En 1976, luego en 1989 y la tercera en 2024. La historia no es ideal: hay que jugar con lo que la realidad y sus posibilidades ofrecen, para bien o para mal. Ninguno querrá que un medio de comunicación desaparezca, no solo por el número de personas que perderán sus empleos, sino por el impacto que eso tendrá para una democracia.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
En 2024 aparecieron las otras dos vidas de la revista Gaceta. Su propósito: aportar a las discusiones que a la sociedad colombiana necesita tener.
En una conversación en septiembre del año pasado para este diario, Hugo Chaparro Valderrama, que para ese entonces era el director, dijo: “Algo que no deja de causarme asombro es que, cuando lees un artículo en la virtualidad, esas publicaciones te dicen cuánto vas a tardar en leerlo, editorializando tu tiempo de lectura. ¿Acaso la reflexión tiene cronómetro? Uno de los ejes que tiene la revista es recuperar la crónica narrativa, que haga del lenguaje algo plástico, muy sólido y literario”.
A pesar de la salida de Juan David Correa del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes, quien impulsó el resurgimiento de Gaceta, con la llegada y permanencia de Yannai Kadamani Fonrodona, la revista ha mantenido su identidad y su enfoque, incluso con el cambio de Daniel Montoya, que si bien desde un principio hizo parte del equipo editorial -y lo sigue siendo- lleva ya varios meses como director de un medio que se reconoce como público, que funciona bajo esa lógica, pero que no sirve como canal de propaganda: está abierto a la libertad de sus editores y de las voces que han incluido en las nueve ediciones publicadas desde abril de 2024.
Desde ese entonces, Gaceta ha contado con más de 350 colaboradores: escritores, cronistas, periodistas, artistas, ilustradores, diseñadores de todas las partes del país han hecho parte de los temas de Selva, Televisión, Oro, Agua, Frontera, Alimento, Sexo, Información y Drogas, que corresponden a cada una de las ediciones publicadas.
“Gaceta revive gracias a que queríamos proponer una publicación cultural desde el ministerio para apoyar el periodismo cultural y demostrar que el Estado puede hacer proyectos de comunicación que sean democráticos y no dogmáticos. Creo que así lo ha probado, habida cuenta de su reconocimiento en los Premios Simón Bolívar, con tres premios. Definimos un director y un equipo que no dependiera del ministro o ministra y que pudiera trabajar con independencia dentro de unas líneas que trazamos dentro de lo que querríamos”, dijo Juan David Correa en entrevista para este diario.
Daniel Montoya también habló de los Premios Simón Bolívar que ganó Gaceta en las categorías de entrevista, crítica y crónica, y los consideró un espaldarazo a un proyecto que, según contó también para este artículo, se pensó para ser posicionado en poco tiempo, pues, al menos, está garantizado hasta agosto de 2026, pero que se espera que por su trabajo e incidencia supere el cambio de gobierno y todos los factores externos que se puedan presentar.
“Eso empieza a plantear un escenario donde los medios públicos son posibles. Gaceta funciona de forma totalmente pública: su vocación es pública, no es divulgación estatal ni divulgación gubernamental. Es una revista con un interés público más amplio y menos instrumental”, aseguró Montoya.
En esa misma vía, Catalina Trujillo-Urrego, que ha sido correctora de estilo de Gaceta, periodista de Casa Macondo y autora del Fondo de Cultura Económica, consideró que la revista hace “que no solo haya una confluencia de voces diversas desde todas las áreas del conocimiento, sino que haya pluralidad alrededor de todos esos temas que atraviesan la cotidianidad. En un país como Colombia, se necesita con urgencia una sociedad no aconductada, sino formada e infomada en los temas que la sociedad requiere que se discutan, que se analicen y que se puedan estudiar desde todos los puntos analizables, no solo desde una postura ideológica, sino desde una apertura del conocimiento”.
En tiempos de inmediatez, de precarización laboral, de falta de credibilidad en los medios y de ausencia de debates, la tarea de sostener y apoyar un medio, y más si es cultural, puede ser titánica: si bien el proyecto está pensado para una democracia, resulta no siendo masivo o consumido por las mayorías.
“A partir de los noventa y con la llegada del neoliberalismo, el país comenzó a insistir en que todo aquel proyecto cultural no debía estar en las instituciones y nos condenó a ser testigos y no parte, como ciudadanos y servidores públicos, del destino del país”, comentó Correa.
En ese sentido, Montoya también afirmó: “Gaceta no se rige por dinámicas de mercado, sino de interés público. Eso cambia todo. Nos libera de presiones comerciales. No se tiene que vender. Muchas veces se dice que el periodismo cultural no es rentable. Pues no tiene que serlo. Para eso existe lo público. ¿El sistema de transporte público es rentable? No. Y yo pago impuestos para que llegue a tiempo. Lo mismo con la información pública: tiene que ser accesible y de calidad, no rentable. Como nos han dicho que la cultura no es rentable, la han ido eliminando. Prácticamente han desaparecido los medios culturales impresos en este país. Es un proyecto frágil porque es incómodo. No a todo el mundo le gusta. Puede pasar que la cierren en 2026 o 2027. Puede pasar, ya ha pasado antes. Pero será un espacio a reconquistar. Ya la cerraron dos veces; esta es la tercera vez que existe; y si toca volverla a abrir, habrá que hacerlo. Porque nos merecemos estos espacios de conversación”.
Si le interesa seguir leyendo sobre El Magazín Cultural, puede ingresar aquí 🎭🎨🎻📚📖