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Borja Vilaseca y la era de la espiritualidad laica

Entrevista con el autor español del libro de autoconocimiento “Las casualidades no existen” (Vergara Editores).

Aldo Civico @acivico / Especial para El Espectador
14 de noviembre de 2021 - 02:00 a. m.
Borja Vilaseca (izq.) y Aldo Civico durante su reciente charla en Barcelona. / Archivo particular
Borja Vilaseca (izq.) y Aldo Civico durante su reciente charla en Barcelona. / Archivo particular

Acaba de ser publicado en Colombia tu último libro, “Las casualidades no existen”, donde te enfocas en nuestro mundo interior y propones una espiritualidad laica. ¿Cómo nació?

Todos los ensayos que escribo son una investigación tras una observación de lo que ha sido mi propia experiencia como ser humano. Yo nací en un entorno donde fui condicionado. Mi familia era católica y no practicante. Tenían las creencias del cristianismo y todo lo vivían desde esa visión. Es así como fui educado. Dios era una creencia y no una experiencia. A los dieciocho años, a raíz de una serie de experiencias traumáticas y relaciones con el sufrimiento y con la inmadurez de la adolescencia, estuve a punto de morir varias veces. En ese momento me declaré ateo. (Recomendamos nuestro pódcast con las meditaciones más recomendadas).

¿Cómo fue esta decisión?

Miré al cielo con miedo a ser fulminado, porque dije: “Ahora dejo de creer en Dios”.

¿Y qué pasó?

Empecé a cuestionar esas creencias y empecé a adoptar creencias opuestas, que es el ateísmo, y así anduve unos cuantos años hasta que me adentré en el autoconocimiento a través del eneagrama.

¿Cuál fue el resultado de este proceso de autoconocimiento?

Tuve una experiencia donde desapareció por un instante el yo, el ego. Experimenté una conexión profunda, una armonía, una felicidad, una dicha que yo jamás había experimentado, y luego cuando empecé a investigar me di cuenta de que a eso es lo que llaman una conexión con el ser esencial, con Dios, con la chispa de divinidad que todos llevamos dentro. Eso enmarca en una espiritualidad laica.

¿Qué es una espiritualidad laica?

Primero, para vivir una espiritualidad laica tienes que tener un aspecto místico, la inteligencia intrapersonal, ir hacia adentro, ir más allá de la mente. Cuando tú conectas muy profundo con esa espiritualidad te vuelves una persona abierta, flexible, tolerante y de pronto descubres que la palabra religión etimológicamente viene de religare que significa volver a unir lo humano con lo divino. Pero las religiones, las instituciones religiosas, se han separado de este significado original y han secuestrado su significado original. Por eso creo que la espiritualidad laica va a ser el próximo gran fenómeno que le ocurra a la humanidad.

¿Cuáles evidencias tienes de que esto es lo que está pasando?

Cada día comparto con casi dos millones de seguidores en las redes sociales este mensaje de autoconocimiento, de espiritualidad laica, de empoderar la gente a través del autoconocimiento. El otro día fui a una boda, un entorno donde habitualmente se dan conversaciones muy banales, superficiales, y allá algunas personas me decían “me han regalado un curso de educación emocional”, “yo estoy haciendo meditación”, “yo he hecho una carta astral”. Entonces, vas viendo cómo la pirámide de Maslow se va haciendo realidad. Tenemos nuestras necesidades cubiertas y cada vez la gente está buscando trascendencia, realización, propósito, porque está viviendo una epidemia de opulencia. Tenemos de todo, pero no nos tenemos a nosotros mismos. Somos ricos materialmente como nunca, pero pobres espiritualmente. Desde esta constatación empieza la búsqueda.

Estoy de acuerdo; hoy observamos un declinar de las religiones y un surgir de las espiritualidades. ¿Por qué?

Insisto, las creencias jamás podrán colmar ese vacío que hoy sentimos, esa desconexión. La religión es para la gente que tiene miedo de ir al infierno. Pero lo nuevo, lo emergente, lo disruptivo, lo que realmente está transformando la vida de cada vez más personas, es el camino del misticismo, del autoconocimiento y del desarrollo espiritual, y para esto la gran noticia es que no necesitamos intermediarios entre nosotros y Dios, porque Dios está adentro. Dios es una experiencia donde solo hay unidad. Esto es lo que trata la espiritualidad; de vivir con esa conexión en tu día a día, y despiertas del sueño, del ilusorio. Cae el sufrimiento, caen muchos velos, cae mucha ignorancia y vuelves a tu vida. Todos los caminos de sabiduría te llevan a esa experiencia mística de disolución del yo, del ego. A veces parece que hemos de tocar fondo, Aldo, para iniciar esta búsqueda.

De hecho, tus primeros veinte años de vida han sido muy duros, hasta desde tu mismo nacimiento. Desde el punto de madurez en el cual te encuentras hoy, ¿cómo miras a estos años tan difíciles de tu vida?

