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La importancia de un museo en el desarrollo del arte

Un museo no es solo un espacio de arte, sino de memoria y reflexión. Por esto, resulta indispensable para las ciudades apoyar el desarrollo de este tipo de espacios.

Eduardo Márceles Daconte* / Especial para El Espectador

17 de septiembre de 2025 - 07:00 p. m.
El Museo Nacional de Colombia es una de las instituciones culturales de este tipo más antiguas del país, con más de 200 años de historia.
Foto: El Espectador - Gustavo Torrijos
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Un museo de arte en cualquier lugar del mundo es una institución de carácter permanente al servicio de la sociedad, abierto al público, que se especializa en adquirir (ya sea por compra o donación), conservar, investigar, exponer y difundir en general, el patrimonio artístico material e inmaterial de una ciudad, una región o un país, con el fin de preservar, estudiar, educar y divulgar su legado artístico. Si nos remontamos a la antigüedad clásica, encontramos que la palabra museo se deriva del templo dedicado a las 9 musas (hijas del dios supremo Zeus), que, de acuerdo a la mitología griega, eran la inspiración de los seres humanos y protectoras de las bellas artes, en especial de la poesía en sus diferentes matices: épica, heroica, romántica o pastoril; la danza, el teatro, la astronomía, la filosofía, la historia, la música y el canto, eran de hecho, las diosas de la memoria. Y eso es un museo de cualquier disciplina, en nuestro caso un museo de arte se especializa en preservar la memoria artística del lugar a través de coleccionar, exhibir y promover obras de arte, ya sean históricas o contemporáneas, es un referente cultural que irradia sus bondades a todos sus visitantes contribuyendo a estimular en la ciudad y la región un sentido de pertenencia.

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A partir de la década del 30 del siglo XX, algunos museos comenzaron a denominarse de arte moderno por cuanto era la época de los grandes artistas que revolucionaron el arte desde finales del siglo XIX. Se pueden trazar sus inicios a los artistas postimpresionistas, aquellos insatisfechos con las limitaciones del impresionismo pero que mantenían algunas de sus características esenciales. En su génesis está Paul Cézanne, un artista de intenso temperamento emocional, y sus contemporáneos Vincent van Gogh y Paul Gauguin a quienes se considera también como precursores del expresionismo por exagerar más las distorsiones para lograr un mayor efecto emocional en sus pinturas.

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Sin embargo, moderno es un término impreciso que se puede usar para designar cualquier tipo de arte del presente o de una época reciente, más específicamente a cualquier arte consciente de las actitudes y creencias progresistas del momento. El arte moderno se caracteriza por cuestionar o abandonar las técnicas, temas o ideas tradicionales. Es un término más relativo que absoluto. Entre los historiadores e investigadores del arte no hay acuerdo sobre cuándo comenzó el arte moderno el cual se alimenta de una multiplicidad de raíces desde la pintura rupestre encontrada en las prehistóricas cuevas de Altamira, en nuestro caso sería el inmenso mural llamado Chiribiquete, considerado la Capilla Sixtina de la Amazonia, pintado hace más de 20 mil años por los indígenas karijonas, hasta las novedades o experimentos de un artista contemporáneo. Solo hasta principios del siglo XX se derrumbó la idea de que el arte es una imitación de la naturaleza. Se considera este factor como un componente esencial del arte moderno. No obstante, la década que se extiende de 1905 con el debut del fauvismo en Francia, hasta 1915 cuando se dan las primeras propuestas de los artistas que abrazaron el dadaismo, se pueden considerar con mayor exactitud a los precursores del arte moderno como lo entendemos en la actualidad. Las primeras décadas del siglo XX son testigos de una revolución sin paralelo en la historia del arte occidental.

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En un breve período de tiempo surgen ideas radicales y movimientos innovadores como cubismo, expresionismo, fauvismo, constructivismo, arte abstracto, arte conceptual, por supuesto Picasso, él solo es una escuela de arte moderno, además de muchos derivados de estas tendencias. No olvidemos que el precursor del arte conceptual, Marcel Duchamp, es un artista y teórico francés, iconoclasta y experimental, que se entretenía con propuestas provocadoras que generaban todo tipo de reacciones desde el rechazo o la risa sarcástica hasta la pasión desbordada (caso de Álvaro Barrios en Colombia). La obra que inauguró esta modalidad artística es Fuente (1917), un orinal sobre una base de escultura firmado por R. Mutt, uno de sus seudónimos. Duchamp decía que toda obra que un artista designara como arte, era una obra de arte, y desde la década del 60 del siglo XX hasta la fecha, el arte conceptual no ha dejado de asombrar al mundo a través de sus más representativas modalidades: videoarte, instalación y performance o acción corporal, de manera especial en la región del Caribe colombiano.

