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Ruth Bader Ginsburg fue educada para cuestionar todo a su alrededor. La lectura y el debate fueron las bases de su educación. Fue una de las primeras mujeres en entrar a la Escuela de Derecho de Harvard. De hecho, perteneció a la sexta generación de mujeres formadas en la institución, aun cuando las personas a su alrededor, incluyendo a algunos compañeros, profesores y decanos, creían que el mundo del derecho, y el mundo en general, era exclusivo para los hombres. Y es que cuando le preguntaron por qué creía que había sido merecedora de un cupo que pudo haber sido asignado a un hombre, respondió sarcásticamente: “Mi esposo cursa segundo año. Entré a Harvard para aprender más sobre su trabajo. Así sabré ser una esposa más paciente y comprensiva”. Luego añade: “Vinimos a Harvard a ser abogadas, ¿a qué más?”. Pero Bader Ginsburg no iba a ser una más del montón. Con el tiempo iba a ser partícipe de un cambio social radical. Así lo muestra La voz de la igualdad, película inspirada en la vida de quien sería la segunda mujer en ser jueza de la Corte Suprema de Estados Unidos.
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