Glasgow, Escocia: la magia de la botella azul

Un recorrido por el corazón de Escocia permitió descubrir la historia de una de las bebidas más importantes de los últimos tiempos. Vibrante, apasionada y mágica.

Tatiana Gómez Fuentes*
04 de diciembre de 2019 - 02:00 a. m.
Es la mayor ciudad de Escocia y la tercera del Reino Unido, después de Londres y Birmingham.  / Getty Images
Es la mayor ciudad de Escocia y la tercera del Reino Unido, después de Londres y Birmingham. / Getty Images

La ciudad escocesa abre sus puertas para que millones de caminantes del mundo conozcan la tradición, la historia y el hogar de una de las bebidas más apetecidas de los últimos tiempos. Como si se tratara de un libro épico, los paisajes culturales se convirtieron en cómplices de un viaje que día a día permitieron sumergir los sentidos en experiencias para decir: ¡salud!

La travesía comienza con una visita maravillosa a los jardines históricos. Los edificios victorianos, la elegancia y el arte visten a la ciudad, que en muchas partes del mundo es reconocida como un “imán para los viajeros”. Y es que no podría ser diferente, cada lugar evoca una sensación indescriptible que permite a los turistas vivir de cerca la historia de Escocia.

Pensar en este país es trasladarse inmediatamente a un sabor que ha cautivado paladares de muchos en los últimos siglos: el whisky. Una bebida alcohólica que significa “agua de vida” y que con el paso del tiempo se ha convertido en todo un descubrimiento para los destiladores, quienes afirman que el secreto de este exquisito sabor está en las barricadas.

Cada calle de Glasgow es una invitación para disfrutar de la arquitectura vibrante y soñadora que hace que sus visitantes se sientan como en casa. George Square es uno de esos lugares donde se siente toda la conexión con el verde que rodea esta urbe, un sitio donde se cumplen muchos deseos y se abre una especie de “portal” para hacer amigos.

Cinco colombianos caminaron estas calles en búsqueda de la magia de la botella azul y encontraron que el secreto mejor guardado de la emblemática bebida se encuentra en Diageo Cambus Cooperage, a pocos kilómetros del corazón de Escocia. Allí, una gran bodega con barricas le dio paso a un intenso y divertido recorrido de 400 años de historia, donde, con los sentidos despiertos, casi que se puede oír, ver, sentir y, claro, catar uno de los whiskis escoceses más reconocidos del mundo: el de la casa Haig.

Un espíritu atrevido y vanguardista es la mejor descripción para entender el sabor del whisky de esta casa, que además es diseñado para ser “diferente, elegante y moderno”. Haig Club es madurado exclusivamente en barricas de roble americano que antes tenían Bourbon, desarrollando sensaciones de dulzura y suavidad, mezcla perfecta que permite que nazcan sabores de vainilla y caramelo encontrados en los barriles donde se concentra el líquido durante mucho tiempo.

Leerlo no es tan placentero como probarlo, pero una vez se vive la experiencia, la forma de consumirlo se vuelve casi un reto para los sentidos. De forma espontánea se empiezan a crear reglas, y lo que siempre ha sido una bebida de tradición, se convierte en una delicia modernista que no permite excesos, por el contrario, se ajusta a cualquier situación cotidiana que despierte tranquilidad y gozo.

El clima frío en Escocia a veces logra adormecer los sentidos, sin embargo, la magia del lugar vence cualquier imposibilidad de explorar hasta su espacio más recóndito. Las manos se congelan, la temperatura corporal está en vaivén constante, pero las ganas de querer permanecer se multiplican. East Cost of Scotland se convirtió en un testigo fiel de la sensación que produce tomarse un Haig Club.

Sin importar el frío recorriendo las mejillas de quienes la visitan, el mar en calma total y sus olas majestuosas fueron cómplices de una reunión de varias culturas del mundo en una fiesta, a fuego abierto, entendiendo que el whisky no es solamente una bebida histórica, sino que su significado especial está en las manos de quienes lo elaboran.

Al ritmo de una gaita escocesa se reveló el mejor secreto de la casa Haig. El color de la botella que guarda este delicioso líquido está inspirado en los anteojos azules que utilizan los destiladores para analizar la deliciosa e inquietante bebida. Pero la idea va más allá de esto, es una muestra de respeto por quienes trabajan en la perfección de uno de los símbolos mundiales de elegancia, placer y satisfacción. ¡Toda una experiencia de vida!

*La periodista fue invitada por Diageo. 

Por Tatiana Gómez Fuentes*

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