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Prólogo
¿A quién habla y bajo qué lengua Pablo Andrés Rial cuando escribe “entre el espanto y la calma”? Es en sí un hecho ya irreparable: su escritura es la inminente pugna del cuerpo estoico y vital contra los vicios estatales del pensamiento. O visto de otro modo, la alegría enferma de vida arremete contra el falso tratamiento de la tristeza. Bajo tal orden, Leonor establece un tratado de vida avicerada de instintos de amor y sagrada de muerte, ante las palabras de Benicio, que gobernado por un pensamiento social excedido, busca una cura. Leonor, sujeta artaudianamente del cuerpo, extirpa la última mala idea, encuentra el sol en una llama, convocada a revolver en la basura, en los cajones, haciendo polvo toda cura posible hasta totemizar sin retorno la enfermedad de la que nace lo vivísimo, coronándola de sí, como un lugar de lo que ya no se vuelve y de lo que no se busca volver: ha borrado las huellas detrás y ha dejado finalmente la palabra vida en la boca de Benicio, como en la boca de un muerto.
Gautier Cepeda García
Fragmentos
Me preocupa verlo así
entre el espanto y la calma...
Nos preparamos para tantas cosas …
pero cuando el momento llega
nos moja la lluvia...
Nunca se refugie en la oscuridad
ni en el frío cercano
de lo que ya no volverá.
Esperar es lo que siempre hago
esperar acariciar al mundo
y que ya no muerda.
La irrisoria existencia
es el mejor engaño.
Querido:
Aquella sensación de la que usted habla es la nostalgia.
Leonor:
Dios debe ser un depresivo
que dejó todo a medio hacer.
Querido:
Tiene al sol en la llama de una vela
no pida más.
... un abrazo será siempre primero
que una despedida.
¡Lo merezco, creo merecerlo!
por acariciar al ángel
que por puro espanto esta mañana, asesiné.
Recién ahí podré envejecer
en las espaldas de los árboles
sereno al fin...
Arte decía y sonreía
como la gente que llora feliz
con su tragedia.
... pero sabe que es injusto extrañar
más a los muertos que a los vivos.