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Los años de recorrer diferentes oficinas institucionales del país para que una familia indígena o un consejo afro pudiera vivir en su territorio sin miedo a volver a desplazarse están llegando a su fin. En 2025, la Agencia Nacional de Tierras reportó avances sin precedentes en el reconocimiento de los derechos territoriales de los pueblos indígenas y de las comunidades negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras, con la gestión de cerca de 114.000 hectáreas a favor de estas poblaciones.
La cifra marca un hito frente a los resultados de administraciones anteriores. Mientras durante el gobierno de Iván Duque se gestionaron alrededor de 14.000 hectáreas y en el de Juan Manuel Santos apenas 9.900, el balance del actual Gobierno evidencia un cambio estructural en la política de tierras étnicas y un giro hacia la reparación histórica impulsada por el presidente Gustavo Petro.
“El 2025 la Agencia Nacional de Tierras logró un avance histórico para la población indígena y la población negra del país. Estas tierras reivindican derechos, les permite trabajar la tierra, tenerla formalizada o ampliar sus territorios. No son solo predios, son vidas que cambian para ambas comunidades y reafirma sus derechos territoriales”, comenta Farlin Perea, coordinadora de asuntos étnicos de la Agencia Nacional de Tierras.
Un año que salda décadas
Uno de los pilares de este avance ha sido la formalización de la tierra. De acuerdo con la ANT, en 2025 se formalizaron más de 1.334.295 hectáreas a comunidades indígenas y afrocolombianas, garantizando seguridad jurídica sobre territorios que por décadas permanecieron en la informalidad. Para las comunidades, este paso no solo significa estabilidad, sino la posibilidad de acceder a proyectos productivos, créditos agropecuarios, asistencia técnica y planes de desarrollo propios.
El balance también destaca la ampliación y constitución de resguardos indígenas. Al 2025, la Agencia amplió 103 resguardos que abarcan más de 942.664 hectáreas y constituyó 133 nuevos, con un total de 319.104 hectáreas.
“Con estos resultados hemos demostrado que estamos cumpliendo compromisos que históricamente han sido incumplidos con los pueblos indígenas. Además, gran parte de la entrega y formalización de tierras busca proteger la Amazonía colombiana, el pulmón del mundo, al tiempo que reivindicamos los derechos territoriales de las comunidades indígenas”, afirmó Olinto Rubiel Mazabuel, subdirector de Asuntos Étnicos y exconsejero mayor del CRIC.
Un ejemplo de esas entregas que significan justicia y reparación para estos pueblos ancestrales es la que hizo la ANT en Puerto Boyacá a 120 personas de 26 familias Embera Katío que por más de una década deambularon por el país buscando donde asentarse luego de su desplazamiento en 2002.
El norte del Cauca también fue testigo de cómo las tierras, más allá de un trámite administrativo de titulación, representa paz para los territorios. En 2024, por mencionar otro caso, la Agencia entregó hectáreas a comunidades indígenas, afro y plataformas campesinas que estuvieron enfrentados entre sí por casi medio siglo alrededor de tierras que estaban en manos de unos pocos propietarios y ellos, mientras tanto, sufrían para garantizar el sustento de sus comunidades o alimentarse.
Farlin Perea comenta que estas gestiones de predios productivos tienen otro propósito que contribuye a la armonía de los territorios. Ella, quien es lideresa afro, pero también coordina iniciativas campesinas en Antioquia y Chocó por parte de la Agencia Nacional de Tierras, asegura que con seguridad jurídica de un predio propio, se reducen las posibilidades de que la violencia se convierta en una forma de solucionar conflictos.
“Es un acto histórico. Tanto indígenas como afro han sido quienes por siglos cuidaron la tierra. Hoy la tienen de vuelta para producir alimentos y lo que fue el motor de la guerra durante años hoy es un motivo para desarrollar sus proyectos productivos y apostarle a la paz”, asegura la alta funcionaria.
