Daniela Violi es escritora e ilustradora de libros que despiertan talentos e invitan a conocer las raíces. Nació en Barranquilla, es hija de inmigrantes italianos y actualmente vive entre Barcelona, París y Madrid, ciudades en las que dicta talleres de creatividad, talento e inteligencia emocional. En 2014 fue integrante del equipo Coloreando, de la cantante Marta Gómez, ganador del Latin Grammy como mejor álbum infantil. Los meses más fuertes del confinamiento por la pandemia del covid-19 los pasó trabajando en su más reciente libro: Coloreando la alegría (GLP Music, 2020), que obtuvo el reconocimiento como Book of the year otorgado por Creative Child Magazine en Estados Unidos en 2021. Hoy continúa escribiendo e ilustrando nuevos proyectos relacionados con la ecología, la sostenibilidad y el desarrollo de talentos.
Daniela Violi dice que colorear conecta a las personas con otra dimensión de la vida, que la creatividad no muere, sino que se duerme y que para avanzar es necesario conocer las raíces. En diciembre de 2021 estuvo en el Consulado de Colombia en Barcelona dictando un taller creativo llamado “Lo que nos une a Colombia”, dirigido a familias con hijos pequeños, con el fin de que estos se acercaran a la cultura de sus padres: una mochila wayuu, un sombrero vueltiao, unas maracas, una chiva, una mola, etc., los niños y niñas podían identificar y colorear animales y objetos que tal vez no habían visto antes, pero que forman parte de su historia. Daniela Violi es valiente en cada proyecto que emprende, creativa en cada trazo y cada color que decide usar en sus dibujos y auténtica en cada palabra al hablar y al escribir.
¿En qué está trabajando en este momento?
Estoy ahora mismo en París, pero iré pronto a Madrid a dictar laboratorios creativos para jóvenes de bachillerato. Sabemos para qué somos buenos, pero se nos va olvidando por diversas razones como la necesidad de ganarnos la vida, por lo que la familia dice o las condiciones del país en donde vivimos. Ayudo a las personas a ponerse en conexión directa con sus talentos para que a partir de esto puedan elevar su calidad de vida. Es mi misión recordarle a la gente para qué es buena.
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¿Y si un joven en sus talleres pregunta cómo vivir de ese talento que quizá no parezca muy lucrativo?
Doy ejemplos de quienes lo han logrado. Les digo a los jóvenes que uno no hace las cosas por dinero. Uno decide qué es, lo que quiere seguir y a partir de dónde: desde el miedo o desde el amor. Muchos han demostrado que sí se puede hacer, que se puede vivir del trabajo que saben y quieren hacer, por lo menos la mayoría del tiempo. Un término que no me gusta usar es “reinventarse”. Se reinventa un gerente de banco que un día no puede más con su vida, pero el resto de personas vamos haciendo una trenza con las cosas que hemos hecho en un momento y en otro, y así aprovechamos todo lo que hemos aprendido. Si uno sigue mirando el pasado desde el arrepentimiento, la vergüenza y la culpa va a vivir amargado. Pero si uno logra redimensionar esas luchas, se da cuenta de que todos tenemos un camino heroico.
“Todos hemos sido inmigrantes”, como dice en su libro “Leyendas curiosas colombianas” (Panamericana, 2020).
Sí, pero con raíz. Me parecían fabulosas todas las historias de los abuelos, la nostalgia de lo que habían dejado en Italia. No entendía por qué los italianos no terminaban de aprender bien español estando en Barranquilla, pero ahora que vivo afuera me doy cuenta. En España no ceceamos, muchos llegamos ya hechos. Aquí he entendido la capacidad de adaptación del ser humano, cuáles son los límites y hasta dónde proteger su identidad. Conservando, por ejemplo, tu acento, siendo firmes en las palabras que usamos y haciéndolo con orgullo. Esa es la inmigración que me gusta, la que tiene raíz.
¿Por qué es importante saber de dónde venimos?
