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Hablemos del ilusionismo y su relación con esta profesión. Desde cuándo y por qué...
Mi relación con la magia comenzó desde que era muy pequeño. Desde siempre quise ser artista e ir a espectáculos. Me gustaba muchísimo ver las diferentes modalidades artísticas y mi familia me llevaba mucho a ver obras de teatro que, incluso, eran para adultos. Dentro de esa cartelera hubo muchos festivales de magia que me sedujeron desde todo punto de vista. Elegí el ilusionismo porque un buen artista de la magia tiene que ser un excelente actor, comediante, orador, etc. Es un personaje integral para que al final del espectáculo las personas se enfoquen en ese hacedor de milagros. Hago magia desde los 9 años y profesionalmente desde los 12. Encontré un vehículo artístico que me llevó a seguir mi gusto por el arte, pero me decidí por la magia porque allí se reúnen muchas disciplinas artísticas.
Para qué la magia. Qué es lo que más lo motiva de dedicarse a esto…
Por la necesidad de los seres humanos por ilusionarse. Estamos en un mundo tan frenético que ya nada nos sorprende: todo está al alcance de nuestra mano a través de Google o YouTube. Los ilusionistas somos un bálsamo, mercaderes de sueños para que las personas se vuelvan a asombrar.
¿Tiene referentes? Usted, durante el show, cuenta un poco de su historia y de sus anhelos, que además cultivó desde que era un niño. ¿Quién lo motivó?
Muchos. Tengo una teoría: los artistas reales somos el resultado de diferentes dosis de influencias. De los que estuvieron antes que nosotros. Si uno tuviese la posibilidad de llenar una copa con ingredientes hechos de los talentos de los demás, tendría una mezcla que simboliza lo que uno es como artista. Me motivaron los magos, artistas, actores, comediantes. Mencionaría nombres como Mario Moreno Cantinflas, soy fanático de Diego El Cigala y me encantaba Andy Kaufman por su irreverencia. Mi mentor en la magia es el mago Joaquín Ayala. Ha sido mi maestro durante mucho tiempo y solo me basta con compartir con él para recargarme y motivarme.
¿Cuál es su rutina? Es decir, sus momentos para practicar sus espectáculos y su método en el escenario... ¿Tiene alguna disciplina que haya forjado a lo largo de los años en los que ha estado activo?
Soy muy disciplinado y sistemático. Creo que los artistas sí deben tener un poco de esta locura y excentricidad: nos damos esos permisos en el ejercicio del arte que representamos, pero pienso que eso mismo ha producido que no tengan una carrera sostenible. No nos podemos quedar en la parte excéntrica y romántica de lo que significa ser artista. Yo decidí disfrutar de este ángulo, pero mis rutinas se fundamentan en el orden, en el juicio. Leo, práctico y estudio. Escribo mis guiones, diseño la iluminación de mi propio show. Soy muy riguroso.
Se dice que usted sigue una filosofía de vida clara desde muy temprana edad que lo ha llevado a tener un éxito contundente entre sus espectadores y colegas, ¿cuál es?
El disfrute artístico, la disciplina y la convicción de que el artista debe ser un gran empresario. La pasión, la distancia de todo lo que hay en el mundo, es decir, la novedad, y no quedarse con lo obvio, sino tratar de trascender. Priorizar la experiencia de las personas. Mi intención es tocar fibras.
¿Cómo ha trabajado en tiempos de pandemia? Su trabajo requiere de público, ¿cómo fueron sus dinámicas durante esos tiempos y ahora que las cosas se reactivaron, ¿en qué se enfoca?
Veníamos de actuar en el auditorio Getsemaní de Cartagena, un lugar en el que siempre había querido actuar. Lo hicimos con nuestro espectáculo insignia que se llama Juan Alvarez Deja vú. Fue en marzo de 2020 y augurábamos un año fantástico de gira nacional. Fueron dos semanas de ajustes y pensamos que no duraría tanto, así que yo lo tomé como una oportunidad para hacer un alto y perfeccionar cosas para el show. Después algunos clientes nuevos y otros que ya conocíamos nos pidieron formato digital y acepté de inmediato. Estaba listo y tuve la oportunidad de trabajar muchos años en televisión, así que sabía como era el lenguaje digital, es decir, trabajar para una cámara. Fue cuestión de montar un estudio y escribí un espectáculo en dos semanas, así que nos ha ido muy bien. Debemos acomodarnos a lo que la vida nos ofrece.
¿En qué se basa el espectáculo de “Sentir” y cómo se fusiona entre la magia y la gastronomía?
Sentir es una experiencia mágica que deleita los sentidos. Comprende un espectáculo y una cena con algunos adornos. Se basa en otros formatos que ya existen en el mundo: en New York hay uno llamado The Millionaires’ Magician, y es un mago que tiene una experiencia para 15 personas en el Hotel Waldorf Astoria. Nos inspiramos en él y en los artistas que tienen espectáculo residente en un teatro dentro de un hotel. Fusionamos eso: residencia y una experiencia V.I.P. precisamente por la pandemia. Le agregamos la gastronomía y un montón de detalles que se suman a esta propuesta, como los cócteles de Ron diplomático, etc. Yo parto de una dramaturgia teatral en la que la magia se convierte en el vehículo de comunicación entre el arte y la necesidad de entretenerse. Estoy muy orgulloso de esto que montamos porque es una propuesta muy diferente que, además, las personas no esperan y se fusiona con lo que diseñó Javier Cárcamo, el chef del Hilton Bogotá Corferias. Es una cena de cuatro tiempos en donde las texturas, sabores e historias de Cárcamo, acompañan cada momento de la comida.
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Esta es una experiencia inspirada en espectáculos internacionales, pero basada en los hábitos o, mejor, la cultura y las dinámicas colombianas (su libreto en el show es muy familiar con alusiones a su casa en el país o su infancia y la cena es basada en una geografía muy colombiana), ¿cómo se adecuó la experiencia y se hizo local?
Está inspirada en muchas cosas internacionales, sí, pero solo eso, la idea. Es decir, todo lo que compone esta experiencia es Colombia. La esencia debía ser algo que llegara a los corazones de las personas que lo vivan, que somos nosotros. Era muy importante contar cosas personales porque es un escenario más íntimo. Sin dejar de sorprender, me siento mucho más cercano al público por el diseño de esta experiencia. Y por el lado de la gastronomía, claro, se inspiró en nuestros sabores y lo que somos como país. Todo se resumen en que la magia y la comida te permita sentir por esas tres horas que dura esta propuesta.