“Sólo el Borussia Dortmund, club de la Primera División del fútbol alemán, ha desarrollado algo similar. Es la primera vez que en Colombia se ejecuta un proyecto tecnológico que busca potencializar las condiciones de los deportistas”, añade el joven investigador mientras explica que decidieron llamar Comba al laboratorio porque en muisca significa tigre y quieren que los beneficiarios de la idea desarrollen la agilidad y la precisión que caracteriza a este animal cuando ataca a su presa.
Todo nació en marzo de 2014 a raíz de una convocatoria de Colciencias, en la que buscaban proyectos de investigación universitaria que se enfocaran al desarrollo deportivo. “La selección de Colombia estaba a pocos meses de disputar el Mundial de Brasil, el país vivía en medio de la expectativa y ahí fue cuando Juan Pablo Ruiz, docente investigador del programa de ingeniería electrónica de la universidad, dijo que se podría hacer algo innovador relacionado con el fútbol y presentó el proyecto ante Colciencias”, recuerda Amador.
Al poco tiempo, la entidad seleccionó el proyecto de la Universidad Manuela Beltrán, en cabeza del profesor Ruiz, para darle su apoyo. Sin embargo, una de las condiciones era que debía contar con estudiantes de últimos semestres dentro del equipo de investigación.
“Cuando el profesor Ruiz me propuso trabajar en el laboratorio Comba yo estaba a punto de graduarme. Me agradó mucho la idea porque me permitía seguir vinculado con la universidad, me ofrecían una oportunidad laboral y podía formar parte de trabajo innovador con relevancia social”, dice el ingeniero.
Los integrantes del equipo coinciden en afirmar que les tocó empezar desde cero. “De las lanzaderas y la parte mecánica se encargó William, la parte de procesamiento de imágenes y datos la hice yo. La universidad nos ayudó en la construcción de la carpa donde está el laboratorio y estuvo pendiente de que ésta tuviera las condiciones necesarias para resguardar todos los elementos”, dice Juan Pablo y agrega que además de los recursos de Colciencias contaron con el apoyo incondicional de la Vicerrectoría de Investigaciones de la Manuela Beltrán.
“En un año se sacó todo este laboratorio. Nos tomó cerca de siete meses, pero ya está disponible para que los equipos o ligas interesados puedan entrenar con sus jugadores. Nosotros entregamos las cifras con el margen de error que tuvo cada futbolista. Hasta ahora las divisiones inferiores de Santa Fe, Equidad y la Liga de Bogotá ya lo han probado y están encantados porque se trabaja la precisión, efectividad y técnica del manejo del balón y remate, fundamentales en esta etapa de formación del deportista”, afirman los creadores del laboratorio.
En cada prueba se lanzan cinco balones y se mide con el sistema electrónico la distancia frente al blanco. Luego se genera un promedio de la habilidad del jugador frente a la prueba.
“La idea es que éstas no sean sólo para fútbol. Planeamos aplicar el entrenamiento a otros deportes. Queremos que sea útil para los saques y la recepción en el voleibol y el lanzamiento de tiros libres en baloncesto. También se busca que las lanzaderas puedan usarse en campos abiertos para el entrenamiento para arqueros y desde un dispositivo móvil se controle la máquina. Esto facilita el trabajo de los entrenadores y garantiza más precisión en el entrenamiento, porque las motores pueden trabajar 24 horas seguidas de la misma manera”.
Los ingenieros electrónicos que soñaron y le dieron vida a Comba esperan que este proyecto innovador sea tenido en cuenta por las selecciones de Colombia en un futuro no muy lejano y que sirva para dar un salto de calidad dentro del fútbol y el deporte colombiano en general.