“Por medio de la manipulación del deseo, el consumo se ha convertido, sin duda, en una nueva forma de espiritualidad. Aquello que parecía guardar una cierta distancia con la lógica de la mercancía, como las formas de lo ritual, las religiones y otras prácticas vitales, ha sido colonizado por el consumo”. Así introduce el curador David Ayala la exposición que por estos días expone Rafael Gómezbarros en la galería La Cometa, donde la cuchara es la protagonista.
“La cuchara encarna toda la idea de hambre sobre la que se para nuestra sociedad actual, que ha hecho de la carencia el motor de la economía y de la vida misma, que promulga ‘deseo incesantemente lo que no tengo’”, explica por su parte el artista, reconocido en la escena nacional por su trabajo sobre los inmigrantes, los sin tierra, representados por enormes hormigas que se pararon sobre el Congreso de la República.
“Mi trabajo es un ejercicio en el que represento los temas que más me preocupan. El año pasado tenía que ver con el desplazamiento forzado, pero este año quería buscar algo nuevo, que no partiera de lo orgánico, sino con un material frío del que se desprendieran nuevas reflexiones”, dice Gómezbarros.
El espectador que visite La especialidad de la casa se enfrentará a unos mantones y esferas hechas con ese juego de cóncavos y convexos de las cucharas que, a la vez que engañan los sentidos, logran reflejar por separado la imagen de quien los observa. “Rafael Gómezbarros comprende que, en la lógica de la producción masiva, la diferencia de productos personalizados, en realidad, es una ilusión bien manufacturada”, dice el curador, y sus palabras son complementadas por la visión del artista: “Cuando compras algo se supone que es exclusivo, pero pronto te das cuenta de que te uniforma, porque todos deseamos igual. La obra te da el reflejo de la serialidad, tú te multiplicas. Luego esa cuchara se invierte y te deja con la sensación que quizás experimentas cuando sale un producto y al mes parece obsoleto, y quieres otro”.
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