El verdadero “amor platónico”
El amor platónico se piensa como un amor imposible. Sin embargo, el verdadero sentido del concepto del filósofo griego es otro y tiene que ver con las ideas sobre lo bello y lo bueno.
Andrés Osorio Guillott
Día de San Valentín, celebración heredada de la cultura estadounidense. Día en el que muchas personas hablan del amor, en el que se preguntan por eso que llamamos “amor platónico” cuando nos referimos a una pareja ideal, quizá inalcanzable. Pero, contrario a lo que todos creemos cuando hablamos de ese “amor platónico”, ese concepto para el filósofo griego no tiene nada que ver con lo que pensamos actualmente.
Gracias por ser nuestro usuario. Apreciado lector, te invitamos a suscribirte a uno de nuestros planes para continuar disfrutando de este contenido exclusivo.El Espectador, el valor de la información.
Día de San Valentín, celebración heredada de la cultura estadounidense. Día en el que muchas personas hablan del amor, en el que se preguntan por eso que llamamos “amor platónico” cuando nos referimos a una pareja ideal, quizá inalcanzable. Pero, contrario a lo que todos creemos cuando hablamos de ese “amor platónico”, ese concepto para el filósofo griego no tiene nada que ver con lo que pensamos actualmente.
Si le interesa seguir leyendo sobre cultura, puede ingresar aquí
Platón, el hombre del mundo de las ideas. Es decir, de ese espacio donde se encuentra lo eterno o lo universal, donde logramos acceder al otro mundo, al de lo sensible y lo que podemos percibir. El mundo de las ideas es el más real y necesario. Esto, en el sentido que es por medio de este y de la razón que podemos acceder a las verdades de lo material o de lo físico.
Puede leer: Nietzsche: el Estado no surgió de ningún contrato social
Ese “amor platónico” que conocemos como el amor soñado o imposible parece ser una desfiguración de la idea del deseo que expone Platón en El Banquete, diálogo en el que el tema central es el amor y en el que participan Apolodoro, Agatón, Fedro, Pausanias, Eriximaco, Aristófanes, Alcibiades y Sócrates. En el texto, algunos de los invitados exponen lo que piensan sobre el amor. El amor como lo bello; el amor como elemento que hace virtuoso al hombre; el amor por la sabiduría; el amor omnipresente; el amor como “la unión de semejantes” o el amor como divinidad. Cada uno expone su punto y toda la discusión sobre aquello que ama el ser humano se centra en la intervención final de Sócrates, personaje central de los Diálogos de Platón.
Le puede interesar: El aborto y el dilema del violinista de Judith Jarvis Thomson
“Cuando de las bellezas inferiores se ha elevado, mediante un amor bien entendido de los jóvenes, hasta la belleza perfecta, y se comienza a entreverla, se llega casi al término; porque el camino recto del amor, ya se guie por sí mismo, ya sea guiado por otro, es comenzar por las bellezas inferiores y elevarse hasta la belleza suprema, pasando, por decirlo así, por todos los grados de la escala de un solo cuerpo bello a dos, de dos a todos los demás, de los bellos cuerpos a las bellas ocupaciones, de las bellas ocupaciones a las bellas ciencias, hasta que de ciencia en ciencia se llega a la ciencia por excelencia, que no es otra que la ciencia de lo bello mismo, y se concluye por conocerla tal como es en sí”, dice Sócrates.
Le recomendamos: Democracia en redes sociales y el escepticismo generalizado en política
Este fragmento resume lo que significa el amor para Platón. Después de poner sobre la mesa que el amor parte del deseo sobre lo bello y sobre lo bueno, y en que el deseo empieza justamente por la atracción hacia otra persona y puede culminar en el anhelo del conocimiento o sabiduría, Sócrates reúne las posturas de todos los asistentes al banquete y concluye que el amor, entonces, posee un camino que puede empezar por la pasión propia de la juventud, del deseo físico, de una belleza “simple”, y puede irse transformando hasta llegar a la máxima belleza, al máximo bien, que atraviesa o incluye el amor por la belleza de los cuerpos, de las acciones, de la sabiduría.
También puede ver: Roberto Arlt: una perturbación
En la Antigua Grecia el amor se dividió en cuatro conceptos: el eros, que significa el amor pasional, que refiere al dios del amor romántico y que tiene que ver con la atracción sexual o física; está también el Ágape, entendido como un amor no pasional, que se siente por un ser humano, una deidad o cosa particular desde un sentido espiritual e incondicional; el Storgé, que se da más que todo en el sentido de familia o amistad, que se construye en el porvenir; y por último, el philia, que se da como un amor hacia el prójimo de manera desinteresada, muy parecido al Storgé, pero más ligado a lo fraternal y lo solidario.