“Ser artista te da la responsabilidad de exponer tus monstruos”

El desamor y sus daños colaterales son algunos de los grandes mantos que componen la trama en la que se envuelve "L’immensità".

Foto: Bienal de Venecia

Para Emanuele Crialese, han transcurrido once años desde su última película hasta el estreno de L’immensità, en la Mostra de Venecia.

Que un cineasta de fama, con una carrera artística floreciente, haya estado tanto tiempo sin rodar “puede parecer sospechoso”, dice entre risas el director italiano, pero aclara que sencillamente estaba viviendo su vida, “como cuando mueres para renacer, estuve en una etapa necesaria para reorganizar prioridades y cuestiones personales”, apunta.

Durante esa fase, entre diversos menesteres, el también director de Terraferma (2011) y Nuovomondo (2006), escribió L’immensità, protagonizada por Penélope Cruz, un filme que se nutre principalmente de su propia historia y de la de su familia.

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Desarrollada en la Roma de los años 70, en el seno de una familia de clase media compuesta por los niños Adri, Gino y Diana, y de una pareja evidentemente rota; Clara, la madre, trata de llenar con todo su amor las fisuras y heridas abiertas, mientras intenta sobreponerse a la violencia de un padre en corbata y traje, ausente e infiel. Adri, que no se identifica con su cuerpo, se enfrenta al conflicto de su identidad pero también asume el rol de defender a como de lugar a su madre.

“He dicho que Adri soy yo”, reafirmaba en esta entrevista el director romano quien reveló en el encuentro con la prensa internacional ser un hombre transgénero, “así que por supuesto que esa fue mi transición y puede que el foco esté en ese personaje, pero el filme no trata solo de su historia de identidad, es más bien sobre la relación con su madre, con el hermano y la hermana, pero también con el padre en el contexto de la familia”, apunta.

“No es que me haya abierto al mundo, no se trata de salir del armario”, deja en claro, “lo que hago es narrar esto que llevaba en el corazón y que no es sobre transgénero”.

El desamor y sus daños colaterales es uno de los grandes mantos en los que se envuelve L’immensità. El microcosmo de los niños se tambalea y las consecuencias se muestran en trastornos alimenticios, una rehúsa comer, el otro se atiborra de comida. El gran amor de la madre no parece suficiente muro de contención.

“Un niño que se supone es fruto del amor, que piensa que su existencia se justifica por dos personas que se amaban, se cuestiona su identidad cuando lo que hay en su entorno es desamor”, analiza, “entonces lo que planteo es qué sucede con un niño que crece en ese contexto, cómo se orienta en su vida y cómo forma su identidad”.

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Revivir los recuerdos, sobre todo los amargos, fue un proceso difícil para Emanuele Crialese. Recrear la violencia que sufrió su madre, no solo le hace reflexionar sobre el conflicto entre el padre que golpea a su esposa y el amor que le profesa a sus hijos, sino también sobre cómo a una mujer que vive una situación de violencia le achacaban -y le siguen atribuyendo hoy en día- problemas sicológicos.

“¿Estamos seguros de que ella tiene un problema psicológico o es la sociedad la que lo tiene al permitirle a un hombre que le dé una paliza a una mujer?, ¿al impedir que una mujer salga de esa situación y que se divorcie?, ¿acaso tiene ella un problema psicológico o es el entorno en el que vive el que lo tiene?”, inquiere Crialese.

“En esas preguntas radica mi búsqueda en la vida”, afirma, “así que tenemos que tener cuidado porque la sociedad tiende a tener miedo y dudar hacia todo aquello que parezca diferente a nuestros estándares”.

Al pensar en la Clara de su película que representa a su mamá, Crialese confiesa que uno de sus mayores temores era que su madre fuera internada en un manicomio. Tanto le aterrorizaba esa posibilidad, que decidió incluirlo en la película, lo cual percibe como una gran revelación personal el hecho de haber expuesto en este filme sus miedos y deseos.

“Ser un artista te da la responsabilidad de exponer a tus monstruos, que también son parte importante de tu vida y develan las característica que te definen como persona”, reflexiona el cineasta italiano.

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A pesar de las oscuridades que plantea L’immensità, no todo es pesadumbre, de hecho la película posee una maravillosa luminosidad que viene dada por varios aspectos, pero sobre todo por el nexo indestructible entre la madre y sus hijos, en especial entre Clara y Adri.

En el blanco y negro de la pantalla de la televisión, un mundo y a la vez refugio que confiesa le llevó a convertirse en cineasta, Raffaela Carrà derrocha gozo, feminidad, fuerza. En la imaginación de Adri, allí donde todo parece perfecto, su madre se mete en la piel de la Carrà, cuando canta y baila es sencillamente feliz.

“Ver a mi madre siendo Raffaela Carrà era mi deseo de niño”, dice sonriendo el cineasta. Ese anhelo lo pudo hacer realidad en L’immensità y a pesar de ser ficción, es evidente que a Emanuele Crialese le ha proporcionado una grandísima alegría.

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