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El 5 de febrero Juan David Correa presentó su renuncia irrevocable a su cargo como ministro de las Culturas, las Artes y los Saberes. Si bien en la carta que anunció su retiro no mencionó las razones, en entrevista para este diario aseguró que su salida sí tuvo que ver con su incoformidad respecto algunas decisiones y nombramientos como el de Armando Benedetti, que fue cuestionado por otros funcionarios durante la emisión del Consejo de Ministros.
“Esta persona fue denunciada en España hace pocos meses, y además tiene otras acusaciones que no puedo probar, pero lo cierto es que es un operador político de una corriente que siempre he criticado y seguiré criticando. Si no puedo defender eso públicamente, ¿por qué debería quedarme? No estoy de acuerdo con tragarse sapos solo por mantener un cargo. Respeto la decisión soberana del presidente de la República, a quien le tengo gratitud, respeto y aprecio”, señaló.
Este mismo 6 de febrero, el presidente Petro decidió ocupar el lugar de Correa. Quien asumirá el cargo como ministra encargada será Yannai Kadamani Fonrodona, quien era la viceministra de las Artes y la Economía Cultural y Creativa, cargo al que llegó en octubre de 2024 tras la salida de Jorge Ignacio Zorro. Esa sería la primera vez que Kadamani ocuparía un cargo adminsitrativo; sin embargo, ya era una cara conocida en la entidad, pues se desempeñó también como coordinadora del Grupo de Danza de la cartera.
Presentamos esta entrevista que nos concedió en diciembre del año pasado, luego de que fuera posesionada en la COP-16 como viceminista de las Artes. Kadamani se refirió sobre algunos proyectos del ministerio como la reforma a la Ley General de Cultura y el programa Sonidos para la Construcción de la Paz.
Aunque ya había trabajado en el Ministerio como coordinadora del Grupo de Danza, esta es la primera vez que asume un cargo de carácter administrativo y con un gran valor político. ¿Cómo se siente afrontando un mundo que le es desconocido?
Es una responsabilidad enorme, pero una que no asumo en soledad. Comprendo que hay un camino ya recorrido, con apuestas que comenzaron hace un año y medio, cuando fue nombrado el ministro Juan David Correa. Se trata de retomar y continuar con esas apuestas, no solo desde las iniciativas de los líderes que direccionan las políticas públicas del Ministerio de las Culturas, sino también desde todos los sectores que han estado trabajando en la construcción de planes de política pública y en la formulación de planes de acción para sus áreas y para intervenir en los distintos espacios culturales. Es importante entender cómo estos procesos son los insumos que nos sustentan para seguir avanzando en el camino y tomar las mejores decisiones, basadas en trabajos regionales y territoriales previos.
Es bailarina de profesión, pero también ha sido parte de diversos procesos comunitarios y culturales en organizaciones nacionales indígenas. ¿Cómo esa experiencia influirá en este cargo?
La experiencia que he adquirido trabajando con comunidades específicas y en territorios diversos del país me permite tener una visión ampliada. No se trata de focalizar las acciones, y con esto siempre he sido muy insistente: no debemos caer en el juego polarizante ni excluyente. Existen luchas legítimas de las poblaciones que deben seguir ganando espacio en lugares donde han sido históricamente excluidas. Sin embargo, creo que lo más importante es generar espacios de diálogo donde podamos superar la perspectiva polarizante de las culturas, las artes y los saberes. Es necesario abandonar la visión de que existe una alta cultura y una cultura popular, o que hay una cultura hegemónica y una cultura tradicional. Este es el momento propicio para ampliar el diálogo y entendernos como un país transcultural, en el que las distintas expresiones han coexistido, se han transformado, integrado y perviven en el territorio nacional desde diversas perspectivas.
¿Qué se plantea desde el Ministerio para potenciar y fundamentar esa visión de lo transcultural?
Todo comienza por evitar polarizar la discusión. Colombia es una polifonía de culturas, resultado de un proceso de transculturación poroso. No hemos sido absorbidos por una cultura hegemónica, sino que hemos contribuido a procesos de modernización y cultura, creando hibridaciones que enriquecen nuestra expresión artística y cultural. Debemos sanar las heridas coloniales y reconocer que la colonización fue un proceso bilateral: no solo se impuso desde afuera, sino que también influimos en los procesos culturales. Hoy estos procesos siguen vivos en los territorios, y trabajamos para promover diálogos entre lo contemporáneo, lo tradicional y lo clásico, entendiendo que la diversidad de perspectivas enriquece a nuestra sociedad.