Es verdad. Nazco y estoy a punto de morir en el parto, tengo un cuadro agudo respiratorio, me estoy ahogando tragando residuos de la placenta. Estoy un mes y medio en la incubadora y nadie me abraza, me toca; ¡imagínate entonces! Hoy vivo eso como una bendición, porque uno sabe las piscinas olímpicas de lágrimas y lágrimas que ha derramado para sanar o integrar o liberarse de ese dolor. Pero, como digo en el libro, lo que sucede conviene. En la vida tú naces con una semilla y esa semilla contiene un potencial, un destino, un propósito. Necesitas esta semilla para florecer. A pesar de los traumas, los dolores, las separaciones que has vivido, te vas dando cuenta de que la vida es todo un desenvolvimiento perfecto, natural y orgánico donde todo el rato está pasando lo que tiene que pasar para que crezcamos, evolucionemos, despertemos.

¿Y cuál es el resultado del proceso? ¿Qué has observado en tu vida?

Aldo, lo que he descubierto es que de pronto va emergiendo en ti una versión desconocida cada vez más poderosa, más libre, amorosa, despierta, consciente. Para mí la espiritualidad es realmente decir: “Oye, tú te vas de este mundo diciendo, ¡madre mía he aprovechado la vida!”. Te sientes vivo, vives en la incertidumbre, abrazas el cambio permanente.

¿Cuáles son las condiciones para este camino, este despertar?

Primero, entendamos por qué es tan difícil hacer este cambio. La verdad es que hay una resistencia, nos resistimos a la vida. O sea, la vida todo el rato nos da lo que necesitamos, pero nosotros estamos diciéndole no a la vida. Es decir, nos resistimos a lo que nos sucede. ¿Por qué pasa eso? Porque estamos encarcelados por nuestra mente. Estamos secuestrados por la identidad y las creencias que hemos ido coleccionando a lo largo de la vida, sin cuestionarlas. No cuestionamos por qué este “yo falso” desde el cual vivimos nos da una cierta seguridad. Vivimos en un mundo ilusorio creado por nuestra mente. Entonces yo me he dado cuenta de que solo hay un requisito: es tocar fondo, Aldo.

¿De verdad hay que tocar fondo?

No hay otra. Hoy hay mucho turista espiritual. Hay mucha gente que dice “voy a leer estos libros” y empalma un libro tras otro y se queda todo en el intelecto. “Voy a hacer estos retiros en la India”, para luego decir que ha ido a un ashram. El ego espiritual está ahí. Hay mucha gente que utiliza la espiritualidad para no sentir las emociones o que utiliza la meditación para aislarse socialmente. Entonces hay que tocar fondo. Yo he estado ahí, especialmente a los 19 años. Cuando eso pasa nos podemos victimizar, o podemos culpar a los demás. ¿Pero qué es lo revolucionario? Empezar a mirar hacia adentro, que nos da mucho miedo. Nos aterroriza, porque es entrar en una habitación oscura donde todo está cerrado. Eso te conecta con la humildad, la honestidad, la valentía de decir “necesito parar, reflexionar, necesito un cambio profundo en mi vida”. Si tú no te permites entrar en esta noche oscura del alma, no saldrás con ese empuje para levantarte del suelo con la ayuda del suelo. Eso es una crisis maravillosa.

Tu propuesta de un desarrollo espiritual es una provocación interesante, porque lo percibo como la actualización del desarrollo personal, como el verdadero desarrollo humano. Digo provocación porque hoy estamos en la era de la ingeniería de las emociones, o sea, en el polo opuesto de lo que tú propones. Hoy el oro que se quiere extraer no es el mineral precioso que encontramos en las minas, sino que es nuestro mismo ser, nuestro yo. ¿Cómo el desarrollo espiritual del cual hablas nos puede cuidar de la tiranía del algoritmo?

Maravilloso, porque el desarrollo espiritual te lleva a vivir conscientemente, te lleva a vivir despierto. Porque ya no estás hipnotizado por tu mente. Eres capaz de ir más allá de tu mente. La atención plena en la práctica del mindfulness es salir de la mente, del encarcelamiento mental. Es ir a este espacio de no dualidad, donde no te sientes un yo separado, sino que te fundes como una muñeca de sal en el océano. Este es el camino meditativo, contemplativo, de silencio, de espiritualidad. Al dejar de estar hipnotizado, el sistema ya no tiene poder sobre ti. Esta es para mí la verdadera revolución: el despertar de la consciencia.

Por Aldo Civico @acivico / Especial para El Espectador

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Guillermo(8126)15 de noviembre de 2021 - 02:41 a. m.
👍🏼🌞
Jose(18935)14 de noviembre de 2021 - 03:53 p. m.
Excelente entrevista, aplausos.
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