Un periodista, un perro, una erupción. Mujeres que se esfuman bajo tierra, una tormenta de pájaros asfixiados y un recital de poesía en un cuartito digno. Mafiosos que se reúnen en suites de lujo, una legión de ciegos que apoya la candidatura de un millonario bobalicón y una prostituta que lleva una serpiente en la cartera. Todos son personajes, situaciones y coincidencias que aparecen en Poso Wells, la segunda novela de la escritora ecuatoriana Gabriela Alemán. Publicada por primera vez en su país en 2007, en agosto de este año se lanzó en Estados Unidos su traducción al inglés, editada por City Lights, el mismo sello que en 1956 publicó el mítico Howl and Other Poems, de Allen Ginsberg, y en cuyo catálogo constan también obras de Charles Bukowski, Pier Paolo Pasolini, Noam Chomsky y Neruda.
La traducción estuvo a cargo del escritor y editor estadounidense Dick Cluster, quien sobre todo se ha dedicado a trasvasar literatura cubana a su idioma natal. Sentado frente a la cámara de su computadora, desde Oakland, California, Cluster dice que está contento porque todo lo que está sucediendo con el libro —al que ha definido como un "thriller ecofeminista con toques de lo sobrenatural y un final feliz"— es fuera de lo común. Hasta el momento, Poso Wells (City Lights, 2018) y su autora han captado la atención de medios tan prestigiosos como The Paris Review, The New Yorker, BBC, Columbia Journal y Los Angeles Review of Books. A mediados de año, además, fue elegido por la American Booksellers Association como uno de los 10 mejores libros de debut (en inglés) de autores adultos de la temporada verano/otoño. Y a todo eso se suma una contratapa con comentarios elogiosos de Samanta Schweblin, Alejando Zambra, Jon Lee Anderson y otros colegas contemporáneos de Alemán que destacan Poso Wells como lo que es: una novela redonda, divertida, inteligente y crítica.
Ha comentado que descubrió la edición cubana de la novela en la Feria del Libro de la Habana, en 2014. ¿Qué le cautivó de esta historia?
Encontré esa edición de Poso Wells porque fue hecha por la Editorial Oriente, cuya exdirectora es Aida Bahr, una escritora y editora cubana a quien yo había traducido. Y ella me dijo que fuera al lanzamiento del libro de Gabriela. Entonces fui, oí la parte que ella leyó, y después me presenté y le pregunté si ya tenía un traductor y me dijo que no. Intercambiamos correos electrónicos, leí la novela en el avión de regreso a Estados Unidos y lo que más me atrajo fue el sabor fresco y energético del estilo, la combinación novedosa de géneros y el compromiso social y político. Pensé que era una novela maravillosa, pero que quizá nadie en Estados Unidos la iba a publicar (se ríe levemente), porque podría resultar extraña para los términos de la industria editorial. Era difícil identificar a qué género pertenecía: tiene mucho de novela negra por un lado, de poesía, y un final feliz de cierta manera mágico. Pensé que los editores me iban a preguntar: «¿en qué casillero la ponemos?».
Ya en el proceso de traducción, ¿cómo fue su acercamiento a los dos registros del español presentes en la novela: el ecuatoriano y el mexicano?
Poso Wells no me resultó tan difícil de leer en español, pero sí hubo muchas cosas que tuve preguntarle a Gabriela. Dado ella que también es traductora y tiene un muy buen dominio del inglés, fue un proceso muy amistoso. Me ayudó con cualquier pregunta sobre qué quería decir exactamente en ciertas partes de la obra. Creo, por ejemplo, que entendí bastante bien cómo era Benito del Pliego, el personaje que habla como mexicano del DF. Aunque esa, de hecho, fue una de las partes más complicadas de la traducción: la conversación entre Benito y Gonzalo Varas, el periodista. Otro reto fue la mezcla de géneros de la novela, porque para cada caso era necesario buscar la voz equivalente en inglés: hay una voz periodística, luego está la de Binns, que escribió el artículo sobres los ciegos en los años 50, y las voces de los poetas. Descubrí, de hecho, que todos los poemas incluidos en la historia eran de amigos de Gabriela y fui buscando un poco más de la obra de cada uno para entender mejor qué tipo de poesía escriben. Busqué también quiénes eran Julio Jaramillo y Café Tacuba, y escuché sus canciones (vuelve a reírse brevemente).
En el texto que publicó en The Paris Review dice que, debido a que el título de la novela es una combinación de español e inglés, decidió que la traducción también iría por ese lado. Y el spanglish, de hecho, está muy presente...
