La Copa del Mundo que Falcao soñó

Así fue el primer Mundial del capitán de la selección colombiana de fútbol. Sus días en Rusia, sus partidos, el gol y la eliminación ante Inglaterra, en octavos.

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Luis Guillermo Montenegro - Enviado especial a Rusia
05 de julio de 2018 - 01:00 a. m.
Aplausos es lo que merece Radamel Falcao García luego de un Mundial en el que demostró su entrega y liderazgo. Cumplió su sueño de niño.  / AFP
Aplausos es lo que merece Radamel Falcao García luego de un Mundial en el que demostró su entrega y liderazgo. Cumplió su sueño de niño. / AFP
Foto: AFP - FRANCK FIFE
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Faltaban tres minutos para las 3:00 a.m. en Moscú. El partido ante Inglaterra, por los octavos de final del Mundial de Rusia 2018, había terminado tres horas atrás y el bus de la selección colombiana seguía en el estadio. Los jugadores se tomaron su tiempo para intentar encontrarle una explicación a algo inexplicable. Llanto, impotencia, rabia y dolor. Un camerino en silencio. Después, compartieron con sus familiares en las tribunas del estadio Spartak y ahí sí llegó el momento de partir, de dejar la derrota atrás. (Vea aquí nuestro especial del Mundial de Rusia 2018

Amanecía y hacía frío. No había hinchas, solo gente de seguridad y tres periodistas de El Espectador. Pasaron José Pékerman, James Rodríguez, Yerry Mina y Cristian Zapata. Al oír sus nombres solo alzaron el dedo pulgar en señal de agradecimiento y siguieron su camino. Patricio El Pato Camps, integrante del cuerpo técnico, estaba de pie, hacia un costado, recostado sobre una reja, fumando y oyendo música. Sus ojos perdidos, mirando hacia un punto fijo, quizás reviviendo en su cabeza los momentos del partido que se había jugado hacía poco. “Duele, duele mucho. Pero esto es fútbol”, dijo antes de inhalar el humo de un cigarrillo a punto de acabar. Y afirmó: “pero ya nos recuperaremos. Hay que seguir adelante”.

El último en pasar fue Radamel Falcao García. Su entorno más cercano le dice Falqui, así que ese fue el grito que salió para llamar su atención. Forzó su mirada y corrió hasta una barda metálica que estaba a unos 15 metros del bus para ver quién era. Los ojos hinchados y el semblante de tristeza mostraban que no había vivido un momento fácil como capitán y líder de un equipo que quedaba eliminado de la Copa del Mundo de una manera cruel, por la vía de los penales. (Lea: Tranquilos, la selección de Colombia tiene futuro)

“Es una lástima”, fueron sus primeras tres palabras. No hubo muchas más, pero sus gestos hablaron por él. Fue el caballero que ha demostrado ser a lo largo de su carrera. Aún, en medio del dolor y de la situación, dio la cara, como lo ha hecho siempre. Estuvo ahí unos minutos, firmó unas boletas y, con pena, dijo: “Ya me tengo que ir. Muchas gracias por todo”, cuando en realidad ese agradecimiento debería ser para él. Volteó su cuerpo y con un paso rápido corrió hacia el bus y se subió. Así se despidió Falcao de su Mundial, del que disfrutó cada segundo. Como si fuera el último.

Así cumplió el sueño

En la última parte de la temporada con el Mónaco, Falcao prefirió no jugar tanto. Cada vez que sentía una pequeña molestia en su cuerpo, tenía precaución para evitar una lesión que le pudiera quitar su sueño de disputar su primer Mundial de mayores. Había miedo. Apenas lógico después de lo vivido hace cuatro años, cuando no pudo llegar a Brasil 2014, por una lesión de ligamentos en su rodilla derecha. (Puede leer: La vida de Falcao a través de los Mundiales)

Que no estaba bien físicamente, que una lástima su nivel, que llega sin ritmo. Dudas, preocupación y tensión. Mientras tanto él estaba tranquilo y confiado de que su cuerpo esta vez no fallaría. Desde que comenzó la preparación para el Mundial, en Milanello (Italia), hasta el día del debut, el 19 de junio ante Japón, en el estadio Mordovia Arena de Saransk, fue de los más ansiosos. Quería que llegara ese momento y estar ahí.

