El Magazín Cultural

María Elvira Escallón: “En el fértil suelo - la travesía”

El arte interrumpe la vida y crea diferentes resonancias que van surgiendo después de observar una obra, y eso me ha pasado muchas veces. Esta vez, frente a “En el fértil suelo - la travesía”, video instalación de María Elvira Escallón, que se presenta en el X Premio Luis Caballero, de Idartes.

María Elvira Ardila
14 de diciembre de 2019 - 02:00 a. m.
Corredor lleno de puertas, donde se debe pasar para entrar a la sala de proyección. / Cortesía
Corredor lleno de puertas, donde se debe pasar para entrar a la sala de proyección. / Cortesía

Una obra que se mueve entre polaridades: como la fragilidad y la fuerza, la esperanza y la realidad, un proceso de paz y la incertidumbre de que se cumplan los acuerdos. Esta obra es un espejo de nuestra Colombia.

Escallón se formó como psicóloga y como artista, dos saberes que le permiten transitar por las emociones y conductas del ser humano y fusionarlas con el arte. Su obra se mueve también por lo que ocurre con la depredación y la alteración de la naturaleza.

Para entrar a la instalación tenemos que traspasar un corredor asfixiante, como resultado de un montón de puertas arrumadas, espejo de la guerra. Una obra que se mueve entre polaridades: la fragilidad y la fuerza, el anhelo y la incertidumbre, la esperanza y la realidad, el desierto y el páramo, la casa y el desplazamiento, pájaros migrando y cuervos al acecho, un proceso de paz y la incertidumbre por que se cumplan los acuerdos. Esta obra es un espejo de nuestra Colombia. Nos acorrala como si fuéramos directo al matadero. Como dice la artista, “son puertas con marcos, son umbrales, son más de 35, alineadas una tras otra, el corredor que construí, que mide 14 metros de largo, aunque hubiese querido que fuesen muchos más. Son umbrales de alguna manera cancelados, desarticulados de las casas a las que pertenecieron, son despojos hasta cierto punto, que ya no brindan acceso o salida, ni son lo que es toda puerta, una solución de tránsito de afuera con el adentro. Allí se puede percibir la atmósfera doméstica alcanzamos, pero a la que ya no podemos acceder. Es muy estrecho este corredor, claustrofóbico, parece por momentos que no tuviese fin.”

Después de pasar las puertas entramos a la sala donde se observan dos videos. El primero es un video en blanco y negro que muestra a un ciego caminando y en sus hombros lleva a un hombre que sólo tiene una pierna. Estas imágenes nos remiten al conflicto, pero también reflejan la solidaridad y el apoyo de dos hombres de regreso de la guerra que los ha mutilado. Los dos se necesitan. Frente a esta necesidad mutua descubren que tienen el mismo objetivo: salir de aquel lugar donde ha acontecido la guerra. La imagen que vemos es similar al adagio, pues para salir del conflicto debemos hacerlo con ayuda y como una sociedad unida, aunque se entablen diferencias.

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En la travesía se perciben las siluetas de los dos hombres caminando: el ciego y en sus hombros el inválido. La mirada de la artista se centra en dos seres humildes, que sufren, no solo por sus heridas físicas, sino también por la monstruosidad de la guerra.

De manera fantasmal, Escallón plasma la larga jornada por el desierto que deben recorrer después de la guerra. Esa travesía marca el regreso incierto en donde no saben ni a dónde van a volver, ni si tendrán o no familias, ni de qué van a vivir. Cada historia es diferente. No sabemos qué ocurrió ni qué ocurrirá, y qué tipo de nueva vida tendrán.

En el camino se ven cuatro cuervos que están al acecho, señalando el peligro. María Elvira Ecallón posee un referente del extraordinario artista William Kentridge. Se sienten en la grabación el uso de las siluetas, el blanco y negro y una dramaturgia propia del cine.

En el segundo video la artista graba imágenes de una casa ubicada en un páramo. Para llegar allá hay que recorrer el desierto y arribar a la cima donde se encuentra el hogar, donde se puede escuchar el sonido del viento. Es allí donde quieren llegar después de esa larga noche y de días de guerra.

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El vídeo termina con una mano en primer plano escarbando la tierra. Es como si nos mostrara la ambición de terreno y el anhelo de cultivarlo. Allí se encuentran un pato de oro, un tesoro muisca, que se traduce en la riqueza de nuestro país, en los pobladores de nuestra América

La idea de realizar esta obra surgió cuando Escallón participó en el año Colombia- Francia y apreció la escultura de “El ciego y el paralítico” en Arles y de una de las frases de “La Iliada” en su Canto III: “Detuvieron los corceles, bajaron de los carros, y dejando las armaduras en el fértil suelo, se pararon muy cerca los unos y los otros.”

Escallón escribió esta frase en uno de los muros de la Biblioteca Luis Ángel Arango y la leyó una tarde de un sábado, cuando creímos que la paz había llegado a nuestra patria.

Por María Elvira Ardila

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