Más compleja aún es la definición de arte posmoderno. El consenso generalizado es que supone una ruptura con el período modernista desde finales del siglo XX e inicios del XXI y cuyas características se definirían como la defensa del arte popular, el eclecticismo y la hibridación (obras de contenido mixto que combinan elementos de diferentes tendencias para crear una pieza diferente); las prácticas apropiacionistas o citacionistas que se nutren de ideas o temas de otros artistas integrándolos a sus obras, su consigna es que el arte se nutre del arte. Entre los movimientos artísticos que se derivan de esta concepción estarían la transvanguardia italiana que enfatiza la recuperación de la pintura en grandes formatos con énfasis en el color y la textura en respuesta a los excesos del conceptualismo en la década del 80; el neoexpresionismo, especialmente el alemán y sus jóvenes salvajes, la llamada mala pintura y algunas tendencias innovadoras de la modernidad, transformadas de acuerdo al temperante de cada artista, algunas con el prefijo Neo, tales como el neoexpresionismo, el arte pop, el minimalismo o aún el mismo arte conceptual o arte no-objetual que implica la desaparición del objeto para reemplazarlo por las ideas o conceptos.

Un visitante observa Las Dos Fridas (The Two Fridas), 1989, en la exposición Chosen Memories: Contemporary Latin American Art from the Patricia Phelps de Cisneros Gift and Beyond, en el Museo de Arte Moderno de la ciudad de Nueva York.
Foto: AFP - ANA FERNANDEZ

El más famoso y emblemático museo de arte moderno en el mundo es el Museum of Modern Art de Nueva York, más conocido por sus siglas MoMA, con la mayor colección de obras desde finales del siglo XIX hasta el presente. Lo fundó el 7 de noviembre de 1929 un comité formado por siete amantes del arte en un edificio de oficinas en la Quinta Avenida de NY. Su primera exposición fue una colectiva con obras de los pioneros del arte moderno: Cézanne, Gauguin, Vincent van Gogh y el puntillista neoimpresionista Georges Seurat. Se calcula que en 4 semanas fue visitada por más de 50 mil personas.

Para su inauguración, se lanzó un folleto cuyo objetivo principal era adquirir, por donación o compra, las más importantes obras de arte moderno con el propósito de crear una colección de pintura, escultura, dibujo, fotografía, grabado, diseño comercial e industrial, arquitectura, muebles, artes decorativas y una cinemateca/cineclub. El conjunto de obras del museo no se denomina permanente, sino colección del museo para favorecer la venta de obras cuando fuera necesario. A medida que crecía en tamaño y prestigio, el MoMA adquirió el poder de crear celebridad, es decir, un artista que expone en esta institución adquiere de inmediato un ascenso en su reputación que se traduce en una mayor cotización de sus obras.

En vista de que las manifestaciones más recientes del arte no tenían cabida en su sede de Manhattan, en 1971 el MoMA compró un viejo colegio en el distrito de Long Island City, en Queens, que restauró y allí fundó MoMA PS 1, (PS iniciales de Escuela Pública, en inglés), un espacio alternativa para presentar obras que por su naturaleza experimental no tenían cabida en su sede principal. Desde entonces se exhiben allí obras contestatarias de artistas contemporáneos en las modalidades de arte conceptual o multimedios, en especial, instalaciones, performance, videoarte, arte digital y asombrosos experimentos con todo tipo de ideas y materiales.

Un museo no es solo un depósito de obras de arte (en el siglo XIX empezaron llamándose Gabinetes de curiosidades), sino un sitio para irradiar cultura artística en todas sus manifestaciones. Debe ser un lugar con amplios espacios para que sus visitantes se sientan a gusto contemplando sus obras, una especie de clínica para el espíritu por su capacidad de inducir la reflexión y un alimento insustituible para estimular el placer estético, un cambio en la sensibilidad de las personas. Por ello, un museo de arte en su concepción actual debe abrirse a divulgar también la fotografía y el cine a través de una fototeca o cinemateca, divulgar en la medida de lo posible, la literatura, la historia del arte universal, latinoamericano y colombiano, los conciertos de música en sus diferentes géneros, a través de conciertos, talleres, conferencias, recitales poéticos, presentaciones de libros con coloquios literarios y estimular el debate, el intercambio de ideas y propuestas entre artistas y especialistas de diversas disciplinas, como la sociología, la antropología, la etnografía (teniendo en cuenta el patrimonio ancestral de sus regiones), la filosofía, la museografía y demás ciencias sociales para estimular la investigación y el diálogo interdisciplinario.

Todos estos estímulos contribuyen a la creación de público, uno de los retos más difíciles, especialmente en museos alejados del centro urbano. Por tanto, recomiendo un museo dinámico y cambiante con una galería nómada adjunta que no se limite al espacio cerrado sino que se abra a las comunidades, barrios, colegios, universidades, cárceles e, incluso, a poblaciones circunvecinas, a través de conversatorios y muestras de obras en espacios no tradicionales, acondicionados para tal fin, por ejemplo, pintar murales en paredes rescatadas del abandono con la colaboración de la comunidad, instalar esculturas temporales o efímeras en parques, invitar a los artistas a intervenir una plaza, una calle o una casa de cultura con obras efímeras utilizando la tierra, la grama, los árboles, las hojas del otoño o de cualquier época del año, al tiempo que se involucra a los niños y jóvenes con juegos artísticos. Para cada exposición y para fomentar el arte en las generaciones más jóvenes, es fundamental invitar a los estudiantes de colegios y universidades a visitas guiadas y disponer de materiales didácticos con la dirección de un tallerista para que los niños, inspirados en la muestra, hagan sus propias obras con papel, colores de acuarela, plastilina y demás materiales alusivos a las obras exhibidas.

