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Coaching
Amigo mío, yo, que te he visto crecer inquieto, alegre y vivaz, siento una profunda tristeza al contemplarte así, decaído y desanimado, sin ese brío que te caracteriza. ¿Qué te pasa? ¡Fuerza, compañero! Caer para levantarse no es caer. Un tropezón cualquiera da en la vida, como dice el tango. De todas las batallas has salido triunfador, con la cabeza en alto. Acaso estés cansado, y eso lo entiendo. Tal vez necesitas una tregua, un merecido descanso: me parece justo y necesario y no te lo reprocho. Pero no claudiques, guerrero, tú, que te enorgulleces de tus incontables victorias. Recuerda todas las cosas maravillosas que has logrado y piensa en las que te esperan aún. Deja tus venas henchirse de la sangre vivificante que te hace erguir como un titán imbatible ante cualquier obstáculo. Siempre has sido un gladiador victorioso y me cuesta creer que has perdido tu deseo de luchar. Nunca te has mostrado como un perdedor y por eso te insto, camarada, a que no te rindas en esta prueba. Por favor, querido amigo, no me obligues a comprar esa pastillita azul.
Javier Arias
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Exorcismo
En la primera manifestación demoniaca sentimos que las paredes se transfiguran y ceden ante la fuerza centrífuga. El cuerpo se levanta como si levitara. No se sienten los pies. El diablo arde en las entrañas. De repente, caemos de rodillas frente al retrete con las manos en la garganta y apretamos con el ánimo de expulsar no sólo a Belcebú, sino al propio Dios de ser posible; para así salvar el alma. Escuchamos a los ángeles que piden mencionar el nombre para desterrar a la bestia. La respuesta emerge a través de una voz gutural cuya elongación trasboca los hedores y sonidos del infierno. La inmundicia sale de nosotros, deforme, junto con la promesa efímera de los pecadores: No lo volveré a hacer jamás. A un costado, derrotado, pero no vencido, Lucifer escucha y ríe.
David Cabarcas Salas
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Hoy me sonrió el día
Me hallaba desatento en el paradero del SITP, cuando presuroso pasó un girasol pedaleando… ¿Pedaleando? ¡Las flores no montan bicicleta!... Se trataba, de una joven ciclista llevando a sus espaldas la enorme flor que agitaba, al viento, su cabellera de pétalos amarillos.
—¿A dónde irá la dama templaría en su caballito de acero?
Quizá, a colocar amorosa la espada florecida sobre el corazón de mamá. O tal vez, va al encuentro de su novio pagano, para confrontarlo y someterlo con el poder de la primavera en el imperio de la ternura… Ah, son las cosas lindas en las que creo en este mes del Amor y la Amistad. Son los finales felices, que imagino, sucederán durante los atardeceres septembrinos… Ya llega el alimentador y tengo que irme.
Abel Gualí Valderrama
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Ménage à trois
Alicia entró en la habitación del hotel, se quitó el anillo y lo guardó en el bolso que dejó encima de la mesita. Se desnudó y se metió en la ducha. Se puso un conjunto de encaje negro a juego con unos zapatos de tacón de aguja. Mientras esperaba se sirvió una copa. Oyó cómo abrían la puerta y al verlo, sus ojos verdes brillaron como esmeraldas.
Quince minutos después de irse su cita, Alicia salió del hotel y se subió en el taxi que la esperaba. Cuando entró en su casa, su marido, un empresario de la construcción, comenzó a insultarla, ella lo miró y sonrió.
En medio de la discusión apareció el amante de Alicia y con un disparo en la cabeza mató a su marido. Se acercó a ella, la besó y con otro disparo acabó el encargo.
José María Andreo Millán – Valencia, España