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El Parque Simón Bolívar despertó con un murmullo distinto. Desde temprano, la ciudad parecía haberse trasladado al corazón del festival: familias con niños, grupos de amigos que reían entre camisetas de sus artistas favoritos, y turistas que aún se orientaban entre los caminos llenos de árboles.
El aire tenía un olor particular -no encuentro palabras precisas para describirlo-; el sol de septiembre jugaba a filtrarse entre las nubes, iluminando las carpas y los escenarios, mientras una brisa ocasional refrescaba a los asistentes. Era una jornada que prometía emociones de principio a fin, y parecía que nadie quería perder un instante.
La apertura estuvo a cargo de Lucio Feuillet y La Farmakos, dos artistas nacionales que ofrecieron un contraste interesante: mientras el primero desplegaba melodías íntimas y letras que hablaban de amor, desamor y renuncias, La segunda inundaba el espacio con algunos beats electrónicos y ritmos urbanos que empujaban a los presentes a moverse, a dejarse llevar. Sus sonidos parecían dibujar historias paralelas: la vida cotidiana y la ciudad, el corazón y la pista de baile. En esos primeros momentos, el público todavía exploraba los rincones del festival, pero ya se percibía la magia que solo la música en vivo puede generar.
Cuando la tarde ya se había instalado, los Gipsy Kings aparecieron sobre el escenario y con ellos llegó la rumba flamenca. La multitud, de todas las edades, se entregó al ritmo; los pies golpeaban el piso, las palmas se levantaban al aire, y algunos improvisaban pasos mientras otros simplemente se dejaban llevar. Era la música de la alegría contagiosa, la que hace olvidar la hora, el frío y las incomodidades, y recuerda que se está allí para disfrutar.
Silvana Estrada y su homenaje a Colombia
A las cinco de la tarde, Silvana Estrada, vestida de rojo, se subió al escenario con una presencia que parecía llenar todo el espacio a su alrededor. La cantautora mexicana, que ha hecho de su diario personal un cancionero compartido con el mundo, interpretó canciones propias y rindió homenaje a Colombia con temas de Totó la Momposina y Carlos Vives. Su voz era clara, cercana, y por momentos parecía que cada palabra se posaba sobre la multitud. Hubo silencios entre canción y canción, donde los espectadores contenían la respiración, como si no quisieran interrumpir la intimidad que la música había creado.
El regreso de Crudo Means Raw fue otra de las notas esperadas de la jornada. Tras varios años de ausencia en escenarios de gran formato, el paisa subió con su característico sonido urbano. Interpretó La mitad de la mitad, Novena y No copio. La reacción del público fue cálida: aplausos, gritos y también un reconocimiento silencioso a su regreso. Entre conversaciones, mientras se esperaba otro artista, se percibían opiniones encontradas sobre su desempeño vocal, pero nadie dudaba de la fuerza de su propuesta y de su energía sobre el escenario.
La Mosca Orishas y Paulo Londra y su sabor mundial
Orishas puso a la montaña a vibrar con hip-hop cubano y un ritmo que nadie pudo resistir. El público se movía de un lado a otro, cabeceaba, bailaba y coreaba las canciones, mientras los integrantes de la banda entregaban su energía sin descanso. La combinación de caribe, rap y proyección internacional convirtió su presentación en un momento de pura intensidad.
El broche final estuvo a cargo de La Mosca y Paulo Londra. La banda argentina llenó de energía el escenario Cotopaxi, aunque algunos asistentes señalaron que el espacio era pequeño para la magnitud de su presentación. Paulo Londra, en cambio, mezcló clásicos y nuevas canciones, anunciando un concierto en Bogotá para agosto del próximo año y dejando al público con la emoción intacta.
Así terminó el primer día del Festival Cordillera 2025: más de doce horas de música, emociones compartidas y recuerdos que quedarán guardados en la memoria de quienes asistieron. Entre artistas nacionales e internacionales, clásicos y nuevas propuestas, Bogotá volvió a demostrar que es epicentro de la música latinoamericana, y que la magia de un festival puede unir generaciones, estilos y emociones en un solo lugar.
