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“La danza es una forma de expresar con el cuerpo esas palabras que no encuentro”

Isaac Barbosa Arroyo dirige la obra de danza “Libia Madre”, que se estrena el 24 de enero en el teatro La Quinta Porra. En este chat, habló sobre su proceso creativo, su carrera como joven creador y sus ambiciones en el mundo del arte.

Santiago Gómez Cubillos
20 de enero de 2025 - 12:00 p. m.
Isaac Barbosa Arroyo ha sido director otras dos veces en las obras “La condena” y “Dream Drama”.
Isaac Barbosa Arroyo ha sido director otras dos veces en las obras “La condena” y “Dream Drama”.
Foto: Nicolás Bolívar Botero
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¿Cómo surgió la idea de “Libia Madre”?

A mí el teatro es lo que más me apasiona en el mundo. Hacer y ver teatro para mí es algo indispensable. Lo necesito para estar feliz, aunque a veces me saque canas hacerlo. Entonces, más o menos en marzo del año pasado, se me ocurrió hacerle un regalo a mi mamá, uno que le hiciera sentir todo el amor que tengo por ella, y me di cuenta de que para mí no había una forma más grande de hacer eso que haciendo una obra de teatro en su honor. Así surgió “Libia Madre”.

La obra entonces gira en torno a ella...

No exactamente, porque yo no quería que fuera algo autobiográfico. Quise más bien que fuese sobre la relación con mamá —o con una figura materna—, porque además esto permite que cualquier persona que vaya a verla pueda sentirse identificada. Uno de los mensajes de esta obra es que todos tenemos una relación con mamá. Sea una madre ausente o sea una madre presente, es un vínculo que está ahí porque es necesario para nuestra existencia. Todo esto yo lo fui trabajando con mis bailarines porque mi forma de dirigir está muy ligada a esa exploración con la gente de mi equipo.

¿Por qué decidió que las flores fueran el hilo conductor de esta obra?

Yo crecí en un ambiente lleno de flores. Mi mamá es psicóloga, pero también ha trabajado toda la vida con un cultivo que exporta flores. Entonces, en mi casa desde niño siempre hubo flores, al igual que en la casa de mi abuela y de mis tías porque ella siempre se las regalaba. Fue así que desarrollé un amor muy genuino por ellas; me encantan las astromelias, los claveles; las gérberas son mis favoritas, a pesar de que dejaron de producirlas entonces ya no las veo en mi casa, pero las recuerdo con mucho amor. Las flores son el hilo conductor de la obra porque siempre me recordarán a mi mamá. Por otro lado, la obra también gira en torno a lo parecidos que son los seres humanos a las flores, y las bailarinas que hay en escena demuestran eso. Las flores también tienen un ciclo, son una semilla que pronto ve que el mundo es más que la tierra en la que empezaron, se llenan de colores, sienten el viento, se rompen y algunas se curan, otras se marchitan, pero cuando mueren dejan más semillas. La experiencia humana no es muy diferente a eso. Nosotros vemos que el mundo es distinto al hogar en el que crecimos, nos abrimos a un gran abanico de posibilidades y, cuando al fin fallecemos, también dejamos semillas.

¿Por qué escogió la danza como el vehículo para llevar este mensaje a su mamá?

Porque me gusta meterme en problemas. Yo no soy bailarín, yo soy actor, pero siempre me ha llamado muchísimo la atención la danza y es algo que he explorado en las otras dos obras que he dirigido. Claro, todavía es algo muy emergente y cometo muchos errores, pero también tengo muchos aciertos y así es como he ido descubriéndome como director. Por ejemplo, también me di cuenta de que me interesa mucho la música en vivo y una de las cosas más impresionantes que tiene esta obra —tanto que en el último ensayo salí llorando de la emoción— es que toda la música es únicamente vocal y se hace ahí mismo en escena. Sin embargo, realmente la razón por la que decidí irme por la danza también es porque para mí es una magia. Con la danza yo puedo hacer reír, puedo hacer llorar, puedo conmover y todo eso sin decir una sola palabra. Y eso es quizás lo que yo siento por mi mamá. Yo puedo decirle a ella “te amo”, pero a veces eso no basta y la danza es una forma de expresar con el cuerpo esas palabras que no encuentro.

¿Cuándo empezó ese impulso por dirigir?

Yo recuerdo que todo esto empezó después de que fui a ver una obra de danza improvisación que no me gustó nada. Salí ese día muy decepcionado porque los bailarines eran buenos, el espacio era hermoso, pero la obra era muy mala. Y pensando en qué hubiese hecho distinto, pasó lo inevitable y fue que me decidí a crear mi propio proyecto. Porque, además, soy muy fiel creyente de que uno no puede esperar a que las puertas se abran solas. A mí me han dicho tantas veces que no, que decidí abrir mis propias puertas y abrírselas a los demás. De ahí nació “Dream Drama”, una obra de danza improvisación que giraba en torno a la pregunta: ¿qué estaría dispuesta a hacer la gente por fama? Esa vez nos fue súper bien y, a pesar de que ahora que miro para atrás y hubiese hecho muchas cosas distinto, ese es un proyecto que siempre guardaré en mi corazón.

En ese sentido, ¿qué cree que ha cambiado desde esa experiencia?

Esa fue la primera vez que yo tuve que llenar un teatro. Eran cinco funciones de a 50 personas cada una, así que tuvimos que vender 250 boletas y eso es algo que ahora me parece admirable. El hecho de haberme lanzado a hacer eso sin tener idea de absolutamente nada. Pero, lo traigo a colación porque creo que una de las cosas que han cambiado son mis metas. Antes me parecía mucho un teatro de 150 personas, ahora me parece mucho uno de 800, que es con el que estamos trabajando para “Libia Madre”. Más adelante va a ser grande llenar uno de 2.000 y así. Creo que eso es algo que me caracteriza, soy muy ambicioso y con eso vienen retos: ahora quiero hacer cosas más grandes, pero nadie dijo que soñar era fácil y yo soy una persona que cree en sus sueños.

¿Hay algo que haya visto en estos primeros años y quisiera conservar por el resto de su carrera?

Me gustaría seguir trabajando con personas que me inspiren tanto como lo han hecho los que me han acompañado hasta ahora. Es gente que ha creído en mí, que tiene muchísimo talento y que realmente me impulsa a trabajar. Y también quisiera seguir siendo un soñador, porque eso es lo que me ha traído hasta aquí. Precisamente, mi colectivo se llama Insomnio porque cada vez que tengo un proyecto no puedo dormir porque no puedo dejar de pensar en él. Entonces me gustaría conservar eso, seguir siendo una persona inquieta que se aferra a sus sueños, por más locos que sean.

Santiago Gómez Cubillos

Por Santiago Gómez Cubillos

Periodista apasionado por los libros y la música. En El Magazín Cultural se especializa en el manejo de temas sobre literatura.@SantiagoGomez98sgomez@elespectador.com

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