
En “La Vorágine”, Arturo Cova decide jugar su corazón al azar. Emprende un viaje a los llanos y a la selva amazónica colombiana para buscar su destino.
Foto: Eder Leandro Rodríguez
Algunos dicen que el protagonista de La vorágine (1924) no es Arturo Cova, sino la selva (o las selvas). Pareciera que a medida que el viaje avanza, los límites entre los personajes y las vidas no humanas —para ser más exactos, los árboles— se van disolviendo.
En palabras de Felipe Martínez-Pinzón, Ph. D. en Literatura por la Universidad de Nueva York y profesor asociado de la Universidad de Brown (Estados Unidos), Rivera evidencia una consciencia sobre la existencia de esos límites cuando leemos que las cortezas de los árboles chorrean...

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