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Los tiempos del arte pueden ser difíciles de entender: casi nadie se pregunta por lo que se requiere para crear una obra. Las horas, días o meses detrás de un verso. La soledad de un taller de pintura. Las ideas y el tiempo de estudio y reflexión e interrogantes sin respuestas que conllevan la literatura, el cine, la danza o cualquier manifestación que reflexione sobre la condición humana y su entorno. Y Juan David Correa se posesionó como el ministro que lo entendería. Su llegada a esta institución se recibió con esperanza. Para muchos, a pesar de su casi nula experiencia en la gestión pública, su sensibilidad y experiencia serían suficientes para mediar entre el Gobierno central y un sector de artistas que, históricamente, se ha quejado de la apabullante indiferencia de los mandatarios de turno.
El discurso de Correa y los avances que dio en las primeras declaraciones sobre lo que querría que fuese su gestión fueron suficientes para que algunos artistas redactaran una carta de agradecimiento al Gobierno nacional por la decisión, que calificaron de acertada: “Reconocemos que el sector ya empieza a ver los frutos de estas decisiones. Los frutos de la audacia”. Las complicaciones llegaron con el tiempo por, entre otras cosas, el Programa Nacional de Estímulos.
La ejecución de este programa se ha convertido en el talón de Aquiles para quien sea el funcionario encargado de la cartera de Cultura. Aunque Juan David Correa contaba con el monto más alto de la convocatoria en toda su historia ($33.390′282.000), no logró superar los problemas relacionados con la gestión de recursos y la implementación de estrategias para cumplir con los pedidos de los artistas.
En 2024, el anuncio de los resultados se retrasó más de lo esperado debido a un hackeo que afectó las páginas y redes del ministerio, que no ofreció mayor información sobre lo que ocurriría con la publicación de estos. Hicieron falta cuatro meses para que el problema se solucionara y ese silencio generó incomodidad en un sector que, de nuevo, comenzó a desconfiar de la burocracia estatal.
Si bien este no fue el primer gabinete ministerial en enfrentar reclamos y quejas por el proceso de diseño, convocatoria, evaluación y selección de propuestas, lo que preocupó fue que persistieran problemas de los que se habían tenido noticias desde hace 27 años. La institución reconoció que se desbordó por la cantidad de propuestas inscritas, a pesar de que en su momento este fue presentado como un logro.
Cuando el exministro cumplió un año en el cargo, habló para este medio y admitió que falló en “considerar que todas las convocatorias tenían que abrirse al país y eliminar muchas cosas que beneficiaban a ciertos sectores urbanos”. También dijo que se hizo consciente de que existió una “excesiva idea de que se podía hacer mucho en tan poco tiempo”.
En esa misma entrevista, destacó el lugar privilegiado que el “Gobierno del cambio” le había dado al patrimonio como un asunto de alto valor político, lo que se haría evidente con la recuperación del Hospital San Juan de Dios y el galeón San José, tareas para las que el presidente Gustavo Petro asignó al Ministerio de Cultura varias de sus labores más importantes.
Correa siempre enfatizó en el diálogo con los distintos sectores para asegurar recursos, no solo económicos, sino también técnicos e investigativos. Por ejemplo, desde su cartera se defendió que “Colombia hoy es pionera en la investigación de patrimonio cultural en aguas profundas” y se demostró que la expedición científica logró estudiar un área de más de 461.000 m², área equivalente a 40 canchas de fútbol profesional. Sin embargo, aunque la entidad asegura que se han cumplido todos los requisitos para la preservación del naufragio, estas afirmaciones fueron cuestionadas por algunos expertos y políticos.
El 27 de agosto de 2024, la congresista Jennifer Pedraza y el experto en patrimonio sumergido Juan Guillermo Martín criticaron la gestión de Correa y del presidente Petro sobre el galeón San José, alegando que hubo una elaboración apresurada del Plan de Manejo Arqueológico, sin la debida participación científica, y avances limitados en la modificación de la Ley 1675. También denunciaron exploraciones sin licencias arqueológicas y falta de transparencia en el uso del presupuesto para la preservación.
