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En la noche anterior al 23 de abril, con las últimas luces de las nueve de la noche, la Rambla de Catalunya estaba llena de gente alistando sus puestos de trabajo para celebrar el Día del Libro, la fiesta de Sant Jordi, que también se siente como la verdadera llegada de la primavera después de un fin de semana lluvioso.
En la calle Caponata número 6 no se ven flores amarillas, pero sí curiosos que se detienen y señalan el edificio en donde vivió Gabriel García Márquez. Todavía no hay una placa que lo indique, pero quizá exista muy pronto. El alcalde de la ciudad, Xavier Trias, decidió iniciar los trámites para concederle la Medalla d’Or y así abrir la posibilidad de que una calle, plaza o jardín tenga el nombre del escritor. Por ahora se pondrá la placa correspondiente que señale su casa en el barrio de Sarrià. Desde allí, a menos de quince minutos en tren, comienza la fiesta. Barcelona es una ciudad pequeña y se puede caminar de un extremo a otro sin problema. Desde el barrio de Gràcia hasta la Barceloneta, pasando por el Gòtic y el Borne; Sant Jordi es la mejor fecha para hacerlo.
Las calles están llenas de flores y de libros, y por supuesto, de muchísimas personas, entre los miles de turistas que llegan y se encuentran con uno de los mejores días del año, hasta los residentes habituales. El amarillo y el rojo de la bandera catalana también resaltan; muchas con el triángulo y la estrella con que se identifican los independentistas. Las flores van desde el rojo intenso para regalar a la pareja hasta el azulgrana que recuerda al equipo de fútbol. Pero la fiesta no es tan feliz para todos: los trabajadores del FNAC están en huelga y reclaman condiciones laborales más justas. En apoyo a su causa, escritores como Enrique Vila-Matas, Juan José Millás, y Almudena Grandes no asistieron a la firma de libros programados por este almacén.
Sigue a El Espectador en WhatsAppLa tradición dice que se debe regalar una rosa y un libro. Hace unos años la rosa era sólo para las mujeres y el libro, para los hombres. Hoy casi van por igual. Las flores se pueden conseguir entre los dos y los veinte euros y las venden desde stands elegantes que ofrecen vino hasta puestos improvisados por estudiantes que ponen una mesa y un balde con el fin de ahorrar para un viaje a Berlín o para el semestre de arquitectura. Por otra parte, los libros compiten entre sí; se venden mucho más los que se muestran en las mesas principales o tienen la fortuna de contar con su autor firmando ejemplares. Los escritores tienen una agenda apretada y dependiendo de su popularidad y del poder de la editorial que los respalde, pueden llegar a estar en cinco o seis lugares en el mismo día. Por ejemplo: La Central, Laie, Alibri y Pequod forman parte de la agenda de Jordi Carrión, el autor de Librerías, quien viajará a Colombia para participar en la Feria del Libro de Bogotá.
La luz de Barcelona hace que los colores sean más intensos. Desde lejos, la Rambla de Catalunya es una mezcla de libros, flores y gente disfrutando del día de Sant Jordi. Todos esperan que la tarde se extienda lo más posible, ya sea para vender más rosas, más libros o tener más tiempo de paseo en uno de los mejores días de la ciudad.