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Cuando se escucha la expresión ‘arte contemporáneo’ la primera reacción suele ser la de desencanto. Nuestra sociedad, en su gran mayoría, todavía concibe al arte y a la pintura como campos que, ante todo, nos deben dar placer y belleza. En suma: solemos buscar arte que reafirme nuestras tradiciones y, como consecuencia, le huimos al arte que cuestiona nuestra forma de vida y que nos saca de la zona de confort.
Estos prejuicios sociales son varios de los retos que todo artista contemporáneo debe afrontar a la hora de presentar su obra. El maestro antioqueño Luis Fernando Peláez, uno de los más prestigiosos artistas de Colombia, no es extraño a esta problemática. Su obra, en la que los objetos cotidianos suelen desempeñar un papel central, es un reto a expandir nuestra perspectiva no sólo del arte sino del mundo mismo. “Cuando se escuchan las palabras arte contemporáneo", dice Peláez, “se asocia con algo desconocido. Pienso que una cosa es la relación del espectador con la Obra y otra es la forma como la Obra ejerce una seducción, precisamente por atraer de una forma nueva, que en lugar de imponer barreras, tiene muchos canales para nuevas lecturas. Los tiempos que corren son inciertos y es el arte quien da cuenta de estas nuevas rutas: imprecisas y fascinantes a la vez”.
Como invitado de honor para crear la imagen que acompaña el Cartagena IX Festival Internacional de Música, Peláez nos ha ofrecido una obra cargada de simbolismo y sencillez. Explicando su propuesta para el evento, el artista señala: “Es la música la que contiene todos los referentes, en este caso la maleta, que viaja. Esta es contenido y contenedor, su poder simbólico es grande y traslada de un lugar a otro al espectador. Podría ser el objeto, sonoro e íntimo que acompaña este viaje por el mediterráneo, y que se aproxima a Cartagena”.
El uso constante de objetos cotidianos se ha convertido en referente de la obra de Peláez. Esta característica es una invitación abierta a que el público logre ver objetos que forman parte de su vida diaria como piezas o inclusive cuerpos que cargan en sí un mundo de significados, simbolismos y, por qué no, belleza. No es secreto que uno de los dones de todo artista es su capacidad de encontrarle lo bello a lo cotidiano.
En el caso de Peláez, esa búsqueda hacia lo cotidiano también ha incluido un énfasis especial en lo urbano. Entre su catálogo hay una serie de obras significativas que han sido expuestas directamente sobre espacios públicos, aquellos lugares que el ciudadano común recorre a diario, desprevenido, y que a menudo desdeña.
Cartagena, particularmente, se ha convertido en un escenario urbano único en Colombia. Sus preservadas calles y muros coloniales contrastan con los caminos destapados y las casas destartaladas de varios de los barrios de las zonas marginales del país. Puede decirse que en La Heroica coexisten ruinas coloniales con ruinas contemporáneas. Y esta problemática no debe serle ajena al arte. Todo lo contrario: el arte es uno de los campos de la humanidad que más capaz es de afrontarnos con la realidad y de ofrecernos soluciones que muchas veces se nos presentan como imposibles.
Es por ello que hay que acercar a cuantas personas sea posible al mundo del arte. El arte que cuestiona lo que damos por hecho, el arte que nos ofrece belleza donde no la vemos y el arte que hace lo que la educación muchas veces no ha podido hacer: hacernos seres pensantes. Para Peláez, ese arte debe ser uno “que renueve estados de conciencia: De Lo Cotidiano a La Historia, en fin todo esto que nos rodea y nos vuelve atentos a nuevas formas de lenguaje. Buscar la poética de lo esencial, en los Objetos, en las ruinas contemporáneas, que nos acercan a la muerte de las cosas y a la vida misma”.
* Compositor e historiador.