Durante su nombramiento y el de Saia Vergara, como viceministra de los Patrimonios, las Memorias y la Gobernanza Cultura, el ministro dijo que la llegada a estos cargos era algo consignado en el Plan Nacional de Gobierno: “El cambio es con las mujeres”. Entonces, quisiera saber, de su propia voz, ¿cuál es la relevancia de que sea mujer y asuma este cargo?
Creo en un país y en una sociedad donde no tengamos que apelar a especificidades identitarias para que nuestras capacidades puedan sobresalir. Entiendo que, en este momento, existen reivindicaciones y luchas legítimas por parte de ciertos sectores poblacionales, y en particular por enfoques de género que abren nuevas perspectivas y permiten que otras personas incidan en procesos en los que históricamente no han tenido mucha influencia. Sin embargo, la verdadera conquista de esta batalla se dará cuando dejemos de apelar a enfoques de género y enfoques poblacionales para exigir espacios en la toma de decisiones y representación en la sociedad.
Bajo su cargo está la Dirección de Artes, lo que supone una conversación directa y constante con el sector artístico, que ha cuestionado a la administración actual por los fallos técnicos y los retardos en el Programa Nacional de Estímulos. ¿Cuál será el plan de trabajo para el otro año? Usted que es artista, ¿planteará otra perspectiva sobre los procesos?
Quiero enfatizar que el sistema estatal y burocrático ha estado anquilosado en prácticas complejas, por lo que no podemos cambiar la estructura administrativa de los ministerios en uno o dos años. Hemos trabajado para agilizar los procesos y facilitar la gestión en los territorios. La experiencia con los estímulos este año nos ha mostrado que es posible crear calendarizaciones claras y simplificar los procesos administrativos para la población artística. Esperamos que esto se consolide el próximo año. Mi enfoque no es imponer ideas nuevas, sino escuchar lo que ya se está gestando en los territorios y facilitar el diálogo con la institución. Evidentemente, se deben mejorar los procesos administrativos para los artistas, que no porque estemos más cerca de lo sensible dejamos de comprender procesos lógicos y administrativos. Nuestra propuesta es hacer los trámites más ágiles y mejorar el diálogo con la institución. Creo que es la primera vez que el Ministerio de Cultura deja de pensarse solo como una institución que ofrece algo predefinido, para escuchar las necesidades de los territorios y ajustarse a ellas con una oferta más contextualizada.
Otra de las preocupaciones tiene que ver con la incertidumbre respecto a cuál será el legado institucional de este Ministerio. Se piden más acciones concretas y con un soporte jurídico y administrativo que impida que desaparezcan aun con un cambio de gobierno. ¿Qué va a quedar para todo el entramado artístico al que representa?
Estamos apostando por tres temas fundamentales. Primero, la reforma a la Ley de la Cultura, que incluye la reforma a la Ley de Espectáculos Públicos, con la participación del sector cultural. Esperamos que el Plan Nacional de Artes, como política pública, se distinga de los planes sectoriales. Este año esperamos aprobar la actualización del Plan Nacional de Danza, el Plan Nacional de Música para la Convivencia, el Plan Nacional de Teatro y el primer Plan Nacional de Circo, para fortalecer la economía creativa y popular. Además, estamos a punto de firmar la resolución y el decreto de los territorios bioculturales, que reconozcan la bioculturalidad como esencial en las expresiones culturales de los territorios. Finalmente, estamos trabajando en una alianza con el Ministerio de Educación para crear plazas para artistas formadores en las escuelas, ampliando la oferta de maestros del Ministerio de Educación y garantizando la permanencia de los artistas en el sistema educativo.
Ya que menciona la integración de artistas formadores al sistema educativo, ¿se ha conversado sobre la crisis que vive la educación artística en el país, que cada vez ha perdido presencia en las instituciones de preescolar, primaria y bachillerato?