Volviendo a las raíces
A esto se suma la titulación de 105 territorios colectivos para comunidades negras, que representan más de 73.800 hectáreas reconocidas legalmente por el Estado colombiano, así como la ampliación colectiva de 641 hectáreas para estas comunidades afrodescendientes.
En mayo, por ejemplo, la Agencia Nacional de Tierras entregó cerca de 400 hectáreas a consejos comunitarios en de Rocha y Santo Madero (Bolívar) y Negros Cimarrones (La Guajira).
“El objetivo es hacer de esos territorios una despensa alimentaria. Muchas veces esas comunidades no tienen la tierra para desarrollar sus actividades, fortalecer sus procesos e impulsar los proyectos productivos”, comenta Perea.
Desde los territorios, las comunidades valoran estos avances como un acto concreto de reparación. Daniel Solís, líder del pueblo Arhuaco, señaló que el acompañamiento institucional ha marcado una diferencia frente a gobiernos anteriores. “Es muy importante lo que hemos avanzado con este gobierno, con el presidente Petro y con Felipe Harman, quienes nos han apoyado en todo momento. Estamos muy satisfechos, tanto el pueblo Arhuaco como los otros cuatro pueblos de la Sierra Nevada de Santa Marta”, afirmó.
Más allá de la titulación, la Agencia Nacional de Tierras ha articulado el reconocimiento territorial con el fortalecimiento productivo. Al cierre de 2025, la entidad reportó 43 iniciativas comunitarias respaldadas por una inversión cercana a los 33.000 millones de pesos, orientadas a consolidar los territorios indígenas y afrocolombianos como espacios de soberanía agroalimentaria, economía propia y protección ambiental.
Ese es el caso del Consejo Comunitario Afrocolombiano Bajo de Polo, ubicado en Repelón, Atlántico. Durante 35 años, David Martínez, líder de la comunidad, incursionó en una lucha con el Estado para recibir territorios que permitieran que todos los integrantes pudieran continuar con el cultivo de yuca, maíz, auyama. La fórmula era sencilla, pero por más de tres décadas les faltaba una variable: al tener tierra propia, aumentaban las oportunidades de escalar económicamente en la comunidad y sus miembros, de cierta manera, estarían blindados de ser absorbidos por la violencia que acecha el territorio.
Los 35 años de batallas legales llegaron a su fin en 2024 para Martínez y los 263 del Consejo Comunitario, pues la Agencia Nacional de Tierras les entregó títulos de propiedad de 283 hectáreas productivas que afianzan a la comunidad en su territorio, pero como explica el líder, les permite soñar para que las próximas generaciones puedan fortalecer procesos étnicos que vienen de años.
Proyecto de país
Felipe Harman comenta que estos avances deben trascender más allá del proyecto político que, cabe recordar, termina a mediados de 2026 con la elección de un nuevo presidente. El director de la Agencia Nacional de Tierras comenta que, según él, se construyeron los cimientos para un legado que pueda garantizar paz en Colombia resolviendo una de las principales causas que motivaron la lucha armada: la tierra.
“Esta Reforma Agraria es pacífica. Consiste en comprar tierras para entregárselas a los campesinos, a fin de que produzcan los alimentos que necesita el país… no busca generar discordias entre los colombianos, sino impulsar el progreso del país”, comenta Harman.
De cara a 2026, el desafío será superar estos avances y profundizar el enfoque étnico de la Reforma Agraria en un contexto de restricciones presupuestales y alta expectativa comunitaria. La ANT aseguró que continuará priorizando el diálogo con autoridades tradicionales, la seguridad jurídica sobre la tierra y el acompañamiento productivo, con el propósito de que los territorios reconocidos no solo permanezcan, sino que se fortalezcan como espacios de vida, autonomía y dignidad para los pueblos indígenas y afrocolombianos del país.
“La Reforma Agraria es para todos: campesinos, afro, indígenas, pueblos étnicos. En esos predios van a continuar con sus usos y costumbres. Que tengan un territorio propio y tranquilidad jurídica para poder apostarle al arraigo de acuerdo con sus ancestros”, concluye Farlín Perea, coordinadora de asuntos étnicos de la Agencia Nacional de Tierras.