A Cecilia Cárdenas le gusta la música que viene de la tierra. Las coplas cantadas con caja en los carnavales riojanos, los sonidos que evocan paisajes, memorias y silencios compartidos. También la conmueve Fito Páez, ese que canta con el alma abierta y el mismo que pone palabras a lo que muchas veces no puede decirse. “Me gusta la música que cuenta algo, que tiene raíz. Lo que emociona sin gritar”, dice.
Esa misma lógica sensible —la que va del oído al corazón— guía su cocina. Ceci, como le dicen todos los que la conocen, nació y fue criada en la provincia de La Rioja, Argentina. Es cocinera tradicional, pastelera profesional y fundadora de La Estación by Ceci Cárdenas, allí ha convertido su taller en un espacio donde los sabores regionales no solo se preparan y se venden, sino que también se piensan, se sienten y se cuentan. “Mi propósito es honrar la cocina tradicional desde una mirada contemporánea y profundamente humana”, afirma.
Una infancia entre cuencos, juegos y zapallo
La cocina no llegó a su vida como una decisión adulta, sino como un juego de niños. Cuando era pequeña, Cecilia pasaba horas viendo programas culinarios, y luego los recreaba en la casa de su abuela. “Ella me preparaba todos los cuencos con los ingredientes y yo jugaba a que estaba en un programa de cocina”, recuerda, para esa época tenía apenas diez años.
Su abuela “Vechi” ha sido una figura clave en su etapa formativa. “Yo le digo ‘mami’, porque también me crió. Siempre fue mi compañera en esto de explorar sabores, de probar combinaciones locas y de crear nuestras propias recetas”.
Desde entonces, hay un sabor que es la bandera de sus orígenes: el del zapallo. Todo lo que sepa a este ingrediente le recuerda a su abuela. Por eso, este año, como participante del III Encuentro de Cocinas Iberoamericanas, IberCocinas —realizado en Arequipa, Perú—, decidió preparar la receta de la matrona de su vida: el locro.
“Llevé la receta del locro, hablé del maíz, de cómo mi abuela me enseñó que la comida no es solo alimento, sino historia. Fue emocionante compartir mi cocina con personas de otras culturas y ver que, aunque las recetas cambien, el amor por la tierra es el mismo”.
El locro, la Chaya y una cocina que celebra
En la vida de esta cocinera, el locro no es solo un plato, es un símbolo. “Es una mezcla entre sopa y guiso. Para nosotros, en La Rioja, es una receta muy tradicional, pero no se come todos los días”, explica. El calor extremo de la provincia limita su preparación a fechas especiales, como el Día de la Independencia o la fiesta de la Chaya, el carnaval riojano por excelencia, no obstante, tiene la certeza de que esta preparación es capaz de unir en un solo bocado a varias culturas hermanas.
“La Chaya es una fiesta donde nos tiramos harina, tomamos vino, nos ponemos albahaca en la oreja, nos pintamos las caras. Se cierra la calle, se arma una gran mesa, y los artistas comienzan a tocar, ahí el locro baila con nosotros, es cultura y también cocina arraigada”.
En su región, también se celebra al Puyay, un muñeco de tamaño humano relleno de fuegos artificiales, que se quema al final del carnaval como parte de un ritual de cierre y renovación. “Cantamos coplas, agradecemos a la Pachamama y lo quemamos. Ahí se va todo”.
En todas esas ocasiones, hay algo está el infaltable locro, una comida que rinde, es económica, y que antes, según Cárdenas, se le conocía como la comida de los pobres. “Con lo que tienes a tu alcance en La Rioja, haces un locro”.
Del catering al taller: la cocina como elección de vida
Antes de fundar La Estación, Cecilia impulsó diversos proyectos gastronómicos que le permitieron explorar otras formas de vincularse con la cocina y con las personas. Empezó elaborando viandas caseras, luego desarrolló catering dulce, y más tarde ofreció servicios completos para eventos familiares y culturales.
“Cada uno de esos emprendimientos fue una etapa de búsqueda, aprendizaje y crecimiento. Fui entendiendo no solo qué quería cocinar, sino cómo quería hacerlo y desde dónde”.
