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“Escribir sobre el conflicto fue desatarme un nudo en la garganta”, Nicole Sánchez

“Hija”, el último libro de Sánchez, se encuentra en preventa y estará disponible desde marzo de este año. En este chat habló sobre la construcción de esta novela, los retos de hablarle a un público infantil de la violencia en Colombia y las posibilidades lingüísticas de la literatura.

Santiago Gómez Cubillos
21 de enero de 2025 - 01:00 p. m.
Sánchez, además, es creadora de contenido sobre lingüística y literatura.
Sánchez, además, es creadora de contenido sobre lingüística y literatura.
Foto: Archivo Particular
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Cuénteme sobre su último libro, “Hija”.

Es una novela de suspenso y acción sobre un monstruo y una profecía, pero no quiero decir más para no arruinar la trama. Lo que sí puedo decir es que la historia está inspirada en un mundo polarizado, odioso y carente de amor, que es como la gente de mi generación, sobre todo las mujeres, tiende a verlo. Un día sentí la necesidad de escribir algo a partir de ese sentimiento, y de ahí nació “Hija”, que es una novela sobre el odio, lo abyecto y la falta de amor en el mundo.

¿Cómo se compara la experiencia de escritura de “Hija” con otras que tuvo anteriormente?

Fue bastante diferente, aunque cada una tiene su dificultad. Con “Hija” tuve mucha más libertad, en comparación con lo que me pasó con “Belo: un héroe del campo”, que es una alegoría del conflicto colombiano contado para niños. Cuando escribí ese libro estaba todo el tiempo pensando en cómo hacerle entender a un público infantil algo tan complejo como el desplazamiento forzado, las minas antipersonas, las aspersiones aéreas, la extorsión y demás. Con “Hija” no tuve esa dificultad, pero de todas maneras es un libro más largo, con muchos más personajes y tramas secundarias, entonces a nivel estructural es una historia más compleja. “Belo” se escribió mucho más “rápido”, aunque con mucho cuidado.

Ahora que menciona “Belo: un héroe del campo”, ¿por qué considera que es importante hablar con los más pequeños sobre el conflicto armado colombiano?

Porque para mí todo empieza desde la educación. Estudié en un colegio privado y a nosotros nunca nos mencionaron nada sobre el conflicto armado. Eso era una cosa que estaba por allá lejos de Cartagena, y supuestamente no tenía nada que ver con nosotros. Tanto así, que los niños hacían chistes y organizaban juegos con eso. Ahora me da vergüenza pensar en que en esa época eso era el conflicto para mí, un juego. Después crecí y mi abuela me contó que ella se fue de Barrancabermeja porque a mi abuelo lo tenían amenazado por ser trabajador de Ecopetrol, fue por eso que ellos terminaron aquí, en la costa. Para mí, escribir sobre el conflicto fue desatarme un nudo en la garganta. No podía ver a otra generación crecer como lo hizo la mía, que nunca tuvo ningún tipo de contacto con esa realidad, porque eso forma también a adultos inconscientes, entonces quise escribir este libro para que esa educación comenzara desde abajo. Aunque, eso sí, hay todavía muchos colegios —sobre todo los privados— reticentes a implementar este tipo de literatura en sus programas.

Los libros infantiles tienden a definir mucho quiénes son los buenos y quiénes son los malos, ¿cómo hizo para evitar ese maniqueísmo?

Todo el tiempo estuve pensando en cómo vería esto un niño. Se ve mucho en la historia que una persona que es víctima de cierto grupo armado se une al bando enemigo porque no conoce otro contexto que no sea el de la guerra, pero un niño no tiene esa visión sesgada de la realidad. Es por eso que escogí esa perspectiva para narrar esta historia. Belo, la serpiente cascabel protagonista del libro, es muy joven cuando un grupo de pumas lo reclutan y lo sacan de su pueblo. Él logra escapar, y cuando vuelve a su pueblo se da cuenta de que ahora lo controla un grupo de jaguares que es prácticamente igual y que además lo acusan de haberle ayudado al grupo enemigo. Entonces, lo que quería dar a entender es que para Belo, como pasa en la historia, ni el uno ni el otro son buenos. Al final él termina desplazado en la ciudad con un único deseo: poder volver a su tierra. Porque a diferencia de muchos niños que de entrada crecen en el entorno de la violencia, Belo sí conoció la paz antes de que todo esto pasara. El reto más grande fue ese, tratar de darle objetividad a esta historia, y que se entendiera que no es un tema de paramilitares o guerrilleros.

Es oriunda del Caribe, ¿cómo ha moldeado esto la literatura que escribe?

No en todos mis libros utilizo el dialecto costeño, porque eso realmente depende de lo que quiera expresar. Por ejemplo “Hija” sucede en un pueblo ficticio, en el que no se habla de esa manera, mientras que en la colección de cuentos “Solo quedaron las cáscaras”, que está inspirado en la cotidianidad cartagenera desde un punto de vista femenino, sí que lo uso. Incluso, con ese libro pasó algo muy interesante, y es que para mí escribirlo fue lo más natural del mundo, pero cuando lo empecé a promocionar recibí muchos comentarios de gente escandalizada porque mis personajes hablaban así. Quedé sorprendida, porque me preguntaba: “¿Cómo voy a hablar de Cartagena sin usar las palabras que se usan aquí?”. Creo que hay personas que todavía tienen una idea muy cerrada de la escritura, pero a esos les digo que hay que descentralizar tanto la lengua como la literatura.

En ese sentido, ¿qué opina de la idea de que existe un “buen” y un “mal” español?

Creo que cualquier lingüista con tres dedos de frente, que haya ido a la universidad, debe saber que con prescriptivismo no se puede estudiar la lengua. Esto quiere decir que uno no puede estudiar la lengua como uno quiere que sea, sino que tiene que verla como realmente es. Entonces, no existe un “buen” y un “mal” español, cada territorio tiene su variedad dialectal y uno no puede decir que uno es correcto y otro no. De hecho, esa es una idea que se remonta al siglo XVII con la formación de las academias francesa y española, y es algo que, tristemente, hemos heredado y seguimos replicando. Lo pensé cuando entré a la carrera y dije —siendo costeña— que nosotros hablábamos como “rarito”, por el famoso “golpeado cartagenero”, pero cuando estudié me di cuenta de que son fenómenos lingüísticos a los que no hay que asignarles un juicio de valor.

Sus libros no se encuentran en librerías, ¿por qué decidió irse por la autopublicación?

Me gusta la pregunta, porque eso no es nada nuevo. En Estados Unidos y Europa hay decenas de miles de autores autopublicados que arman sus propias campañas publicitarias, venden sus libros por internet y viven de eso sin depender de ninguna editorial. A mí se me han presentado editoriales buenas que quieren publicar mis libros, pero las he rechazado porque no traen ofertas que me llamen la atención. Hay autores de gran alcance a los que les ofrecen unos contratos enormes, y ellos solo se tienen que preocupar por ir entregando lo que la editorial les pide, mientras que con los más pequeños normalmente ofrecen un 10 % de las ventas, la editorial se encarga de la impresión, pero la promoción del libro casi que queda toda en las manos del autor. Es por eso que, por el momento, para mí es mucho más rentable la autopublicación. Ya si en el futuro se presenta una oportunidad que valga la pena con alguna editorial muy probablemente la consideraré, pero por ahora estoy mejor así.

Santiago Gómez Cubillos

Por Santiago Gómez Cubillos

Periodista apasionado por los libros y la música. En El Magazín Cultural se especializa en el manejo de temas sobre literatura.@SantiagoGomez98sgomez@elespectador.com
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