En respuesta, Correa defendió su gestión, asegurando que el plan siguió estrictos procedimientos científicos y calificó las acusaciones de infundadas. Aclaró que el plan no era un proyecto de investigación, sino una herramienta de gestión, aunque los críticos sostuvieron que la falta de participación académica afectó su legitimidad y efectividad. Estas declaraciones fueron criticadas por Pedraza, quien comentó que parece haber una imposibilidad para comunicar los desaciertos de este Gobierno. Su queja no fue la única frente a la falta de apertura al diálogo, aunque, desde su nombramiento, Correa defendió una “gestión abierta, dispuesta a estrechar lazos y escuchar a todas las partes”.
Juan David Correa: el antes y el después de un periodista convertido en ministro
Que al convertirse en ministro de Cultura y enfrentarse al aparataje del Estado, Juan David Correa iba a entender más el pensamiento de Kafka en vez del de Shakespeare, contó Giuseppe Ramírez el pasado viernes, 31 de enero, durante los Diálogos que este Magazín cultural realiza presencialmente en el Gimnasio Moderno. En aquella charla se habló de una supuesta crisis en el Ministerio de las Culturas con motivo de varias preocupaciones alrededor de la cartera: la ejecución del presupuesto de 2024 y la forma en la que se estaban comunicando sus avances, el pago a contratistas y organizaciones territoriales, además de las comunicaciones internas y externas del líder de esta institución.
Se habló sobre el antes y el después de este naciente funcionario público, quien se había desempeñado como periodista, director de la revista Arcadia, autor de libros y editor de la editorial Planeta.
“Los que hemos sido artistas y entramos a la gestión pública sentimos dolor por lo que hacemos, así que trabajamos para que todos los sectores estén equilibrados en sus necesidades. La gestión cultural y pública es muy diferente a la práctica artística. Hay que entender cómo funciona el Estado, además de que no se tienen cuatro años para el trabajo, como todo el mundo piensa: se recibe un plan de desarrollo ajeno que se tiene que terminar de ejecutar, trata de crear el propio y ejecutarlo en el segundo año. En el tercero se continúa y en el cuarto hay que entregar. Los tiempos de lo público son muy desafiantes y si uno no sabe ejecutar, se queda en intenciones que no logran atender las necesidades de la gente”, dijo Catalina Valencia, quien también es artista y fue secretaria de Cultura de Bogotá durante la alcaldía de Claudia López. Para ella, sí se notó un grado de improvisación durante la gestión de Correa, pero aclaró que la responsabilidad no era un asunto exclusivo de su gestión, sino un vacío estructural.
“Necesitamos un Ministerio de Cultura para el siglo XXI, se requieren lecturas sobre lo que se está produciendo y una política pública de fomento a las artes, saberes y oficios. También es necesaria una restructuración: no avanzamos en la discusión sobre si las culturas son solamente las artes o no. Si sacamos el Plan Nacional de Estímulos, ¿qué queda en el Ministerio? Tal vez la Ley de Cultura, pero aún las estamos esperando. Sin estas reformas, solo quedan documentos de consulta interesantes, pero en ejecución se quedan cortos”.
“Queda mucho por hacer y por resolver. Me voy con la convicción de haber dejado, a quien asuma esta responsabilidad, proyectos estructurados, el manejo impecable del presupuesto y una apertura constante a combatir el patriarcado, el clasismo, la racialización y la aporofobia, y a defender lo público, lo común, lo colectivo sobre el individualismo y la corrupción que reina desde hace décadas en el país”, dijo Correa en su carta de despedida, el único medio por el que, hasta el cierre de esta edición, expresó las razones por las que renunció al cargo.
Quedan también dudas sobre el futuro de esta cartera, que ya padeció varios meses de orfandad durante este gobierno, algunas preguntas para Correa sobre la forma en la que se comunicó a través de su cuenta de X y de sus comunicaciones internas, dudas sobre su postura con respecto a la decisión de publicar la transmisión de un Consejo de Ministros con tantas alusiones a la cultura, pero sin su intervención y el balance de su cartera, además de su futuro político, que, según dijo para la revista Cambio, no terminará con este ministerio.
Por Laura Camila Arévalo Domínguez
Por Samuel Sosa Velandia