Antes de hablar de las leyendas colombianas hablo del ser humano y pregunto: ¿cuáles son tus leyendas familiares? Esa es la magia del libro, que antes de mencionar a Bochica, o la leyenda del Amazonas, te preguntes sobre tu propia leyenda, por eso comienzo con una cadena del ADN. Debes tomarte el tiempo de sentarte, de hablar, investigar e iluminar. No son sanos los secretos familiares, debes ser valiente y el primer lugar en donde serlo es en tu familia. En todas se esconden cosas buenas y muy malas, debes integrarlo a tu vida, perdonarlo y perdonarte. De esto hablo, pero en términos infantiles, de nueve a once años.
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De las leyendas colombianas, ¿cuál es la que prefiere?
No es tanto que me guste o no, sino la que es el hit en todo tipo de público. Alguna vez me invitaron a un evento en el Museo de Historia de Girona, y cuando llegué era un mano a mano de leyendas y debíamos “enfrentarnos” a otro país. Me tocó nada más y nada menos que Grecia. Al final se me acercó un colombiano y me dijo: “El hombre caimán le ha dado duro a Zeus”. No importa en dónde la cuentes, a la gente le fascina. Además, le di una vuelta y el hombre caimán se convirtió en caimán por zángano, es decir, la adapté para niños, pues algunas son solo para dar miedo, no hay un mensaje. Por ejemplo, al final la Llorona, sigue caminando por las calles, y pues, ¿cómo se libera esta señora? Muchas leyendas ya están escritas y existen libros muy buenos. Me puse a investigar y saqué otras, algunas no estaban terminadas y les di un desenlace luminoso.
¿Qué es la creatividad?
Creo que es una cualidad inherente con la que nace el ser humano. Con la que nos premian a los seres vivos, porque pienso que los animales, aunque son grandes imitadores, la desarrollan a su manera. Además, es lo que nos ha mantenido con vida. Los que dicen que no son creativos están dormidos. Si a los seis años ya comienzas la hipersexualización, con poses de adulto, si dejaste de hacer cosas porque eran infantiles, aunque eso te hiciera feliz, y si comienzas a seguir el manual de lo que debes hacer a cierta edad, pues cuando llegas a los veinte estás dormido. La buena noticia es que la creatividad no está muerta. Para eso son mis laboratorios, para que la gente encuentre su posibilidad, esta es una palabra que me gusta. Creo profundamente que se puede volver a empezar.
Hay muchas personas que no saben qué hacer con el tiempo libre.
Y están preguntándose en todo momento: ¿en qué voy a invertir mi vida? La frase capitalista, pensando siempre en el dinero. Entonces, ¿vas a estar más horas frente a la pantalla para producir más? Y esto sonará muy romántico, pero todo debería terminar en el bien común. Uno comienza a hacer algo por su bien, pero debe acabar en el colectivo. La pregunta es: toda esa cantidad de talentos, dones, competencias, ¿qué hacer con ellas? Es un deber ponerlos al servicio de la humanidad y no tenerlos guardados, lo que implica que debes practicar. No frustrarse en el tercer intento. Hay personas mayores que dicen: “Ay, yo era tan buena haciendo tal cosa”. Claro que, ¿cómo construir una sociedad que te permita desarrollar esos talentos? Pienso que con el voluntariado. Si alguien está sin empleo puede comenzar a servir a los demás, en ese momento comenzará a sentirse más fuerte, más útil y atraerá oportunidades laborales, mientras tanto está ayudando.
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¿Cree que una persona puede desarrollar un talento?
El tema de las habilidades sociales se puede desarrollar, claro, mejorar la forma de hablar en público, de contar una anécdota. Sobre el desarrollo de los talentos creo que tiene que ver con las expectativas. Hay gente que no pinta porque considera que nunca llegará a ser Picasso, pero hacerlo le produce placer y bienestar, y eso mejorará su calidad de vida. Es muy importante que alguien te motive. También hay quienes lo tienen muy definido y es imposible esconderse, pienso en Marta Gómez con su música. Pero el talento no está solo relacionado con el arte, están los deportistas, los entrenadores, los científicos. Por eso hay que leer sobre esas personas, las que nunca se dejaron poner un pie en la cabeza ni permitieron que la sociedad les dijera quiénes eran