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Natalia Reyes llega al Festival de Cine de Venecia con “Aún es de noche en Caracas”

Las directoras Mariana Rondón y Marité Ugás hablaron sobre esta producción que se presentó en el Festival de Cine de Venecia.

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David Sánchez
03 de septiembre de 2025 - 07:00 p. m.
La actriz colombiana Natalia Reyes encarna a Adelaida, la protagonista de este drama sobre una mujer que queda completamente sola en medio de un país colapsado.
La actriz colombiana Natalia Reyes encarna a Adelaida, la protagonista de este drama sobre una mujer que queda completamente sola en medio de un país colapsado.
Foto: REDRUM (Stacy Peskie, Stephanie Correa), Absolute Artists (Edgar Ramírez), Impression Entertainment (Jill Littman)
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La actriz colombiana Natalia Reyes pisó nuevamente un escenario internacional, esta vez en el Festival de Venecia, donde protagonizó Aún es de noche en Caracas, la nueva película de las directoras venezolanas Mariana Rondón y Marité Ugás. La cinta, adaptación de la novela La hija de la española de Karina Sainz Borgo, tuvo su estreno mundial en la Sala Giardino.

La película, una producción mexicana, es un thriller político y humano que refleja el colapso de Caracas en 2017, en pleno auge de las protestas y la represión que desató el gobierno. Reyes interpreta a Adelaida, una mujer que, tras enterrar a su madre, regresa a casa para descubrir que su apartamento ha sido ocupado por mujeres vinculadas al régimen. Sin refugio ni opciones, se oculta en el departamento contiguo, donde encuentra el cadáver de su vecina y se ve obligada a convivir con un joven desconocido, interpretado por Moisés Angola, un debutante venezolano que, hasta hace poco, nunca había salido de su pueblo natal.

Una protagonista colombiana en un drama venezolano

Para las directoras, la presencia de Reyes fue fundamental. “Ha hecho un trabajo alucinante, metiéndose en la piel de este personaje hasta la médula”, afirmaron en Venecia. La actriz bogotana, conocida por su participación en Pájaros de verano y en Terminator: Dark Fate, se sumergió en un personaje marcado por la pérdida: de su madre, de su casa y finalmente de su propia identidad.

“Estamos súper contentas con su entrega”, añadieron Rondón y Ugás, convencidas de que la colombiana aportó una fuerza emocional que conecta no solo con la historia venezolana, sino con una experiencia latinoamericana más amplia: la del exilio, la del desarraigo, la de millones que han tenido que abandonar su tierra.

Codirigir desde la naturalidad

El proyecto también marcó un hito en la trayectoria de Rondón y Ugás, quienes decidieron codirigir formalmente después de años de colaboración. “Después de muchas películas hemos decidido codirigir esta película, es de las dos. Siempre hemos estado juntas frente al monitor, discutiendo qué funciona y qué no. Ahora ha sido como sobrenatural. Una se iba con el fotógrafo, otra con los actores, pero no eran lugares definidos, era fluido”, explicaron.

El rodaje, que se llevó a cabo en México con un equipo internacional, fue descrito por ellas como un proceso respetuoso y enriquecedor. “Han sido increíblemente respetuosos de todo el proceso, nos acompañaron. Fue un deleite el rodaje. En la postproducción mucha gente del equipo era nuestra de antes: la diseñadora de sonido, el músico… fue casi como estar en casa”.

Caracas, personaje central

La película sitúa su relato en 2017, año de inflexión en Venezuela. “Fue un momento en que todo se radicalizó. Las manifestaciones fueron muy fuertes, el gobierno respondió con brutalidad, y después vino la ola más grande de migración: ocho millones de venezolanos han salido. La película habla de la pérdida personal de Adelaida, pero también de la pérdida de un país, de la geografía, del territorio, de lo que eres”, subrayaron las directoras.

Por eso, el cambio de título fue un gesto político. “Antes se llamaba como la novela, pero ahora es Aún es de noche en Caracas. Evidentemente solo podía transcurrir en Venezuela, no había que buscar otro país”.

Del alegórico Zafari al thriller concreto

La trayectoria de Rondón y Ugás venía marcada por su último film Zafari, un filme de tono alegórico. Aquí, en cambio, apostaron por un registro distinto: “En Zafari queríamos una reflexión más profunda sobre regímenes y Estados fallidos. En este thriller hablamos de algo muy concreto, muy localizado. Pero aunque es específico, irradia hacia todos los lugares donde impera la opresión”.

La adaptación de la novela surgió en pandemia. “A principios de 2019 la leímos, pero no estaba en nuestro radar adaptarla. Estábamos trabajando en Zafari. Fue en el encierro cuando profundizamos en la escritura, y cuando ya teníamos un guion casi final, nos invitaron también a dirigirla. Nos dijeron: diríjanla ustedes”.

El apoyo del actor y ahora productor Edgar Ramírez, que participa también en la película, resultó clave. Para él, este proyecto significó su primera experiencia como productor.

Un debutante que cruza fronteras

Si Natalia Reyes encarnó la fuerza de lo ya consolidado, Moisés Angola representó lo nuevo. “Generalmente tenemos siempre un debutante en nuestras películas. Esta vez no fue un niño, sino un joven. Lo buscamos por toda la diáspora, por todo Venezuela, hasta que lo encontramos en un pueblito muy chiquito. Nunca había salido del país y ahora está llegando a Venecia por primera vez. Lo llevamos primero a México y ahora a Europa. Su entrega es muy bonita”, contaron las cineastas.

Angola comparte la pantalla con Reyes en un duelo actoral que atraviesa la paranoia y el miedo de una ciudad colapsada. Su papel encarna la desconfianza y la necesidad de sobrevivir en un contexto donde nada es seguro.

Una película para la diáspora

Más allá de su estreno en Venecia, Rondón y Ugás tienen claro el público al que quieren llegar. “La verdad es que estamos regados por el mundo. Antes pensaba que estábamos solas, pero no. Ahora hay mucha más gente con nosotros. Ojalá esta película pueda servir para reconciliarnos, para reflexionar, para cambiar las cosas. Ojalá sirva para eso”.

En sus palabras, Aún es de noche en Caracas no es solo la historia de una mujer atrapada en una ciudad, sino también un espejo de lo que han vivido millones de venezolanos que se vieron forzados a dejarlo todo atrás.

Por David Sánchez

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