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La arquitecta que quiere sembrar 60 mil árboles para salvar al tití cabeciblanco

Rosamira Guillén, quien está al frente de la Fundación Proyecto Tití, impulsa la siembra de 60 mil árboles para restaurar hectáreas de bosque seco tropical de San Juan Nepomuceno, Bolívar. Su historia y su labor entrelazan esperanza y la resistencia para darle un futuro al tití cabeciblanco y a la memoria viva del bosque.

Samuel Sosa Velandia

22 de agosto de 2025 - 08:03 a. m.
En 2017, Rosamira Guillén fue reconocida con el Premio National Geographic Society/Buffett​ al liderazgo ambiental en Latinoamérica.
Foto: Federico Pardo.
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Hablemos sobre el proyecto de restauración ecológica de las nuevas hectáreas de bosque en la reserva Los Titíes de San Juan Nepomuceno, Bolívar.

Nuestra intención es clara: proteger al tití cabeciblanco, un primate diminuto y único del Caribe colombiano, amenazado por la pérdida de bosque causada por la ganadería, la agricultura y la urbanización. Protegerlo significa restaurar el bosque seco tropical, su único hogar. Desde la Fundación Proyecto Tití lideramos este trabajo con un equipo de biólogos, botánicos y comunidades locales que recogen semillas, propagan y cuidan árboles, y vigilan tanto el bosque como a los titíes. Aunque hablamos del tití, en realidad estamos recuperando un ecosistema que sostiene a muchas otras especies y también a las comunidades humanas, pues de él dependen el agua, el aire limpio y nuestra salud.

¿Qué nos dicen los árboles sobre el mundo, sobre la vida, sobre el ecosistema?

Los árboles nos hablan en silencio. Parecen inmóviles, pero producen oxígeno, absorben CO2 y sostienen nuestra salud, aunque no siempre lo notemos hasta que la contaminación nos afecta. Son el hogar de animales como el tití y de microorganismos que equilibran el ecosistema. Devuelven nutrientes al suelo, lo hacen fértil para nuevos árboles y cultivos, y permiten a los campesinos producir alimentos. Un árbol no es solo paisaje: es vida, salud y equilibrio.

¿Por qué surgió su interés de proteger al tití cabeciblanco y cuándo sintió que su vida estaría ligada a un animal?

Mi historia es particular: estudiaba arquitectura y me apasionaba el diseño de espacios y el medio ambiente, aunque sin relación con la fauna silvestre. Al volver a Colombia trabajé en el zoológico de Barranquilla y me asignaron al tití cabeciblanco, una especie que desconocía a pesar de haber crecido en la región. Esa sorpresa se convirtió en compromiso: como directora del zoológico decidí que el tití sería nuestro símbolo para educar y sensibilizar sobre el medio ambiente. Conocí el Proyecto Tití, fundado por una bióloga estadounidense, y hace 20 años asumí su bandera. Desde entonces mi motor ha sido ver crecer árboles, recuperar poblaciones de titíes y ayudar a que las comunidades vivan en armonía con su entorno.

¿Qué ha aprendido de los titíes cabeciblancos sobre la forma de habitar el mundo?

He aprendido la resiliencia. Ellos se adaptan para sobrevivir y no desaparecer. También he aprendido el valor de la familia y de la sociedad: no podemos trabajar solos, ellos se ayudan entre sí, defienden su territorio y cuidan a sus crías. Dispersan semillas, contribuyendo al equilibrio del bosque. Esto nos enseña que debemos dar y cuidar nuestro entorno, como ellos lo hacen.

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¿Cómo se sostiene frente a los días en que la naturaleza pierde terreno rápidamente y los esfuerzos parecen insuficientes?

Es difícil, sobre todo, cuando uno ve el panorama desde un mapa satelital. Pero trato de enfocarme en el impacto local y regional. El 80 % de nuestro equipo es de la comunidad y, para ellos, el proyecto ha cambiado la vida: les da ingresos, educación, alimentación y oportunidades para sus familias. Nos enfocamos en ese impacto tangible. Además, todo ese esfuerzo suma y el modelo es replicable. Cuando voy al bosque y veo la fauna en su hábitat, feliz y libre, eso me da paz y motivación, como gasolina al motor.

¿Cómo se reconcilia con la idea de trabajar por una especie que podría estar en peligro siempre?

Me reconcilio mediante acciones concretas: crear áreas protegidas, corredores de conservación y asegurar legalmente estos espacios. También involucrando a la comunidad: un campesino que se compromete a cuidar un pedacito de bosque garantiza la protección del tití a largo plazo. La combinación de restauración ecológica y el cambio de actitudes asegura la sostenibilidad de la especie. Esto me da paz, porque aunque falta mucho, donde hemos intervenido, la diferencia se nota y el tití continúa protegido gracias a la gente.

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¿Qué revela la manera en que hemos tratado a los animales en peligro de extinción sobre nosotros como sociedad?

En Colombia, las personas priorizan la subsistencia personal y familiar, dejando de lado lo que no parece urgente. Esto explica el poco interés en temas ambientales. Además, es desconocimiento: no sabemos, no conocemos, y lo que desconocemos lo descuidamos. Por eso el proyecto tiene un componente social sólido: educar a niños y adultos sobre el tití y su valor, y ofrecer alternativas a la deforestación y la caza, que permitan a las familias subsistir mientras cuidan el bosque y la especie.

¿Qué significa para usted la palabra futuro?

Asocio la palabra futuro con esperanza. Queremos que sea igual o mejor que el presente. Pero no sucede solo: requiere construirlo con acciones diarias que contribuyan a ese objetivo.

Cuando mira hacia atrás y recuerda a la niña que fue en Barranquilla, ¿cómo cree que ella reaccionaría al saber que su futuro sería salvar animales y trabajar por el medio ambiente?

Me da risa, porque jamás me lo hubiera imaginado. Crecí en un hogar de educadores, con padres que nos enseñaron a aportar a la humanidad. Yo inicialmente pensaba en arquitectura, urbanismo y paisajismo, pero la vida me llevó a esta causa. Lo esencial se ha mantenido: mi trabajo ayuda a personas, a nuestro país y a un ecosistema sano. Esto me da satisfacción, paz, alegría, gratitud y esperanza, porque todavía hay mucho por hacer y puedo seguir contribuyendo mientras tenga vida.

Por Samuel Sosa Velandia

Comunicador social y periodista de la Universidad Externado de Colombia. Apasionado por las historias entrelazadas con la cultura, los movimientos sociales y artísticos contemporáneos y la diversidad sexual. Además, bailarín de danza folclórica en formación.@sasasosavssosa@elespectador.com
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