
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
No era de su patria, ni de ninguna institución. Kate Millet era una artista, no hace falta decir lo demás. Una artista digna de sí misma, digna de sus acciones y convicciones. Porque ser una artista comprometida con promover escenarios equitativos y justos entre los seres humanos es ir más allá de una profesión y de una obligación, es centrarse en lo esencial, en lo valioso, en el progreso hacia una convivencia incluyente y tolerante, no hacia el progreso que venden las grandes vallas publicitarias y las multinacionales que piensan en la opulencia y relegan por completo a las mentes y a las manos que trabajan para ellos.
“Política sexual”, la primera tesis doctoral sobre género en el mundo, fue presentada en 1969, año en el que Millet se graduó de la Universidad de Oxford. Un análisis de las relaciones de poder desde la literatura de Genet o de Miller y el señalamiento de escenarios comunes en las que hombres y mujeres se someten bajo intenciones de dominio y control sobre el otro, son algunos de los elementos que Millet utiliza para visibilizar las condiciones de desigualdad y reduccionismo que han acaecido sobre las mujeres. Con el paso de los años, el ensayo de Millet se convirtió en la obra insignia del feminismo de segunda ola y, de paso, en uno de los textos fundamentales del movimiento feminista desde su aparición. Inclusive, algunos expertos en el tema, afirman que “Política sexual” es, como El segundo sexo de Simone de Beauvoir, uno de los textos fundamentales en el movimiento feminista.
Puede leer: Emmeline Pankhurst y la pujanza feminista del voto
Kate Millet supo despojarse de las vestiduras de la victimización y se vistió con la bandera de las nuevas luchas. La resignación a usanza se había quedado atrás y las ideas de mujeres como Emmeline Pankhurst o Simone de Beauvoir se habían alineado con la voz y la convicción de Millet. Sistemas de dominación que parten de una discriminación de clase social o de raza, se asientan en el sistema más poderoso: el patriarcado. Esta tesis defendida a ultranza por el feminismo radical, es descubierta por Millet en el proceso de análisis y crítica literaria que realiza a los textos de Genet, Miller y Lawrence. A partir de esa idea, la autora estadounidense reforzó sus posturas y reafirmó que la condición de la mujer es desigual a la del hombre en varios contextos. Política sexual, nombre del libro, reagrupa razones y argumentos que sustentan que la relación de sexos es política, y que a su vez estas están supeditadas por el poder. Esto direcciona la tesis de Millet a una diversidad de escenarios en las que se refleja que la reducción de la mujer no se debe exclusivamente a un ámbito de domesticación y de ataques psicológicos, sino que también las condiciones materiales y políticas sustentan un desequilibrio y un desbalance en las oportunidades y en el espacio de voluntad que se le pueden otorgar a las mujeres en comparación con los hombres.
El feminismo de primera ola, aquel que identificó los vacíos en los que se fueron construyendo los cimientos del patriarcado y del machismo, aportó el paso más importante: la conciencia sobre aquello que se considera injusto y que debe ser transformado desde una lucha coherente e incesante. El feminismo radical, el de la segunda ola y el que lleva en su altar a Kate Millet, centró sus esfuerzos en explorar detalladamente y en ahondar en cada problemática para hallar los focos del patriarcado. Estas acciones desencadenaron en el estudio crítico y consensuado de las expresiones bajo las cuales se disfrazó este sistema de dominación que coartó las libertades individuales de las mujeres y reprodujo los escenarios de discriminación en la política, la educación y el contexto laboral.
Con “El amor ha sido el opio de las mujeres, como la religión el de las masas: mientras nosotras amábamos, los hombres gobernaban…” o “El dominio sexual es tal vez la ideología más profundamente arraigada en nuestra cultura, por cristalizar en ella el concepto más elemental de poder", Kate Millet despertaría la reflexión y la sublevación en las mujeres que, de a poco, habían despertado de un amplio letargo del que aún no han salido del todo, del que aún se ve, infortunadamente, legitimado por varias sociedades. El reconocimiento y poder de sus frases, más que polémicas, simbolizan una mirada exhaustiva sobre el modo en que el sistema mismo ha avalado un imaginario en el que el hombre posee determinadas ventajas sobre las mujeres. Su lectura y análisis de expresiones culturales y de ámbitos políticos y económicos dan muestra de una disciplina y un compromiso comunitario de Millet con el fin de mejorar la convivencia y las relaciones entre los seres humanos.
Puede leer: De las revueltas a las diversas formas de protesta social
La Organización Nacional de Mujeres y New York Radical Women, fueron los gremios a los que Millet perteneció. A través del arte, la literatura y la fotografía, la autora de “Política Sexual” exaltó su activismo y abarcó desde varios frentes la lucha por el reconocimiento de la mujer. La rebelión de sus trazos y la emancipación de sus pinceladas reflejaron su mirada contestaria y fueron insumos que le permitieron ser reconocida como una de las voces más insurrectas y necesarias para la continuación de la lucha por la igualdad.