En el sistema educativo ha predominado un enfoque cartesiano, donde las ciencias duras dominan los currículos escolares y universitarios. Esta visión logocéntrica se refleja en todos los niveles educativos y en nuestra sociedad en general. Desestructurar estos procesos no es fácil, ya que están profundamente arraigados en sistemas de pensamiento históricos. Sin embargo, hemos trabajado con el Ministerio de Educación en la apertura de centros de interés en educación artística y cultural, como los de música y cine. Los centros de interés siguen siendo una medida paralela al currículo oficial, pero nuestro enfoque está en aumentar la oferta laboral de artistas formadores, para que puedan ser contratados a través del sistema educativo y formar parte del currículo oficial. Esto les permitirá integrarse en los proyectos educativos y generar una demanda de la educación artística en las escuelas.
Justamente uno de los proyectos que lideró Jorge Zorro, anterior viceministro, fue el programa “Sonidos para la construcción de paz”, ¿qué sucederá con esta iniciativa, que se convirtió en la bandera de Zorro?
Más allá de los cambios que se generen, lo que realmente se va a lograr es una apertura que nos permitirá acoger las diversas disciplinas artísticas y expresiones del país. No hablaremos solo de sonidos para la construcción de paz, sino de artes para la construcción de paz, donde, por supuesto, la música y los sonidos seguirán siendo fundamentales, ya que Colombia es un territorio musical. Pero también es un país que baila, que hace cine y que crea otras formas de arte. La perspectiva es ampliar las expresiones culturales dentro del programa, incorporando centros de interés no solo en música, sino en danza, cine, medios interactivos, poesía y literatura. Esto nos permitirá entender mejor las expresiones consolidadas en los territorios y ofrecer propuestas desde ese lugar. Continuaremos trabajando en territorios PDET y ZOMAC en estrecha colaboración con los establecimientos educativos priorizados y el Ministerio de Educación.
Otra de las grandes apuestas, que también se ha impulsado desde este Viceministerio, tiene que ver con el cambio de paradigma para entender los emprendimientos culturales. ¿Cómo ha sido esa transición, desde lo discursivo y lo administrativo, del modelo de la economía naranja a las economías populares?
Lo que he notado es que esta transición ha sido genuina, tranquila y se ha adoptado con naturalidad, especialmente porque el concepto de las ADN generaba choques conceptuales y prácticos en los territorios. Este enfoque veía la economía cultural desde la espectacularización de las artes, con énfasis en grandes producciones y eventos, que solo podían llevarse a cabo en unas pocas ciudades del país. En cambio nuestra nueva perspectiva busca integrar no solo a las grandes ciudades, sino también a los municipios y territorios, donde la cultura se expresa de maneras distintas, más naturales y relacionadas con las dinámicas locales. Aquí la apropiación de la bioculturalidad es más fluida, ya que las comunidades reconocen que entendemos sus propios procesos culturales, que no se limitan a lo artístico o a los grandes espectáculos, sino que abarcan economías populares, soberanía alimentaria y oficios tradicionales. Esta transición ha sido bien recibida y esperamos potencializarla. Una vez se firme el decreto de territorios bioculturales, trabajaremos en un ejercicio pedagógico y práctico en los territorios para consolidar esta estructura de manera más sólida.
¿Cuáles son las directrices que ha recibido del ministro? ¿Han conversado sobre el poco tiempo que les queda y que los recursos para el próximo año serán menos?
Es importante aclarar que, aunque este año hay una reducción en el presupuesto comparado con el histórico del año pasado, el Gobierno ha hecho un esfuerzo por mantener una inversión más amplia en el sector cultura. A pesar de la situación fiscal delicada, la cultura sigue siendo una prioridad y el presupuesto sigue siendo significativo. El enfoque es reajustarnos y trabajar en colaboración con otros sectores para encontrar espacios autosostenibles, dejando de depender únicamente de los recursos públicos. Estamos impulsando alianzas público-privadas y público-populares para generar más inversión y sostenibilidad en el sector cultural. Además, seguimos fortaleciendo los procesos estructurales y buscamos cambios que nos permitan consolidar estos avances en el sistema estatal y en la política pública de manera permanente.

Por Samuel Sosa Velandia
