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¿Por qué esta gaseosa roja es considerada una ofrenda sagrada en Tailandia?

Más que una bebida común, este líquido se ha transformado en un símbolo espiritual que conecta a los habitantes con sus ancestros y espíritus guardianes en las vibrantes calles de Bangkok.

Tatiana Gómez Fuentes

26 de septiembre de 2025 - 12:00 p. m.
Mujer orando en una casa de los espíritus después de llevar como ofrenda comida y la famosa gaseosa roja del país que actúa como símbolo de fe.
Foto: Daniela Rojas
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La gastronomía es una de las tantas estructuras que sostiene la identidad cultural de los pueblos, no solo a través del sabor, sino también mediante sus rituales y simbolismos. Hay comidas que, con solo un bocado, permiten al comensal conectarse profundamente con un territorio. El ajiaco habla de Bogotá, las empanadas de pipián transportan a Popayán, un buen locro invita a conocer lugares como La Rioja en Argentina, frutas como el pepino son la ruta para recorrer territorios peruanos, y hasta una gaseosa, en Tailandia, expone la importancia de las tradiciones locales.

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Hace pocos días tuve el privilegio de conocer este país cargado de encuentros culturales que siempre cuestionan. Recorrí la ciudad a pie, dejándome llevar por los colores vibrantes, los aromas intensos y la energía que envuelve cada rincón. Y aunque muchas cosas captaron mi atención, hubo un detalle que, aunque a simple vista, podría parecer “insignificante” para un turista, resulta profundamente significativo para quienes forman parte de las creencias tailandesas: la presencia de botellas de Fanta roja en altares y templos de Bangkok.

No soy particularmente fan de las gaseosas, pero ver esa bebida en casi todos los espacios sagrados que encontraba durante mis largas caminatas me llevó a explorar junto a su gente su importancia, aquí la barrera del idioma desaparece, y los símbolos y prácticas son el pasaporte de entendimiento. ¿Por qué una simple bebida tiene tanto protagonismo en estos espacios? Todo se trata de un gesto cargado de simbolismo, profundamente arraigado en la espiritualidad local, donde sus habitantes depositan flores, frutas y estas botellas con líquido rojo con un pitillo en su interior, que no son simples decoraciones, son ofrendas.

Así como ciertos platos cuentan historias, estas botellas también hablan. Hablan de creencias, de respeto, de vínculos invisibles entre lo cotidiano y lo sagrado. Porque la comida —y todo lo que se le asemeje— construye memoria, identidad y sentido de pertenencia.

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Así como en Colombia hay prácticas agrícolas como las que Ligia Erazo, la “curandera” de sabores y tradiciones de Pasto, preserva para fomentar la cohesión social, dándole paso a festividades y rituales que giran en torno a la preparación y el consumo compartido de comidas, y a la “bendición” de los alimentos antes de llevarlos a la mesa; en la gastronomía asiática, como en muchas otras culturas del mundo, los alimentos cumplen una función nutritiva para convertirse en puentes entre lo terrenal y lo espiritual.

Ofrendar comida y bebida a los ancestros o a los espíritus protectores del hogar es una práctica común, cargada de simbolismo y respeto. Y la Fanta, lejos de ser solo una bebida azucarada, se ha transformado con los años en un elemento clave de estas ceremonias, elegida por su vibrante color rojo, que evoca la sangre y la vitalidad.

Como explican varios habitantes del lugar, esta bebida ha reemplazado en muchos casos al vino tinto tradicional, manteniendo la intención simbólica de alimentar y honrar a los espíritus. Lo que a simple vista podría parecer una curiosidad comercial, en Tailandia se convierte en un acto transformador que conecta la vida diaria con lo sagrado.

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Kanya Srisuwan es una vendedora de durian, el exótico fruto conocido como el “rey de las frutas” en Tailandia. Ella atribuye el éxito de su negocio a los espíritus y, desde hace varios años, deja esta botella especial como ofrenda para atraer la prosperidad a través del sabor.

El durian es un fruto que se da en Asia.
Foto: Getty Images - Vatanika Chanachai

“Esto es casi un ritual para mí y para quienes van a seguir mis pasos en el negocio familiar, no es una moda, es un acto de respeto que nace de nuestra cultura y que se adopta por devoción, así como algunos creen en la astrología, nosotros creemos en nuestros espíritus guías a los que honramos y alimentamos de diferentes formas”, dice Kanya con convicción. Para ella, ese pequeño gesto es la conexión entre la tradición y el futuro próspero que anhela para su familia.

“San Phra Phum” o casa del espíritu guardián

También conocidas como San Phra Phum, las casas de los espíritus son lugares sagrados que son entendidos como fuerzas que protegen el hogar. En ellos habitan -según relatos de sus habitantes- espíritus de los antepasados que continúan, más allá de lo visible, cuidando y guiando a sus descendientes de energías negativas, un ritual donde la comida juega un rol de alimentación de alma y espíritu.

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En su gran mayoría, los tailandeses creen en el budismo theravada, un camino espiritual enfocado en “prácticas individuales, estudios rigurosos y meditaciones profundas”, con la intención de alcanzar la liberación personal del sufrimiento. Esta tradición se ha mantenido vigente durante más de dos mil años y sigue viva en muchas culturas y comunidades hoy en día; no obstante, la religiosidad en Tailandia es un cóctel de tradiciones que combina budismo, animismo y espiritismo.

Las casas de los espíritus, que a su vez funcionan como altares para mantener el equilibrio con la naturaleza a través de ofrendas, dejan como resultado manifestaciones culturales que buscan de forma constante armonizar las fuerzas naturales que afectan la vida cotidiana.

