El Magazín Cultural

Ellos son el veneno, nosotros somos el antídoto

La historia del cartelismo en el mundo pone en el espacio público un modelo de expresión que se reinventa en la época actual. Puro Veneno revitaliza su legado para catalizar un sentimiento colectivo a través del arte.

Sandra Fernández
26 de noviembre de 2018 - 09:52 p. m.
Cortesía
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El inconformismo por ideas legítimas y conservadoras hace que exista una reacción fulminante y de carácter, algo que estalle y le otorgue voz al pueblo, a la sociedad dominada que no está obligada a obedecer un mandato por parte del gobierno que no establezca un bien común. En Francia en el mes de mayo de 1968, los estudiantes resolvieron manifestarse usando carteles como medio de comunicación. El Taller Popular (Atelier Populaire), conformado por docentes y estudiantes de arte en París, realizaban afiches colectivamente sobre la revolución del 68 con los que empapelaban toda la ciudad. Quinientos carteles salieron impresos durante la fecha en Francia, mientras que en México, por la misma época, dada la censura y la mala información por parte de los medios de comunicación, en medio de las revueltas estudiantiles, deciden acudir a los grabados y carteles con símbolos como la bayoneta, el gorila, la paloma ensangrentada, el candado en la boca, la madre atemorizada, la figura presidencial ridiculizada y otras representaciones contra la represión.

“Lo que más me llama la atención es su capacidad de desvelarnos el mundo con los mínimos trazos posibles, tanto en los dibujos como en los textos. Como dijo Jean-Jacques Lebel, los afiches del 68 pegados por los muros contribuyeron a ‘transformar la ciudad en poema colectivo y en teatro de la libertad’. Algunos son pura poesía”, dice en un artículo de El País de España Patricia Badenes, autora de ‘La estética en las barricadas’.

En Colombia, por su parte, en los años setenta los movimientos sociales comenzaban a tener mayor fuerza. La gráfica y la imagen se convertían en el medio fundamental de expresión. Aparece entonces el Taller 4 Rojo, interesado más que por el arte plasmado en carteles hechos a partir de la serigrafía, en el contenido político y de lucha social, todo esto, ejecutado colectivamente y multiplicado luego en acciones sociales apoyando a los grupos campesinos, estudiantes y sindicalistas. Es entonces el arte, acompañado de acciones colectivas, poseedoras de una transformación que poco a poco se ha hecho visible en el espacio público y actualmente, con las herramientas digitales y las redes sociales, amplía la capacidad para hacer llegar las imágenes a cualquier rincón en el mundo.

Durante las elecciones presidenciales en Colombia en el 2018 aparece una contra campaña que busca exponer a cielo abierto el veneno que enferma al país. Las propuestas de Iván Duque y Vargas Lleras alimentarían aquel veneno que se convertiría en una revolución gráfica, reuniendo a ilustradores y a personas que estuvieran en desacuerdo con un modelo de país que se mantiene hasta el sol de hoy. “Muchos y muchas le apostamos al arte como forma de expresión y como forma de trabajo político; como forma de llegarle a la gente, de romper el cerco mediático (…). En ese contexto aprendimos y nos apropiamos de las herramientas de expresión gráfica de la calle, acumulamos ese conocimiento que luego lo ponemos a disposición de la gente en general por medio de la contra campaña Puro Veneno”, explica uno de los miembros de esta contra campaña que se inició en las calles, pegando papelones de gran formato con mensajes claros y directos, retomando aquel cartelismo de los años setenta y el muralismo de carácter político como herramienta comunicativa.

Con el tiempo, la apropiación en el espacio público se actualizó de manera virtual, es decir, los papelones y murales ya no estaban únicamente en las calles, sino que hacían parte de las redes sociales, espacio en donde esta propuesta se masificó y viendo la necesidad de un medio de expresión, las imágenes con sentido de libertad de expresión comenzaban a darle forma a esta contra campaña. Teniendo actualmente más de 35.000 seguidores en Instagram y 84.000 personas en Facebook, lograron politizar esa indignación a través del cartelismo, como lo expresa uno de los integrantes: “Lo que ha logrado Puro Veneno es cristalizar ese ejercicio, catalizar esas expresiones artísticas y culturales para volver a ponerlas en circulación, volverlas a poner de moda dentro de la gente que no hace parte de ningún colectivo, ver las imágenes en redes sociales para imprimirlas y pegarlas en los postes de su barrio”.

Puro Veneno se fundamenta en cuatro elementos primordiales, el primero de ellos es que existe un concepto: “ellos son el veneno, nosotros somos el antídoto”, aparece como parte de ese discurso y estética esperanzadora de sus seguidores. El segundo elemento es el imperativo colectivo, muchas de las piezas desarrolladas se hacen colectivamente con lo que explican: “Quisimos hacer la contra campaña bajo un esquema a partir del anonimato. Nosotros antepusimos los intereses personales de cada uno de los colectivos, de los ilustradores o de los diseñadores, para poner la idea que hoy está en circulación y que ha tenido gran impacto”. El tercer elemento es la recursividad y la autogestión para poner en marcha cada una de sus acciones, siendo lo colaborativo el cuarto y más importante de estos elementos, la base que sostiene esta propuesta que se visibiliza cada vez más en las manifestaciones, llevando su símbolo a distintos lugares de Colombia y del mundo para catalizar un sentimiento colectivo.

Si bien la gráfica y las imágenes plantean una manera de pensar el arte como el canal y la herramienta que busca acciones contundentes, reconociendo su paso por la historia como poseedora de verdades nunca antes contadas y de manera soterrada que logra atravesar por los sentidos hasta llegar a la memoria colectiva, Puro Veneno más allá del arte, propone una estética de verdad. “Para nosotros el arte es la posibilidad de expresar más que un virtuosismo individual, una apuesta colectiva o si hay un virtuosismo individual, que esté catalizado por el pensamiento colectivo y la necesidad colectiva de visibilizar, de charlar, de discutir(…). Aquí lo que hacemos es más que arte, nos distanciamos de la concepción de arte porque lo que hacemos son ejercicios de comunicación, nuestra apuesta es tener mensajes, llevar mensajes, interpelar a la gente y eso es un ejercicio comunicativo”, explica uno de los miembros de esta contra campaña.

Más que ridiculizar la política que gobierna a Colombia, es manifestar una oposición encargada de quitarle el velo que distorsiona la memoria y acciones actuales. Expulsar ese veneno es parte de esa catarsis, de ser la voz de un pueblo para que se manifieste. El arte y el cartelismo político se revitalizan con las nuevas técnicas digitales para construir y ser el antídoto, poniendo al espacio público como fiel poseedor de un sentimiento colectivo porque las huellas no se borran, sino que se fortalecen.

“Seguiremos siendo una contra campaña, seguiremos siendo una oposición al gobierno fascista neoliberal y seguiremos recibiendo el amor, la fraternidad y el compañerismo de la gente”, concluye Puro Veneno.

 

Por Sandra Fernández

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