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Jonathan Franzen: “Mi objetivo como novelista no es explicar, sino contar”

Encrucijadas es la primera entrega de una trilogía en la que se aborda el concepto de la pérdida de la fe en el progreso a través de la historia de una familia americana.

Santiago Díaz Benavides- @santiescribe_
10 de noviembre de 2021 - 01:58 p. m.
Encrucijadas dialoga de manera directa con las anteriores novelas de Franzen, especialmente con Las correcciones. / Hagen Schnauss
Encrucijadas dialoga de manera directa con las anteriores novelas de Franzen, especialmente con Las correcciones. / Hagen Schnauss
Foto: fsf

Seis años transcurrieron desde la última vez que Jonathan Franzen apareciera en las portadas de los diarios y revistas del mundo con una novela suya publicada. Cada vez que su nombre se toma los medios, los lectores esperan ansiosos que su nuevo trabajo sea mucho mejor que los anteriores. Todo esto comenzó en 2001, cuando el autor publicó The Corrections. Desde entonces, cada nuevo libro trae consigo la expectativa de millones. Pasó en 2010 con Freedom, y en 2015 con Purity. Las cosas no son tan distintas ahora, en 2021, con la llegada de Crossroads: A Novel, traducida al español por Eugenia Vásquez bajo el título de Encrucijadas.

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“La idea de este proyecto vino porque me di cuenta de que no había escrito sobre la religión. Yo no soy creyente, pero no hay que desconocer que este concepto es mucho más importante de lo que pensamos. Quería reflexionar sobre las formas de la religión, especialmente, cuando la gente empieza a perder la fe en sus prácticas”, comenta Franzen, en rueda de prensa virtual, desde su casa en California. “Más allá de esto, nunca escribo con el ánimo de explicar algo. Lo hago porque quiero contar. Una buena historia necesita de buenos personajes, complejos, imperfectos. Es en ellos donde está el calor, la energía, la clave para conectar con los lectores. Tengo la creencia de que el mundo se refleja en cada uno de nosotros. Si describes a una persona con detalle, en un lugar y momento determinados, el mundo de esa persona quedará reflejado en las preocupaciones, las ansiedades y las creencias de ese personaje”.

La historia de este nuevo libro, grosso modo, narra el andar de una familia del Medio Oeste, en Estados Unidos, durante un periodo de la historia reciente del país en el que una profunda crisis moral se adueñó de los hogares americanos. Todo inicia un 23 de diciembre de 1971, en Chicago, cuando se anuncia la llegada de una gran nevada. Por aquel entonces, Russ Hildebrandt, pastor en una iglesia progresista, planea divorciarse tras varios años en un matrimonio que lo ha mantenido desdichado durante mucho tiempo, pero no espera que su esposa Marion se le anticipe.

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Clem, el hijo mayor de los dos, regresa a casa tras un tiempo en la universidad, y trae consigo las secuelas de una educación moralista en extremo que más adelante lo llevará a tomar una decisión que causará estragos en la vida de su padre. Su hermana, Becky, la típica reina de la clase, comienza a descubrir nuevos caminos en su vida y Perry, el tercer hijo, decide que venderle droga a sus compañeros de curso puede llevarlo a ser alguien. Jay, el más pequeño de los hermanos, apenas si se atreve a descubrir el mundo, entre la incertidumbre y el asombro. Esta es la familia Hildebrand. Con el correr de las páginas, intentarán encontrar su libertad y propósito en un mundo que les es caótico y complejo.

En esta novela, si bien Franzen vuelve a explorar de manera íntima la naturalidad de los personajes, se dedica por primera vez a develar el devenir de una generación en todo su recorrido vital, haciendo uso de su humor característico, a veces tan negro como el género, añadiéndole pequeñas dosis de imperfección, y por eso el relato es más humano. Aquí, el autor vuelve a poner el foco en su compromiso con la realidad de la sociedad estadounidense. Nunca antes se había ocupado, en una novela, de darle el protagonismo a una familia, con todas sus dinámicas y complejidades. Ya nos había demostrado su gran habilidad con el tratamiento de los personajes, la forma en que perfila las actuaciones de cada uno, pero lo que hace aquí es superfluo. Tomen lo mejor de eso y llévenlo al límite. El resultado está aquí, y da cuenta de la maestría de un novelista que ha sabido mantenerse fiel a un único propósito: generar placer con su arte.

Encrucijadas dialoga de manera directa con las anteriores novelas de Franzen, especialmente con Las correcciones. Funciona, de algún modo, como un reflejo especular. Sin embargo, el autor reconoce que de existir vasos comunicantes entre una y otra novela, no es algo generado a propósito. “Creo que esta es distinta de mis otras novelas. Las otras contenían inquietudes similares, pero no revelaron nunca lo que me propongo aquí. Me ha sorprendido saber que se me califica como un autor de novelas familiares. Si bien la figura de la familia ha estado presente en lo que he escrito, porque tiene que ser así, no la había tratado antes como lo hago aquí. Cuando pienso en una novela familiar pienso en una pieza que se centre en la historia de la familia, en su inicio y final, en el transcurrir de sus generaciones. Lo que yo he hecho aquí tiene mucho que ver con eso, pero no es lo único. En Las correcciones yo hablaba de América, no de una familia americana”.

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Franzen señala que esta es una novela sobre una familia, no de familia, en la que se tratan diferentes temas. Uno de ellos es el de la pérdida de la fe, especialmente, en el progreso. La idea era contar algo que fuera más allá de la simple cotidianidad de los miembros de una familia. Se trataba de crear algo que incluyera las experiencias personales del autor y la influencia de una época que marcó a toda una generación: los 70.

Contar esta época significó escarbar en los conflictos sociales y morales con los que esa generación tuvo que vivir. “Yo no planeaba escribir una trilogía. Aún ni siquiera sé si llegaré a las otras dos. Pero mi interés principal es siempre la exploración de personajes. De manera que lo que quiero con esta novela, más allá de todo lo demás, es conocer a uno de los miembros de la familia Hildebrand a sus 20 años y luego reencontrarlo con 50. Volverlo a ver con 65 años. Si yo quiero lograr esto, un único libro no basta. Es, entonces, cuando se antepone la necesidad de escribir una saga sobre una familia, sobre una época”.

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En la novela abundan temas como la espiritualidad, el consumo de drogas y la contracultura. Franzen se interpela a sí mismo sobre la influencia de estos conceptos en una época como la abordada en la novela. “Todo esto tiene que ver con mi experiencia. Yo estuve en ese grupo de jóvenes. Nos atraía todo lo místico, lo extraño. Yo no tomaba drogas ni bebía en exceso, pero me daba cuenta de lo que hacían los otros. No es fácil hacerte a un lado. Terminé por saber un montón de cosas sin la necesidad de practicarlas. Esta época dio pie a una serie de prácticas que se alejaban de la transformación social para centrarse en la transformación personal. La contracultura pasó a centrarse en el individuo. Eso era lo que queríamos todos. Las drogas, la música, no fueron cosas que aparecieron por casualidad. Rescato eso, o lo intento, en esta novela”.

Así pues, lo nuevo de Jonathan Franzen se propone, al menos visto así por la crítica estadounidense, continuar con la misión de dar con la gran novela americana. Si es con este libro o no, dependerá de cada lector reconocerlo. La novela en español, disponible en Colombia gracias al grupo editorial Penguin Random House, comenzó a circular en librerías el 21 de octubre y se ubica desde ya como una de las novedades literarias más interesantes de fin de año en todo el mercado hispano.

Por Santiago Díaz Benavides- @santiescribe_

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