
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Enrique Buenaventura fue un hombre paciente. No se quejó nunca, a pesar de que permaneció inmóvil, por más de media hora, sudando bajo las lámparas de tungsteno. Él era un punto luminoso sobre el cual girábamos todos los que experimentábamos ese día, por primera vez, la aventura de ser luminotécnicos, sonidistas, productores, camarógrafos, fotógrafos o guionistas de documental. Brillaba con su pelo y su barba blanca.
De vez en cuando, alzaba la mirada compasiva sobre el muchacho que sostenía con los brazos estirados la pértiga del boom. Enrique llevaba una sudadera rota y estaba sentado en la mitad del escenario del TEC. Su Teatro Experimental de Cali era el tema de nuestra pretenciosa tarea universitaria audiovisual.
Le sugerimos leer: Ana Mercedes Hoyos, el color como dador de vida
Había pasado media hora y la grabación no arrancaba. El equipo encargado del sonido tenía problemas que no sabía cómo resolver. Enrique solamente movía la cabeza de vez en cuando.
Como fungía de guionista, yo estaba sentada en el piso, a unos metros frente a él. Tenía en mi mano las preguntas que guiarían esa primera entrevista. Lo miraba, él me miraba. A pesar de su semblante pacífico, sentí culpa y vergüenza. Quería salvarlo de esa situación, o al menos disculparme por ser parte de esa demora.
Así que me dirigí a él y me senté a su lado. No recuerdo qué le dije, pero fue como un encuentro de dos personas que no se ven hace mucho tiempo y empiezan a reconocerse. En un momento ya estábamos hablando de Lorca y yo le mencioné a Mariana Pineda.
“En la corrida más grande que se vio en Ronda la vieja (…) Yo pensaba siempre en ti; yo pensaba: si estuviera conmigo mi triste amiga, ¡mi Marianita Pineda!...”
Le sugerimos leer: La cosecha en la Documenta 15
Le recité de memoria esos versos que mi padre me repite siempre que me cuenta la historia de mi segundo nombre: Mariana.
El levantó las cejas y me dijo: “tú sí sabes de teatro”. Yo tenía unos diecinueve años y había leído las obras de Lorca, uno de mis primeros ídolos literarios. Y claro, Mariana Pineda, estrenada en 1927, era una de mis favoritas. Le dije eso y también algo que él seguramente ya sabía: realmente yo no era experta en teatro, ni me acercaba a serlo. Él meneó la cabeza y me dijo que no, que yo sí sabía mucho de teatro. Entonces reí por su terquedad y por el inmerecido halago.
Mariana Pineda es una obra sobre una mujer joven en Granada, España. Ella fue condenada a muerte por defender la causa liberal. La punta del iceberg de su señalado crimen: bordó una bandera con las palabras Libertad, Igualdad y Ley. Junto a otras mujeres del barrio del Albaycin, en el siglo XIX, apoyaron con sus manos y sus delgados hilos una causa no oficial. Ella se enamoró, no solo de un hombre revolucionario, sino de un movimiento que prometía ser libertario para su pueblo. Que prometía ser justo. Ella murió en el cadalso por no declarar, protegía una causa. Y por preservar la vida de un hombre que no intentó salvar la de ella.
Fue ejecutada durante el reinado de Fernando VII. Era la Década Ominosa o segunda restauración del absolutismo. Período abominable. Recordamos a esta mujer gracias a que, tras el triunfo de la revolución liberal española, Mariana Pineda fue convertida en una heroína.
“Marianita al juzgado te llaman y te llaman para declarar si confiesas lo que te reclaman aún la vida te pueden salvar a sus hijas llevan a la sala por ver si algo pueden conseguir y contesta Mariana muy firme no confieso prefiero morir”.
Estábamos en eso cuando llegó el grito: “Todo listo, vamos a empezar la grabación”. Me ubiqué en mi puesto y crucé los dedos para que las fallas técnicas no volvieran. ¿Lo lograríamos? Empecé a preguntarle cosas. Enrique respondía y era tan ameno que pareció que la grabación duró un segundo.
Le sugerimos leer: Sobre el amor en la filosofía
Imagino que habré empezado en orden cronológico, averiguando sobre sus primeros años en el colegio Santa Librada de Cali. Y sobre sus estudios de arquitectura, filosofía y letras, pintura y escultura. Tengo la leve impresión de que quizás hice alguna pregunta sobre su juventud vinculada al teatro con Carlos Chape y Andrés Crovo. Sobre sus primeras giras por Suramérica, con la compañía del argentino Francisco Petrone.
Y esperaría que, en la cadena de preguntas, haya llegado a puntos clave de sus inéditos e importantes aportes al teatro, en Colombia y el mundo. “¿También es poeta?”, le preguntaron una vez, en otra entrevista. Y él respondió: “creo que eso es lo que soy, nada más”.
“(…) préstame idioma
tus maneras, tus giros invisibles,
tu esgrima de sables y cuchillos
y también tu puñal y tu pistola.
Préstame idioma, más de tu nutrido
arsenal y del jardín de rosas,
préstame, idioma, tu palabra
porque quiero decir algunas cosas”.
Ahora que escribo este texto, recuerdo ese poema suyo. Trato de recordar todo, porque éramos una joven generación análoga, y grabábamos el documental para VHS. Razón por la que no tengo opción, ahora mismo, de conseguir una copia en digital. ¿Cómo asegurarme de qué hablamos, exactamente, ese primer día de rodaje? Fueron varias fechas y largas jornadas de grabación. “La vida es dura… ¡y dura!”, nos decía Enrique cada tanto.
Podría interesarle leer una de las columnas del editor de El Magazín cultural de El Espectador: Sin pedir ni imponer
Terminadas las primeras tomas, una vez liberado de los cables de sonido que ataban su cuerpo como a un viejo Gulliver, se acercó a mí. Me tomó por el brazo y me llevó a un lugar fuera del escenario. Ahí estaban reunidos sus actores. Volvió a insistir en que yo sabía de teatro y ellos no. “No sé de teatro, solo me llamo Mariana”, les dije. Ellos rieron cómplices.
“¡Oh! Qué día tan triste en Granada, que a las piedras hacía llorar al ver que Marianita se muere en cadalso por no declarar. Marianita, sentada en su cuarto, no paraba de considerar: ‘Si Pedrosa me viera bordando la bandera de la Libertad’”.
(Más lejos)
¡Oh, qué día tan triste en Granada, las campanas doblar y doblar!
Mariana Pineda, Federico García Lorca (1927)
Si le interesa seguir leyendo sobre El Magazín Cultural, puede ingresar aquí 🎭🎨🎻📚📖