Ese proceso tomó forma en La Estación by Ceci Cárdenas, su proyecto más representativo. Un taller de cocina artesanal con identidad riojana, donde confluyen su amor por lo casero, su creatividad, su vínculo con los productos locales y, sobre todo, su deseo de contar historias con lo que cocina.
En La Estación, Cecilia ha desarrollado una línea de alfajores con identidad regional, elaborados con ingredientes propios de su provincia. Su intención no es solo ofrecer un producto gastronómico, sino también visibilizar lo que La Rioja produce y cómo puede transformarse en algo que emociona, que se comparte y que dice algo de quienes lo crean.
Entre sus creaciones se encuentra el alfajor chaya, un homenaje a la fiesta popular riojana y recientemente declarado como alfajor identitario de la provincia. También está el alfajor Rioja, que combina sabores regionales representativos, y el alfajor torrontés, elaborado con uvas criollas e inspirado en el vino blanco típico de la región. A estos se suma el alfajor de cayote, una relectura de un clásico del noroeste argentino que recoge una herencia compartida entre muchas provincias.
Pero tal vez uno de los más atrevidos para el paladar sea el alfajor de oliva, que integra aceite de oliva extra virgen y un relleno inusual de chocolate con aceitunas en salmuera. “Es un alfajor que rompe moldes sin perder raíz”, afirma. Cada receta, asegura Cecilia, es una forma de contar el territorio con creatividad y respeto.
Cocinar para incluir, transformar y sembrar futuro
Desde sus inicios, Cecilia pensó su emprendimiento como algo más que un espacio de producción. En La Estación, se han abierto las puertas a jóvenes con discapacidad de la Escuela Laboral de La Rioja para realizar pasantías formativas.
“Aprendieron a manipular alimentos, armar pedidos, trabajar en equipo. Y nosotras aprendimos con ellos. Fue una experiencia hermosa que nos mostró otras formas de enseñar y aprender”. Además, su equipo está conformado mayoritariamente por mujeres, con quienes construye vínculos de trabajo solidario y respetuoso. “Creo profundamente que un emprendimiento local también puede ser un espacio transformador”, afirma.
Cocinar con conciencia ambiental
La sostenibilidad también es parte fundamental del proyecto. En La Estación, cada decisión se toma con la intención de reducir el impacto ambiental y acompañar procesos más respetuosos con el entorno. Se prioriza el uso de ingredientes locales y de cercanía, provenientes de productores que cultivan con respeto por la tierra, lo cual no solo permite preservar los sabores autóctonos, sino que también reduce traslados innecesarios y fortalece la economía circular.
Asimismo, se trabaja en el desarrollo de envases más sostenibles, explorando materiales compostables, reciclables y alianzas con emprendimientos comprometidos con el cuidado del ambiente. Los procesos de producción buscan aprovechar ingredientes nobles y versátiles como el cayote o el aceite de oliva, que pueden conservarse sin químicos ni procedimientos industriales agresivos, permitiendo mantener su esencia y reducir desperdicios.
Cecilia también entiende que la conciencia ambiental no termina en la cocina, por eso, utiliza las redes sociales del emprendimiento como espacio para compartir saberes sobre estacionalidad, consumo consciente y el valor de volver a la despensa casera como práctica cotidiana.
Una cocinera que deja huella
Desde una infancia entre ollas de juguete hasta una cocina artesanal con impacto social y cultural, Cecilia Cárdenas ha construido mucho más que un emprendimiento, ha dado forma a una manera de estar en el mundo. “Cocinar, para mí, es una forma de contar historias, y esas historias tienen raíz riojana”, dice. Y ahí está su voz, como una copla entre fuegos, harina, albahaca y amor.
Si te gusta la cocina y eres de los que crea recetas en busca de nuevos sabores, escríbenos al correo de Tatiana Gómez Fuentes (tgomez@elespectador.com) o al de Edwin Bohórquez Aya (ebohorquez@elespectador.com) para conocer tu propuesta gastronómica. 😊🥦🥩🥧