Este es el concepto de Song Sung Blue, poco afortunado nombre en español, Sueño Inquebrantable, donde el director estadounidense Craig Brewer toma la fuerza de la música como vehículo emocional para superar obstáculos de la vida, como fuerza dramática y matizante de sus personajes para interpretar la música como razón de la existencia, explorando la nostalgia, capaz de llegarle al corazón hasta al espectador menos conocedor de esta música.
Song Sung Blue o Sueño inquebrantable se ubica al final de la década de los ochenta e inicios de los noventa, con Mike Sardina alias Lightning (Hugh Jackman) cansado de ser un imitador de cantantes más famosos y obligado a trabajar en pequeños escenarios como bares o restaurantes. Sus motivaciones y frustraciones quedan claras, sin entrar en fatalismos ni dramas que saturen ese desarrollo y que, gracias a sus dos protagonistas, es tan entrañable como espectacular.
Del otro lado aparece una encantadora y natural Claire (Kate Hudson), que llama la atención de Lightning, cuya conexión es por medio de la música, una constante y un activador durante dos horas y 13 minutos de un maravilloso metraje, que más allá de un homenaje a Neil Diamond, lo atraviesa para buscar la humanidad de cada personaje, gracias a una destacada dirección de Brewer, que supo medir la relación emocional de cada uno, alimentando constantemente los personajes de Mike y Claire, que ofrecen una gran interpretación en cada cuadro y en cada secuencia.
Uno de los tantos fuertes de la cinta es el aspecto técnico, como la fotografía, que bajo la dirección de Amy Vincent, muestra de manera elegante los sentimientos de los personajes que llenan la pantalla con emociones pausadas, llenas de profunda melancolía y sueños sin cumplir que luego se transforman en formas de trascender, con un ritmo destacado mediante la edición de Billy Fox, que le entrega tiempos precisos desde las visiones de sus personajes, con una continuidad elaborada, y con una de las mejores secuencias de presentaciones en escenarios que he visto en un biopic.
La cinta se aleja decididamente del propósito de forjar un ídolo, o de adentrarse en los conflictos de un Rock Star como en Rocketman (2019), o en la emocionante e infravalorada Better Man (2024), porque su idea es adentrarse en cómo cada personaje lucha por mantener una ilusión compartida, forjada de pasión, pero con los conflictos de los escenarios, como en Springsteen deliver me from nowhere (2025), dentro de una familia que se construye a diario y lucha por seguir unida.
El guion de Craig Brewer se interesa por construir la humanidad de Lightning en los escenarios como padre y como persona, con sus sueños y emociones, mientras intenta mantenerse a flote junto a Claire con los pormenores de la vida y sus contrariedades que resultan profundamente conmovedoras y creadoras de una tensión angustiante, que se transformó en el mejor recurso para impulsar el final y terminar por consolidar el concepto de la cinta.
Personalmente, Song Sung Blue: sueño inquebrantable, es de las mejores sorpresas de este año: tiene actuaciones destacadas en todos sus personajes, ninguno desentona, y la maravillosa Kate Hudson mantiene su nivel siempre alto; además del entrañable Hugh Jackman que, desafortunadamente y por interpretaciones categóricas en otras cintas, no logró nominaciones, pero de corazón espero que lo logre.
La dirección de Brewer fue pausada, pero también ágil en los momentos necesarios: supo hacer brillar a sus actores y actrices que, con sensibilidad, encuentran el equilibrio entre el drama y una calurosa humanidad. Desde las lágrimas sinceras y sin artificios efectistas, entrega una película llena de amor, de calor humano, con la esperanza de que podemos ser mejores de lo que imaginamos: hay que comenzar por creerlo.
¡Salud!
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