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Historia de la literatura: Diarios de navegación, Cristóbal Colón

El texto yuxtapone la visión histórica y literaria de lo que supuso el encuentro entre Europa y América con testimonios sobre la fauna, la flora, el clima y hasta el aire. Este registro, escrito por el propio descubridor, constituye un documento esencial en la historia de la literatura.

Monica Acebedo / @moacebedo
04 de abril de 2021 - 02:00 a. m.
El imaginario referencial del Nuevo Mundo que Cristóbal Colón inauguró se construyó no solo a partir de lo que vio, sino de sus conocimientos y creencias previas.
El imaginario referencial del Nuevo Mundo que Cristóbal Colón inauguró se construyó no solo a partir de lo que vio, sino de sus conocimientos y creencias previas.
Foto: Getty Images

Cristóbal Colón llevó un registro detallado de la expedición que se inició el 3 de agosto de 1492 en el puerto de Palos de la Frontera con el auspicio de la reina Isabel de Castilla. Este cuidadoso relato de los sucesos más importantes del azaroso viaje, que tenía como destino India y llegó al clímax histórico aquel famoso 12 de octubre, cuando las embarcaciones la Niña, la Pinta y la Santamaría encontraron tierra, se ha convertido en una pieza fundamental de los estudios literarios.

El recuento completo del descubrimiento, posiblemente, incluyó cartas del mismo almirante a los reyes, que luego fueron complementadas por otros datos e interpretaciones, como los de Bartolomé de las Casas (lo que ha generado dudas sobre las versiones manuscritas). Pero, independientemente de los problemas de ecdótica y autenticidad, constituye un documento esencial en la historia de la literatura.

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Adicionalmente, por ser la primera referencia al descubrimiento de América, es considerada la obra literaria pionera de un género que se desarrollará a partir de la Conquista y colonización del Nuevo Mundo. Pero, esa no es la única razón por la cual este texto se convierte en un referente literario; también, porque se trata de un preludio a lo que posteriormente desarrollarán los autores del Romanticismo, que combina la observación minuciosa de la naturaleza con los sentimientos y las formas narrativas.

Además, se trata de una pieza cuyo lenguaje elevado y sintaxis ampulosa dan a entender que no era una rigurosa crónica de viaje, sino que tenía la intención de dar cuenta de todos los detalles de su expedición. De hecho, Colón fue uno de los primeros marineros que dejaron por escrito los sucesos acaecidos en el viaje y cuando regresó a España les entregó el manuscrito a los reyes.

El texto yuxtapone la visión histórica y literaria de lo que supuso el encuentro entre Europa y América con testimonios sobre la fauna, la flora, el clima, el aire… que van a dar pie para una visión de América (Indias) como paraíso terrenal. En su ensayo Colón, precursor literario, Joaquín Balaguer resume magistralmente el sentimiento inicial de esta nueva utopía: “Por todos los ámbitos de Europa se extendió́ el rumor sobre la existencia allende el mar de ríos fabulosos y de selvas que ocultaban todos los milagros de la germinación bajo sus bóvedas salvajes. Colón, con el solo hecho del descubrimiento, ensancha los límites de la inspiración humana haciendo entrar en la literatura el sentimiento de la naturaleza.

El arte mismo se enriquece luego con una emoción nueva que apunta ya en la tersura y en la profundidad del cielo que sirve de fondo al retrato del Aretino pintado por Ticiano. Una distancia no menos grande que la que separa a Europa de América, media entre el bosque tropical de Mauricio Rugendas o las florestas de Ruysdael y los árboles de Claudio de Lorena” (Thesaurus, tomo V, 1949, p. 374).

El 3 de octubre empezaron a llegar varias clases de aves, lo que indica que hay tierra cerca; el 6 de octubre vieron islas pequeñas, pero el almirante prefirió seguir de largo con la intención de encontrar tierra firme; el 7 de octubre, al ocultarse el sol, divisaron extensiones de tierra desde la Niña, pero luego las perdieron de vista; del 8 al 10 de octubre vieron tierra, la dejaron de ver y de nuevo apareció un pequeño islote que pronto ya no se apreciaba; el 11 de octubre los marineros se empezaron a quejar y se hizo manifiesto el cansancio de la tripulación. El viernes 12 de octubre de 1492, Rodrigo de Triana, desde la Pinta, divisó tierra firme; llamaron al lugar San Salvador. Vieron gente desnuda, muchos árboles muy verdes. Los nativos nadaron hacia las embarcaciones, se mostraron amables, les ofrecieron papagayos de regalo e hilo de algodón en ovillos y azagayas (armas primitivas); a cambio, los españoles les procuraron baratijas.

La entrada al diario del 12 de octubre, después del desembarco, se refiere a los pobladores como mancebos de no más de treinta años, de hermosos cuerpos, sin barrigas prominentes, al parecer sin armas de hierro y muy pocas mujeres. Expresa su intención de llevar consigo de regreso a Europa al menos a seis de ellos. El 13 de octubre los españoles trataron de averiguar si sabían de oro, ya que algunos llevaban en la nariz colgados elementos aparentemente hechos del precioso metal. También afirma que los nativos les procuraron comida y bebida. Comenta que las tierras se ven fértiles. Ya el 14 de octubre la interacción amigable empezó a cambiar: al embarcar de nuevo se llevaron a siete cautivos. De estos siete, dos se tiraron desconfiados al agua, pero los rescataron.

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El 15 de octubre se dirigieron a otros lugares donde los nativos les dieron a entender que tenían sus viviendas. El 16 de octubre dice que los españoles procuraban congraciarse con los nativos para sacar información sobre el oro; explica sobre la diversidad de árboles y peces; asegura que en tierra solo hay papagayos y muchos lagartos.

El 17 de octubre la expedición intenta rodear la isla a la que bautiza Fernanda; encuentran una especie de puerto y concluyen que los nativos viven en casas limpias, que duermen en redes (hamacas), que la población oscila entre diez y quince casas, que cuentan con perros mastines… En suma, Cristóbal Colón no solo dejó un registro histórico, sino que inauguró un imaginario referencial del Nuevo Mundo a partir de una cuidadosa observación de la naturaleza y de sus habitantes.

Por Monica Acebedo / @moacebedo

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Joan666(83831)23 de abril de 2021 - 10:41 p. m.
Mezquino.
Javier(nnzwx)04 de abril de 2021 - 08:01 p. m.
Los "descubridores" deberían ser llamados secuestradores, pues deciden llevarse seis "ejemplares" de los nativos a España. Cuando dos de ellos se lanzan por la borda, los "rescatan" para subirlos de nuevo. Tan insípido el relato en torno a la brutalidad de los españoles y la amabilidad de los indígenas. Qué pasó con las "muestras" llevadas a Madrid? Donde y cómo murieron?
MolanoCobo(31128)04 de abril de 2021 - 03:54 p. m.
Con todas discusiones en el campo académico, nada actuales, sobre por qué no usar el término "descubrimiento", me parece inoportuno y poco riguroso que se siga usando esta palabra y sus derivaciones para llamar al encuentro desigual entre europeos y población local. Es una imprecisión que reproduce las categorías coloniales. Lamentable.
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