En Rusia se apoyó siempre en su familia y amigos cercanos que lo vinieron a acompañar: su esposa Lorelei, sus hijas Dominique, Desirée y Anette; sus padres Radamel y Juana Carmenza, sus hermanas Melenie y Michelle, su tío Román Zárate, la familia de su esposa y el exfutbolista Silvano Espíndola. Con ellos compartió pocos pero fructíferos momentos que lo llenaron de motivación para cumplir. (Lea: El final de la era Pékerman)

En su primer partido saludó en el túnel al esloveno Damir Skomina, el árbitro central, y con frases cortas motivó a cada uno de sus compañeros. Después, el himno a todo pulmón, la mirada fija en la tribuna, la respiración pausada para bajar pulsaciones y controlar las emociones. Tocó el balón 48 veces, con una efectividad del 88 % y tuvo dos remates a puerta. A pesar de la derrota, siempre luchó y jugó de pivote. Salió con la cabeza en alto y confiando en que había sido un resultado inesperado, pero tendrían cómo revertir la situación.

Ante Polonia no se podía fallar y él lo sabía. Desde el calentamiento previo en la cancha del estadio Arena Kazán, fue el que más habló con sus compañeros. “Vamos, vamos”, les decía, mientras que los aplaudía para motivarlos. El Tigre Falcao, al ritmo de la canción Seven Nation Army, de The White Stripes, coreó la hinchada en la tribuna. Era su noche. Con el gol de Yerry Mina, que abrió el triunfo, corrió a abrazarlo. Cuando llegó a la mitad de la cancha, antes de que sacaran los polacos, miró a todos y con los dedos en su cabeza hizo una señal de jugar con inteligencia. (Puede leer: José Pékerman: "Estos jugadores merecían más")

El momento más emotivo, el que había soñado desde que vio aquel gol de Freddy Rincón en Italia 1990 a Alemania, llegó. Juan Fernando Quintero lo dejó mano a mano con el arquero Wojciech Szczesny y con borde externo definió. Corrió hacia el costado noroccidental de la cancha, gritando con fuerza. Fue abrazado por sus compañeros y luego se arrodilló a agradecerle a Dios. “Fue mejor de lo que había soñado”, le dijo a El Espectador luego del triunfo 3-0 final. Tocó el balón 51 veces, hizo 27 pases con un 74,1 % de efectividad, tuvo un remate al arco y fue gol.

Al estadio Arena Samara Colombia llegó con la presión de tener que sumar para no quedar fuera de la Copa del Mundo en la primera ronda. Esa tensión se sentía en el grupo y el liderazgo de Falcao fue vital para guiarlo. “Es un referente, lo que él dice se respeta. Nos inspira a todos”, comentó Yerry Mina, autor del gol del triunfo 1-0 ante los africanos. Esa tarde, Falcao tuvo un partido de lucha, de soledad en la parte ofensiva y de sacrificio. Tocó el balón 27 veces, hizo apenas 18 pases con una efectividad del 77,8 % y no remató ni una vez al arco. Pero lo importante ahí no era jugar bien sino ganar y eso se logró. (Lea: Falcao cuestionó el arbitraje del estadounidense Mark Geiger)

En octavos de final, ante los ingleses en el estadio del Spartak de Moscú, el delantero del Mónaco era el arma a la que más le temían los rivales, teniendo en cuenta la ausencia de James Rodríguez. Se vio solo luchando junto a los espigados defensores, pero él no se las dejó fácil. Tocó el balón 51 veces, hizo 34 pases con una efectividad del 85,3 % y remató una vez al arco. Vivió el partido como pocas veces se le ve, fuera de casillas y gritando al árbitro. “No puedo entender como la Fifa pone a un juez que ha cometido tantos errores y que además solo hablaba inglés, el idioma del rival. Se vio parcializado”, dijo con indignación. En el juego aéreo tuvo opciones de desequilibrar, pero ninguna fue con dirección a la portería.

En los tiros desde los 12 pasos acertó su cobro, pero luego de las fallas de Matheus Uribe y Carlos Bacca, fue quien se encargó de darles ánimo. Buscó a los más desconsolados por la eliminación. Luego en la zona mixta fue de los pocos que dio la cara y trató de encontrar explicaciones a lo que había pasado en la cancha. (Le puede interesar: Un triste debut para Falcao García en el Mundial de Rusia)

Así terminó el Mundial de Falcao, por el que trabajó para llegar y el que vivió de principio a fin con intensidad, esa misma que lo ha llevado a convertirse en uno de los mejores goleadores del mundo. Lo más seguro es que no llegue a Catar 2022, pero seguro dará todo por mantenerse vigente y ser campeón de la Copa América de Brasil 2019. Una persona como él merece terminar su ciclo en la selección victorioso y no derrotado.

Por Luis Guillermo Montenegro - Enviado especial a Rusia

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