más tarde, las cosas parecen no haber cambiado, pues desde que se anunció la realización de actividades en conmemoración del medio siglo de esta exhibición en Medellín entre el 17 y 18 de octubre, hubo un grupo de personas que se opusieron a estos eventos, firmando cartas dirigidas a Comfama, quien organizó el evento, y pusieron sobre la mesa el debate sobre el evento y sus implicaciones.
“La brujería desde la tradición católica es la enemiga, es una manera de ver el satanismo, es una afrenta a Dios, porque en la Biblia se prohíben los brujos, no sé exactamente en qué pasaje. Entonces la brujería es un pecado, la brujería es ir en contra de Dios y por eso resulta tan provocativo hacer un evento como este en Colombia. Lo fue en los 70s y lo es hoy en día, ese es el contexto que curiosamente, aunque ahora hay mucha más apertura, me parece que lo que está demostrando es que el panorama sigue siendo el mismo”, aseguró Contreras.
Para el artista y curador, es importante resaltar la selección de la palabra “brujería”, pues, este congreso al no llamarse “de religiones adjuntas” o “de espiritualidades” o “sincretismos”, “está tomando de una vez ese prejuicio y esa palabra que tiene tantas connotaciones negativas en un sentido religioso”, dijo.
Al congreso ocurrido en Bogotá vinieron más que brujos, hubo “representantes de disciplinas como la parapsicología, la antropología, la etnobotánica, la literatura, la historia comparada de las religiones y el ilusionismo, provenientes de las Américas, el Caribe y Europa, aportaron, aunque en diferentes grados, rigurosidad intelectual e investigativa. Sus contribuciones, tan variadas como sus perfiles, fueron testimonio de un interés transversal por desafiar preceptos occidentales racionalistas y por desestabilizar las jerarquías entre culturas occidentales y no occidentales”, según escribió el historiador y politólogo Julián Sánchez González.
Entre los stands que los asistentes podían visitar, se encontraban pócimas y pociones, ungüentos, talismanes o servicios milagrosos, entre otros. Algunos de los invitados fueron Clarice Lispector, el sacerdote vodoun, Serge St. Jean, Jean-Baptiste Romain y Joseph Mompoint Mondesir, profesores de antropología de la Universidad Nacional de Haití, Carlos Canet, santero cubano radicado en Miami, y el antropólogo y médico colombiano Manuel Zapata Olivella, entre otros.
Para Contreras, este congreso no se trataba únicamente de los conjuros, iba más allá. Además de provocar, el Congreso Mundial de Brujería no se quedó solo en las espiritualidades alternas, era, también, “sobre esa idea de que hay un montón de investigaciones y de procesos relacionados con la espiritualidad que el catolicismo rechaza, porque son afrentas a Dios según la Biblia. Si el concepto de brujería va en contra de las religiones, el Congreso de Brujería va en contra de una hegemonía religiosa, o sea, va en contra de que la religión pueda dictaminar como una verdad única en el mundo”, dijo el curador.
Según contó Josefina del Valle, organizadora del primer congreso a la HJCK, dividieron el evento en tres ejes: el científico, basado en conferencias, el expositivo, que contó con muestras de arte relacionadas con la magia, y el vivencial, en el que grupo de espiritualidades alternativas de países como Brasil y Haití, realizarían sus rituales.
Más allá de esto, para Contreras hay un factor interesante en la situación que se vivió en 1975 con este congreso, y ahora con la conmemoración realizada en Medellín, que está relacionado con el hecho de que a pesar de la oposición que ha generado este tema, la “brujería” permea nuestra vida cotidiana. “La gente tiene unos ritos de buena suerte y tiene amuletos y ese congreso iba de todo eso. También hay cosas como esto de manifestar y el universo te lo trae, que es algo muy de New Age, que también tiene que ver con la telepatía, con creencias extrasensoriales, lo que, en teoría, sería brujería. Lo interesante ahí es ver lo normal que es la brujería y nada más no nos damos cuenta”, dijo.