Francisco Perdomo, historiador, explica que “las casas de espíritus son una muestra clara de cómo en Tailandia se mezclan culturas y tradiciones religiosas, reflejando la gran tolerancia del país hacia la diversidad espiritual”. Este crisol religioso queda en evidencia en cada rincón del país, especialmente alrededor de sus templos budistas, “mostrando que en Tailandia la espiritualidad es tan diversa y rica que usa elementos tan importantes como su gastronomía”. Y aclara que las gaseosas rojas muchas veces no se ofrecen al Buda, sino a espíritus protectores (llamados phi en tailandés) o a deidades guardianas locales, pidiendo protección, salud o buena suerte.

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Foto: Ofrenda con frutas y gaseosa en casa de los espíritus Tailandia / Getty Imagez

Rojo, el color que despierta el apetito y la cultura en Asia

El color rojo juega un papel fundamental en estas prácticas rituales, no solo por su impacto visual sino por el significado que carga. En muchas tradiciones asiáticas, el rojo se asocia con la buena fortuna, la alegría y la vitalidad, atributos que se desean atraer y preservar en el espacio espiritual. Más allá de su atractivo, el rojo se entiende como un color protector capaz de garantizar un ambiente armonioso para los espíritus y las personas.

Esta tonalidad también evoca fuerza y pasión, cualidades que se atribuyen a los seres espirituales que habitan estas casas. Por ejemplo, el uso de la bebida de color rojo como ofrenda en lugares como Tailandia, tiene un significado simbólico que se asocia con la sangre, un elemento cultural que representa la vida y la energía.

El líquido, también conocido como “nam daeng”, tiene una relevancia importante que hoy en día se entiende como un símbolo contemporáneo que reemplaza ofrendas tradicionales, manteniendo viva la intención de alimentar desde la devoción.

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Foto: Gaseosa roja en Tailandia / Tatiana Gómez Fuentes

Esta importancia del rojo también se refleja en otras culturas asiáticas, como la china, donde el color domina en celebraciones y rituales con la intención de atraer bendiciones y proteger a la comunidad. Así, el rojo se vuelve un hilo conductor entre distintas prácticas, invitando a la prosperidad, la protección y la longevidad.

Elefantes, budas, ratones, flores amarillas y rosas, son los artículos más comercializados para hacer ofrendas en templos budistas o casas de los espíritus.
Foto: Daniela Rojas

La gastronomía: un ritual de memoria, respeto y conexión con las creencias

En muchas comunidades, cocinar y compartir platos no es solo un acto cotidiano, sino una ceremonia cargada de significado. Cada ingrediente y receta tiene una historia, un vínculo con la tierra y sus habitantes, y un propósito ritual.

Como bien decía Anthony Bourdain, “la comida es todo lo que somos. Es una extensión del sentimiento nacionalista, étnico, tu historia personal, tu provincia, tu región, tu tribu, tu religión, tu abuela. Es inseparable de todo eso desde el principio”. Esta reflexión recuerda que la comida no solo alimenta el cuerpo, sino que transmite un cúmulo de herencias donde cada plato es una ofrenda que honra el legado de quienes precedieron y el entorno que los sostiene.

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Foto: Getty Images - Lucy Brown - loca4motion

Cuando se prepara una ofrenda gastronómica, se honra a los ancestros, a la naturaleza y a las fuerzas que pretenden mantener un equilibrio sano y armónico en la vida. Esta práctica es una forma tangible de agradecer, pedir protección o celebrar ciclos importantes como las cosechas o las estaciones, siendo así un puente entre lo humano y lo sagrado, donde la gastronomía refleja el respeto por la biodiversidad y la preservación de saberes ancestrales.

México es otro país donde la gastronomía es un lenguaje sagrado durante el Día de los Muertos, una tradición que honra a los ancestros y celebra la continuidad de la vida a través de rituales llenos de simbolismo y sabor. Platos como el pan de muerto, el mole, los tamales y el chocolate caliente no solo nutren el cuerpo, sino que son ofrendas que conectan a las familias con sus seres queridos que ya partieron.

El pan de muerto, con su forma circular que representa el ciclo de la vida y la muerte, y las “huesitos” de masa que lo adornan, simbolizan la estructura ósea de los difuntos, un elemento infaltable en esta celebración. Al ponerlo sobre las ofrendas junto con frutas, flores de cempasúchil y fotografías, el pan se convierte en un puente tangible entre el mundo terrenal y el espiritual.

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Foto: Getty Images/iStockphoto - hayaship

Las cocinas mexicanas se llenan de aromas y colores que recuerdan historias y saberes ancestrales. De esta forma, la comida se transforma en un acto de amor y resistencia. Estos actos de reconciliación, respeto y celebración de la muerte de estas dos culturas en particular, muestran cómo la gastronomía es la protagonista que alimenta la identidad.

Así las cosas, no se trata solo de usar ingredientes, sino de entender su origen, su impacto y la conexión espiritual, donde la cocina es un acto consciente en el que cada sólido o líquido se traduce en una ofrenda que nutre el cuerpo y el alma, como una forma de expresión de gratitud que trasciende generaciones.

Foto: Ofrenda / Daniela Ro

Si te gusta la cocina y eres de los que crea recetas en busca de nuevos sabores, escríbenos al correo de Tatiana Gómez Fuentes (tgomez@elespectador.com) o al de Edwin Bohórquez Aya (ebohorquez@elespectador.com) para conocer tu propuesta gastronómica. 😊🥦🥩🥧

Por Tatiana Gómez Fuentes

Comunicadora Social - periodista de la Universidad Pontificia Bolivariana de Bucaramanga, con maestría en gestión y dirección comercial con énfasis en comunicación, publicidad y ecommerce de la Universidad Complutense de Madrid.@tagy_petustgomez@elespectador.com

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