A pesar de las múltiples declaraciones en torno a la “muerte de la filosofía” y a los intentos de suprimirla cada vez más de los currículos educativos, tal como ha sucedido recientemente en España y en Colombia; así como a su subvaloración frente a otras disciplinas, pues, se afirma, la filosofía no tiene una utilidad práctica específica, la actividad filosófica en el país goza de una gran vitalidad. Prueba de ello es el Congreso Colombiano de Filosofía, coorganizado por la Sociedad Colombiana de Filosofía, en cabeza del reconocido profesor Carlos Gustavo Patarroyo, y la Escuela de Filosofía de la UIS.
Puede leer: Una filosofía viva para tiempos de crisis
El congreso, que se realiza cada dos años, se ha convertido en un importante espacio de encuentro para discutir en torno a problemáticas específicas, compartir resultados de investigación y defender y fomentar el estudio de la disciplina. Es un espacio donde los filósofos más importantes del país, invitados internacionales, profesores, investigadores, estudiantes y público en general, se reúnen en torno a un tema para reflexionar, debatir e intercambiar ideas. Este año el país invitado es Perú, el cual estará representado por los profesores Pablo Quintanilla, Rosemary Rizo-Patrón y Gonzalo Gamio. En el evento, participarán, además, destacados filósofos colombianos como Ángela Uribe Botero, Germán Meléndez, Luis Eduardo Gama, Delfín Grueso, Leonardo Tovar, Laura Quintana, Javier Aguirre, Amanda Boyer, Lisímaco Parra, para sólo mencionar algunos.
En esta ocasión, el tema del congreso será “la relevancia de la filosofía en el siglo XXI”, tema sin duda acertado dada la creciente necesidad de pensamiento crítico y de reflexión que tienen las sociedades actuales, donde problemas como la posverdad, la influencia de los mass media en el espacio social, la crisis y los retos de la democracia, la derechización del mundo, la creciente deshumanización, la insolidaridad, la desconfianza en la política, la destrucción del planeta, los grandes avances en la tecno-genética que cuestionan la llamada “naturaleza humana”, o el tema del conflicto y el proceso de paz en Colombia, para no ir tan lejos, obligan a que la filosofía contribuya con la reflexión a otear posibilidades de superación de muchas de estas problemáticas, pues como decía el fallecido maestro Daniel Herrera Restrepo, la filosofía es sistemática, rigurosa,crítica, pero también debe ser propositiva. Y en esto tenía razón Herrera, pues Marx, por ejemplo, no sólo usó la filosofía y la crítica de la economía política para transparentar la naturaleza y el modus operandi del sistema capitalista, sino que buscó superarlo mediante la construcción de una sociedad más libre, justa, digna y humana.
La filosofía hoy está llamada a reflexionar cada vez más sobre los problemas del mundo, a realizarse preguntas fundamentales sobre el hombre y los múltiples aspectos de la vida social; debe ser crítica de la cultura y cuestionar y desnaturalizar los paradigmas (sería mejor decir, los “paradogmas”) hegemónicos, abogando, a la vez, por la creación de perspectivas, posibilidades, rumbos, caminos y horizontes que contribuyan a la creación de una mejor sociedad y de mejores y más viables modos de vida. El filósofo debe elevar la realidad al pensamiento, como decía Hegel, y volver- en la medida de sus posibilidades- sobre ella para transformarla como pensaba Marx. Y en esta labor, el pensador debe seguir haciendo lo que siempre ha hecho en su trabajo con la tradición filosófica, con la historia de la filosofía, en el aula de clase, en sus libros, etc., pero también debe aterrizar el pensamiento y problematizar lo que circunda al ser humano en la época actual…en esta sociedad acelerada o de la “eyaculación precoz” como la llamaba Jean Baudrillard. Esta es una labor urgente e inaplazable.
Puede leer: Sobre nuestro patriarcado filosófico
La filosofía, sin necesidad de perder su profundidad, debe hacer mayor presencia en la prensa, la televisión, los blogs, la calle, etcétera, tal como lo he sugerido con insistencia. De hecho, esto es lo que también han comprendido pensadores como Peter Sloterdijk, Slavoj Zizeck, Michel Onfray o Darío Sztajnzraijber, para sólo mencionar algunos, quienes han llevado la filosofía al gran público. Hay que perder el temor a popularizar la filosofía, pues hay que recordar que en la antigüedad también se filosofaba en las plazas o que Ortega y Gasset, por ejemplo, despertó el interés por la filosofía en España utilizando, entre otros medios, la prensa. A las formas tradicionales y especializadas de difusión filosófica (a decir verdad, poco consultadas por no especialistas), debe sumársele otros medios, si se quiere ser contemporáneo de lo que Giovanni Sartori llama las “digigeneraciones” actuales; y si se desea, realmente, que la filosofía haga parte de la cultura y contribuya a una mejor convivencia, donde la diversidad, la diferencia, el pluralismo, el acuerdo, etcétera, sean valores positivos. En fin, si se quiere construir una ciudadanía más ilustrada y crítica que defina mejor los rumbos de su sociedad.
El VII Congreso Colombiano de Filosofía será un buen espacio para discutir no sólo los viejos problemas de la filosofía antigua, medieval o moderna, o sus relecturas; así como los debates recientes en torno a la filosofía analítica, de la mente, la fenomenología, la filosofía política o la ética, sino, especialmente, como lo indica el tema escogido, su papel en el presente siglo.