Sí. El español en la traducción está presente, sobre todo, en los mexicanismos de Benito. Dejamos expresiones como «carnal» o «pinche güey» para que el lector entendiera que son palabras extranjeras incluso en Ecuador. Antes de que me lo preguntaras, de hecho, no era tan consciente de que había dejado muchas cosas en español en comparación con otras traducciones que he hecho. Mi idea, siempre, es no sobreutilizar el spanglish, porque lo importante, literaria y políticamente, es que la gente de acá, que lee en inglés, aprenda a entender otras culturas más amistosamente, con más profundidad y más respeto. Por otro lado, es importante también que los lectores de acá recuerden que esta novela no sucede en Estados Unidos y que hay cosas de Ecuador que seguramente no entienden y sobre las que deberían estudiar y pensar. Elaine Katzenberger, editora y directora ejecutiva de City Lights, quiso también dejar más cosas en español porque no le sonaban tan naturales en inglés.
Comparando la novela original con la traducción, se nota también su trabajo como editor (redujo ciertas partes, adaptó nombres, aumentó unas pocas explicaciones). ¿Cómo se dio ese diálogo con la autora?
Gregory Rabassa, el traductor de los autores del boom, tiene un ensayo en el que dice que las palabras son metáforas para las cosas. En la traducción literaria, muchas veces las palabras son las pistas que conducen hasta las cosas del libro, hasta la voz del personaje, todo. Y por eso en una traducción siempre hay algo de ser editor o escritor de nuevo. Hubo, por ejemplo, un cambio en el apellido de uno de los personajes: Salem. Cualquier lector en español entiende cómo se pronuncia, pero cualquier lector norteamericano al ver esta palabra va a pensar en una marca de cigarrillos o en la ciudad en Massachusetts donde hubo los juicios por brujería en el siglo XVII. Por eso, para la traducción, acordamos poner el apellido con acento: Salém. Cortamos, además, los últimos 20 versos de un poema, porque iban a dejar un poco confundidos a los lectores en inglés. Pero ahí también hablamos de compensación: si corto alguna oración, puedo añadirla en otra parte. Y creo que a Gabriela le gustó tanto este proceso como a mí. Me dijo que fue como leer su novela escrita por otra persona.
¿Cuál fue el proceso para publicar la traducción en City Lights?
Por su historia, City Lights es una de mis editoriales favoritas. Y yo siempre les propongo cosas que creo que pueden ser parte de su catálogo. En algún momento le mandé a Elaine una propuesta con tres opciones: una novela cubana, una antología de cuentos y la novela de Gabriela. De las tres, ella me dijo que Poso Wells tenía muy buenas posibilidades, y entonces le di una muestra de los primeros capítulos traducidos. También, y por casualidad, tuve la oportunidad de leer el primer capítulo en voz alta frente a ella. Fue en una conferencia del grupo de Traductores Literarios de Estados Unidos, aquí, en Oakland. Y ese primer capítulo le impresionó mucho a Elaine y me pidió que le mandara la novela entera en español. Todo eso ocurrió antes de la elección de Trump.
El candidato populista de Poso Wells, de hecho, bien podría ser Trump
—ambos son regordetes, tienen "cara de rana y brazos de niño"—. Además de ese, ¿qué otros elementos de la novela se relacionan con la realidad estadounidense?
Más que por su descripción física, para mí Trump y el candidato de la novela son parecidos por su combinación de soberbia, ignorancia y dinero. Pero en el texto también están el populismo y el uso de la religión, que en este momento tocan un nervio de acá. Está, además, la forma en cómo la política electoral es un show, casi un anuncio comercial. Eso es muy parecido a lo que sucede aquí, y aunque Trump es la cumbre de eso, no se limita únicamente a él. Solo que tanto Trump como la novela lo llevan al absurdo. También está la relación entre los políticos y las grandes industrias, el asalto al medioambiente y la violencia contra las mujeres. Parte de lo que pasa en Poso Wells, pasa ahora en Estados Unidos.
Ha traducido también cuentos de Gabriela Alemán que han aparecido en revistas de Estados Unidos. ¿Planea traducir más libros de ella?
He traducido cuatro cuentos del libro Álbum de familia: «Lanzas», «Superhéroes», «John Wayne » y «Fronteras». «Lanzas» apareció en la revista en línea Lunch Ticket, de Los Ángeles, y «Superhéroes» va a ser publicado en Kenyon Review, que es una revista bastante prestigiosa. Pero las editoriales siempre están buscando novelas, así que estoy en el proceso de traducir una muestra de Humo. Vamos a ver qué podemos hacer con eso, pero yo ya me estoy preparando para lo todo bueno que pueda venir.