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Nacido en Bucaramanga y formado en Artes Plásticas en la Universidad Nacional de Colombia, Alquichire ha llevado su obra a escenarios de Europa, Asia y América. Su interés por la animación y el cine —que profundizó en la Academy of Media Arts Cologne, en Alemania— lo ha llevado a crear universos donde el tiempo, la materia y el misterio se entrelazan en imágenes de gran intensidad. Con cortometrajes y exposiciones que han recorrido festivales y museos en más de una decena de países, Alquichire es una de las voces más inquietantes de la nueva generación de artistas colombianos.
En 2023 presentó su primera retrospectiva, Furor Hermético, en el Museo de Arte Moderno de Bucaramanga y en el Museo Guttuso, en Sicilia. Hoy regresa con Natural Mystic, una exposición que indaga en lo íntimo y lo universal, en la búsqueda de lo extraordinario en lo cotidiano.
Su obra explora el silencio. ¿Cómo es explorar la ausencia de sonido a través de la imagen? ¿Cómo se ve el silencio?
Para mí el silencio es algo muy importante, necesito silencio para trabajar y el silencio también hace parte de las obras finales. El gran pintor colombiano Alejandro Obregón tiene una frase muy poderosa: “La pintura es el arte del silencio. No necesita que la literatura la explique”. Apreciar una pintura o en dibujo requiere, al menos para mí, contemplación y silencio. Pero no todo es completamente silencioso, las obras visuales contienen gestos, colores, texturas, ritmos, que hacen que una experiencia aparentemente silenciosa active pensamientos, y con éstos también se activan conexiones visuales y afectivas dentro del espectador. Las imágenes contienen en sí su propio “lenguaje”, suficiente en sí mismo, capaz de transmitir emociones, ideas y conceptos sin necesidad de explicaciones verbales o literarias.
Sus obras anteriores muestran trazos bruscos, reflejan movimientos y borrones. En esta última colección, parece que hay más calma y más armonía. Se podría decir que antes había ruido y ahora silencio. ¿A qué se debe esta transformación en su trazo?
Mi primera exposición internacional fue en el año 2015, en el Middlesbrough Institute of Modern Art, en Inglaterra. Yo tenía 20 años. Yo comencé muy temprano una carrera profesional porque estaba viviendo mi vida muy rápido. Estaba muy afanado, y me la pasaba trabajando. Viendo ahora todo esto en perspectiva, esa primera obra mucho más oscura y brusca, reflejaba también mi estado mental de esos años. Luego, en el 2019 decidí dejar el mundo de las artes plásticas, por varias razones que no quiero mencionar ahora, y decidí dedicarme a otras cosas, como aprender mucho más sobre animación. Tuve la fortuna de estudiar con grandes maestros de la animación que viven en Los Ángeles, Nueva York y Vancouver, aprendí un montón de ellos. En el 2023 decidí regresar al mundo de las artes plásticas, así que realicé mi primera retrospectiva titulada Furor Hermético en el Museo de Arte Moderno de Bucaramanga y luego tuve el honor de llevarla al Museo Guttuso en Sicilia, Italia. Pienso que ahora, en este momento de mi vida, quiero estar tranquilo y en calma. No quiero volver a ese estado mental anterior. Y es precisamente esa energía la que quiero invocar en mí y en mi obra actual.
Podría decirse que su obra es, en buena parte, cinematográfica. No solo por su exploración de la animación, sino porque sus pinturas muestran escenas, situaciones. Me evocan recuerdos de Harry Potter o El señor de los anillos. Si sus obras fueran las escenas de una película, ¿qué historias estarían contando?
Yo creo que entender la pintura o el cine como obras que cuentan “historias”, en el sentido aristotélico, es decir, inicio, nudo y desenlace, es limitar mucho un medio artístico. Si bien en el pasado hay grandes artistas con esta estructura, por ejemplo, la obra de Giotto, Masaccio, Jacques-Louis David o Caravaggio. También existen en la historia del arte, muchas obras que no buscan narrar bajo la estructura clásica de inicio, nudo y desenlace. Pienso, por ejemplo, en “El jardín de las delicias” de El Bosco, que es un universo simultáneo sin relato lineal; o en Rauschenberg y Rothko, donde lo esencial no es la historia sino la intensidad de la experiencia plástica. En mi caso, me interesa esa tradición: la pintura como obsesión y flujo de imágenes, más cercana a una experiencia que a un relato cerrado.
Cuando comencé a realizar cortometrajes en el 2014 fue precisamente porque quería hacer algo distinto que no contara una historia en ese sentido convencional. Mi práctica artística es la creación de una imaginería personal que surge de la investigación de imágenes que provienen de la historia del arte y de imágenes inconscientes que provienen de mi memoria, sueños, imaginación e intuición. Estas obras que presento en esta exposición, Natural Mystic, son portales que dejan ver una parte de mí. Al mismo tiempo estas obras, estos portales, usan elementos que permiten activar en el espectador una lectura personal: los círculos, las espirales, los reflejos, la luz, estrellas, las ruinas, los bosques, las constelaciones, las sombras y animales arquetípicos como los ciervos, los lobos, el león, un cisne, un tigre. Me gusta trabajar con imágenes y elementos que hacen parte de muchas culturas de este modo la obra logra tocar una fibra humana, independiente del país de origen de la persona que la ve.
¿Qué entiende usted por ‘mística’?
Cuando era niño encontré un libro en la biblioteca de mi padre que contenía en sus primeras hojas una frase de Paul Éluard que aún sigue en mi mente. «Hay otros mundos, pero están en éste». Es una frase muy bella, pero al mismo tiempo muy fuerte que aún tengo presente en mi percepción de la “realidad”. Yo entiendo por “místico” un concepto humano de ver lo eterno en lo cotidiano. Lo místico no es fantasía, es experiencia real y transformadora. Implica un acceso a niveles más profundos de la conciencia, ya sea en una experiencia arquetípica del inconsciente colectivo (Jung), en dimensiones superiores (Ouspensky) o estados de “recuerdo de sí” (Gurdjieff). Lo místico es siempre un “despertar” de la percepción ordinaria.
Su trabajo se ha desarrollado en residencias entre Colombia y Europa. ¿Qué tan similares o diferentes encuentra los paisajes de esas dos regiones del mundo?
Hablar de paisaje para mí es raro, porque es la primera vez que tengo un interés en este concepto. El año pasado gané una convocatoria en la que participaron artistas de todo el mundo y tuve el honor de ser invitado a participar de la residencia artística “Paradiesli Artists in Residence Sigriswil (P.AiR.S)”, en Sigriswil, Suiza. Esta región alta del cantón de Berna ha sido un lugar de atracción e inspiración para muchos artistas renombrados, como Macke, Hodler, Klee y Friedli. Allí estuve dos meses trabajando, tomando inspiración de la naturaleza, con una vista privilegiada de la impresionante e imponente montaña Niesen y el hermoso lago Thun. Vivir ahí ese tiempo me hizo pensar en el paisaje, en las montañas y en toda la fuerza de la naturaleza. Este interés en la naturaleza, proviene de una búsqueda constante por lo fundamental, experiencias que compartimos todos los seres humanos independientemente de nuestros territorios o historias de vida individuales, y de una búsqueda constante por encontrar lo extraordinario en lo ordinario.
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