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Nunca ha sido fácil para un museo de arte sostenerse en términos económicos, por ello los museos han desarrollado diversas estrategias para gestionar fondos que se pueden obtener, además de las entidades estatales y la empresa privada estimulada por los beneficios tributarios, mediante algunos servicios complementarios como son una cafetería que además sirve para tertulias informales, una librería especializada en las diferentes artes y artículos de fina artesanía. También se puede pensar en un conjunto de servicios y objetos que proponen la comercialización, popularización y promoción de productos artísticos en función de las necesidades del mercado a precios razonables como pueden ser serigrafías, grabados, camisetas estampadas con reproducciones de obras de arte, cachuchas para divulgar el logo y nombre del museo, fotografías, reproducciones digitales de obras de artistas locales, nacionales o internacionales.

Se puede pensar también en diversificar sus exposiciones con géneros menos tradicionales y el atractivo de premios y el estímulo de la publicidad mediática, se puede pensar en un salón bienal de fotografía, de cerámica escultórica, de artes gráficas (grabados en sus diferentes técnicas y soportes) o de arte textil tan de moda en el mundo actual. En América Latina el arte textil se remonta a la época prehispánica, de manera especial en México, Perú y Colombia.

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La sociedad contemporánea demanda novedades, por tal motivo es necesario tener un museo con divisiones modulares a fin de adaptar el espacio para una exposición de su patrimonio o exposiciones temporales, ya que es importante revitalizar de manera periódica el interés del público. Sería ideal también disponer de un espacio al aire libre, un jardín o patio, a fin de exponer allí esculturas de grandes formatos. En cuanto a su estructura administrativa, los museos deben contar con una junta directiva cuyos miembros han de ser soportes vitales con estrategias innovadoras para la consecución de recursos y cuya misión más importante es trazar sus objetivos y misión fundamental.

Como apoyo institucional es imperativo involucrar a las comunidades y empresas de la región a través de una Asociación de amigos del museo con un cuota mensual o anual de sostenimiento que les garantice un trato preferencial con invitaciones a todas sus actividades, de manera especial a la gala anual para conseguir fondos y una suscripción gratuita a los boletines informativos impresos o digitales del museo. En los museos de Estados Unidos, la gala es una actividad festiva que se realiza hacia finales de año con generosos mecenas y prestantes miembros de la sociedad local. También debe organizar un cuerpo de voluntarios que colaboran para hacer prácticas en las distintas actividades y funciones del museo.

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Las funciones del curador son de vital importancia por cuanto es la persona que propone y diseña exposiciones y actividades museísticas. En este punto es importante destacar que un curador debe conocer la historia del arte y estar en capacidad de investigar de manera sistemática el tema de la exposición para escribir el guion curatorial y el ensayo de introducción a la muestra, sea ésta histórica o contemporánea, La fotografía como testimonio de obras conceptuales, por ejemplo o Pioneros del arte abstracto en Colombia o temáticas polémicas: la violencia o la sexualidad; de un género específico: visiones experimentales del autorretrato, el bodegón o el paisaje; el énfasis en una técnica, la acuarela, por ejemplo La trienal de acuarela en el Museo Bolivariano de Arte Contemporáneo de Santa Marta, el arte textil, las artes gráficas, la cerámica artística, la talla en madera, la textura en la pintura o el collage como principal componente de una obra. Es necesario tener en cuenta a los artistas de comunidades étnicas, indígenas y afrodescendientes.

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También para llamar la atención sobre un fenómeno social, ambiental o ecológico: la epidemia del sida o el covid, las consecuencias del calentamiento global, el proceso de paz y el posconflicto en Colombia visto por los artistas, obras hechas con reciclaje de desechos domésticos o industriales, recordando las esculturas en chatarra de Feliza Bursztyn o con materiales locales, la madera náufraga del mar o los ríos, el junco, el totumo, la alfarería o la tela de hamaca, también se pueden diseñar exposiciones retrospectivas o muestras en homenaje a destacados artistas. Un museo debe establecer convenios con museos, instituciones y/o fundaciones de la región, el país o el mundo (ej. La Asociación Internacional de Museos, el Banco de la República, el Museo Nacional, la Fundación Guggenheim o la Rockerfeller en EE.UU), para apoyo logístico e intercambio de obras, muestras itinerantes o conferencistas de temas humanísticos como un indispensable componente formativo para sus usuarios.

(*) Eduardo Márceles Daconte es escritor, periodista e investigador cultural, en la década del 90 se desempeñó como asesor y curador multicultural del Queens Museum of Art de la ciudad de Nueva York. Es autor de una docena de libros entre novela, cuentos, ensayos de arte, crónicas, biografías e historia del arte colombiano, eduardomarceles@yahoo.com

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Por Eduardo Márceles Daconte* / Especial para El Espectador

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