El Magazín Cultural

Todo virus es político (Opinión)

Vivir la cuarentena no es igual para todos. Sobrevivir será aún más difícil para un gran porcentaje de la población a nivel mundial. 

Óscar Hembert Moreno Leyva
01 de abril de 2020 - 05:14 p. m.
Aristóteles, quien consideraba que el hombre era un "animal político".  / Cortesía
Aristóteles, quien consideraba que el hombre era un "animal político". / Cortesía

En tiempos de cuarentena, algunos privilegiados hemos podido “utilizar” el tiempo para volver a leer y escribir lo que teníamos pendiente, teniendo, claro, la nevera llena y ahorros para mitigar el transcurrir de las semanas. Desempolvando mi librería, me encontré con la voz porteña del escritor Marcelo Figueras, llamada Aquarium (2009), donde en un aparte del libro dice: el mundo suena con sordina, como ocurre cuando es feriado. Todos los días parecen feriado. (...) Las pocas veces que salgo recurro a un taxi. Los taxistas no hablan o hablan de la peste. Uno de ellos me dice que rocía el interior del vehículo con alcohol, cada vez que baja un pasajero. Después de pagar bajo rápido, para no ser fumigado (...). Lo que me alivia de la peste es que, me digo, en algún sentido es democrática. Ya no se trata de sospechar tan sólo de los pobres (...). Pero enseguida me corrijo: la enfermedad es democrática en el contagio, sin embargo, es fascista en sus consecuencias. La gente que vive mal y come peor es la única candidata a morir. Los bien alimentados, como el jefe del gabinete de Macri, se recuperan enseguida. (...) ¿cuánta gente morirá año tras año de la gripe común (...)? Apostaría cualquier cosa a que muere más gente que la que murió y morirá este año por cuenta de la H1N1. Pero (...) los que sucumben a la gripe común deben ser gente pobre, niños, viejos, moradores de sitios remotos del país-la clase de gente que no da bien en cámaras, y por ende no califica para las noticias. (...) Me pregunto si todo esto no será un reality show a escala planetaria. 

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Estas palabras rebotan en mi cabeza mientras leo las noticias a diario de los nuevos casos de Covid en Colombia y en el mundo. Tengo el tiempo para leer, es un privilegio que no todos se pueden dar, y menos si sabemos que leer y comprar libros viene, obligatoriamente, con tener algunos ahorros para sostenerse estas semanas. Todos tenemos miedo, es cierto, pero no todos sabemos como afrontar este nuevo capítulo en la historia de la humanidad. Como historiador, me siento entusiasmado con este momento ya que nos plantea nuevos retos en la posible historiografía del mismo, y conversando con amigos de otras áreas del saber, nos da curiosidad por entender no sólo como llegamos a este punto, sino como vamos a salir de él. Pasamos leyendo nuestros autores favoritos o esperamos sus entrevistas en youtube para que nos den una nueva idea para debatir, para pensar, para estar en desacuerdo. Tenemos sus libros de cabecera, discutimos sus posturas al leer a Michel Foucault, Achille Mbembe, Giorgio Agamben, Slavoj Zizek, Judith Butler, Dario Sztajnszrajber, Jorge Alemán o Byung-Chul Han, hacemos con ello semanalmente nuestra “sopa de Wuhan”, que luego damos nuestras postreras definiciones en whatsapp o Facebook. Pasamos de lo negativo a creer que habrá alguna luz al final del túnel, en mi caso, no me veo buscando luz o sombras, soy historiador, y como tal me proyecto algún día explicando esto como una historia más de las millones que ha tenido la humanidad. Aunque, a veces me digo, como periodista freelance, ¿debo escribir la historia o ser parte de ella?, siento que no da para conciliar las dos, debemos elegir una, y este momento nos exige tomar posturas, buenas o malas, debemos tomarlas.

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Aristóteles decía algo así, La ciudad (polis) es una de las cosas que existen por naturaleza; y el hombre es, por naturaleza, un animal político. Todo es político, todo aquello que afecta y es afectado por la humanidad, por ende todo virus es político, el virus es democrático en su infección, ha afectado a ricos y pobres, hombres y mujeres, pero las consecuencias del virus mismo no lo son, los mas afectados siempre han sido los pobres, y con el Coronavirus no será la excepción. Vemos las medidas que han tomado los gobiernos de Italia, España, de los países vecinos, muy poco de nuestros hermanos africanos, y son medidas temporales, contingentes, medidas algunas autoritarias que despiertan las actitudes fascistas, racistas o xenofóbicas. Exigimos una cuarentena (en términos médicos está perfectamente sustentada) que muchos sectores sociales desprotegidos no pueden asumir de la misma manera, no tienen como tomarla, estar confinado es un privilegio, aunque suene contradictorio, no es lo mismo vivir con internet, agua, luz y una alacena llena a sobrevivir la cuarentena con dos o hasta cuatro familias en una sola casa de un barrio marginal. Suponemos con ello, vendrán nuevas relaciones de poder con un tiempo de control digital extremo, se avecina un control a un sector de la población, una gentrificación digital con la excusa que Ahí hay virus, una globalización del control social, y una nueva política sanitaria en la población vulnerable. 

Como alguna vez se preguntó un pensador ruso, ¿qué hacer?, el miedo trae la incertidumbre de la no respuesta, del no saber qué hacer en estos casos. Llevamos mercados a algunos necesitados y esperamos la filantropía de los ricos, o las teletones televisadas, ¿Cuándo exigiremos del Estado su real participación? ¿Cuándo asumiremos la responsabilidad de haber votado por políticos corruptos que terminaron arrinconando la salud de nuestros países y dejando en manos de los médicos la decisión de quien vive o quien muere? En la obra del filósofo camerunés Achille Mbembe, Necropolítica, habla que matar o dejar vivir, constituyen los límites de la soberanía de un país, ejercer el control sobre la mortalidad es definir la vida como la implementación y manifestación del poder. Bolsonaro, el presidente de Brasil, dice no preocuparle que mueran unos miles, que ello no es motivo para “detener” la economía. Ahora es un momento crucial para tomar posiciones políticas, exigir un gobierno desde y para lo social,  intervenir en y con las comunidades para su empoderamiento, transformar la educación, la ciencia y salud de calidad desde la prevención, y exigirnos a nosotros mismos un cambio después de la crisis, porque, si no asumimos este papel político en la academia y por fuera de ella, como decía Antonio Gramsci, cuando una idea no se puede encarnar en la realidad lo único que  abastece es el discurso universitario. 

Por Óscar Hembert Moreno Leyva

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