Anna Vicens incursionó en el mundo del vino cuando tenía 19 años y estaba terminando sus estudios de comunicación y relaciones públicas. Un verano trazó su ruta de vida cuando una bodega la contrató para liderar las comunicaciones de la empresa, y aunque en principio se dedicaba únicamente a recibir clientes para enseñarles las instalaciones y darles pequeños recorridos, luego tuvo que aprender todo lo que había detrás de una de las bebidas con más historia elaborada con uvas y fermentada con alcohol: el vino.
Josep Lluís Pérez Verdú fue su mejor maestro. Por esa época, en la que apenas empezaba a dar sus primeros pasos, Pérez ya era uno de los enólogos con mayor reconocimiento y reputación en el priorato. Él asesoraba varias bodegas, una de ellas era donde Anna trabajaba y fue él mismo quien la llevó a despertar su interés por el mundo de la enología, donde aprendió a mezclar esta rama con su profesión inicial. Confiesa que jamás se vio haciendo estudios de números, muchos menos de fórmulas, así que decidió seguir el sabio consejo de su mentor, hacer sumillería.
Recuerda con sonrisas que el año 1997 fue la puerta que se abrió para conocer la industria y entender el concepto real de los vinos, formándose en Barcelona para ser sommelier con tan solo 21 años. En la actualidad trabaja como coordinadora y Head Sommelier de las tiendas Wine Palace y es presidenta de la Asociación Catalana de Sommeliers desde el año 2016, una trayectoria que le ha permitido disfrutar de los mejores sabores, desde el ámbito de la comunicación, la formación y la promoción.
Vicens es una de las invitadas especiales en Bogotá a Expovinos 2023. Hablamos con ella en Gastronomía y recetas de El Espectador a propósito de su vida y así fue como nos dijo ¡Salud!
¿Qué ha significado para usted ser la primera mujer en ocupar el puesto de presidenta de la Asociación Catalana de Sommeliers?
Fue un poco complicado al principio porque veníamos de una presidencia siempre masculina. Todos los presidentes que habían pasado por allí se habían dedicado a la sumillería de restaurantes, entonces, aparecí en una escena donde jamás había sido protagonista. Para empezar nunca me había dedicado al sector de la restauración, sino que mi formación había estado encaminada a la tienda de vinos, a la formación y a la comunicación, así que eso supuso varias barreras.
Con el tiempo tuve que demostrar que servía para el mismo cargo que cualquier hombre habría desempeñado, fui puesta “en duda” varios meses, pero al final mi trabajo es el que ha venido respaldando lo que se ha hecho dentro de la asociación. Las mujeres podemos hacerlo igual de bien o mejor que los hombres, al final lo que debe hacer una institución como esta es estar viva, hacer las cosas bien, ganar socios sommeliers y hacer actividades que vayan de la mano con la industria en sí misma.
Tengo la fortuna de contar con un equipo que me ayuda muchísimo, tengo un secretario y cuatro vicepresidencias que se mueven en diferentes ámbitos dentro de la sumillería, con ellos estamos haciendo muchas cosas a favor del sector y también hemos callado muchas bocas, eso solo se logra con buen trabajo.
¿Cuáles son las estrategias de consumo responsable del vino que promueve la Asociación Catalana de Sommeliers?
Vamos muy de la mano de la gastronomía. Cuando hablamos de vinos hablamos también de comida, de maridaje, de sentarnos alrededor de una mesa, y trabajamos en el concepto del vino como algo que forma parte también de nuestra cultura, de nuestra identidad y de nuestra dieta, así que necesitamos de la gastronomía para visibilizarlo también.
En Cataluña tenemos la mejor gastronomía del mundo y a grandes exponentes como los hermanos Rocca, eso ha ayudado también muchísimo a creer en los vinos y a que los mismos formen parte del menú diario, siempre apuntándole a un objetivo de aprovechamiento de este recurso que está diseñado para todo el mundo y que debe cumplir un proceso de acompañamiento desde distintos frentes.
¿Por qué cree que el consumo de vino ha venido aumentando con el paso del tiempo en el mundo?
Antes era un tema más de exclusividad, pero ahora ya está más presente en todas las mesas. Supongo que también porque el vino es muy accesible. Es decir, todos los bolsillos se pueden permitir comprar una botella de vino. Antes a lo mejor era algo más como para celebraciones y ocasiones especiales, ahora mismo hace parte de la canasta familiar, incluso, se puede consumir para acompañar un plato, para pasar una tarde o hasta para acompañar un buen libro.
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¿Cómo ve el papel del enoturismo en la construcción de la cultura gastronómica del mundo?
El enoturismo es imprescindible. Que las bodegas abran sus puertas, enseñen lo que hacen y transmitan la cultura del vino, es fantástico porque luego el público se sienta en una mesa, toma la carta de vinos, le suenan muchas de las referencias y eligen diferentes opciones porque han ido, lo conocen, lo han visto y lo han escuchado.
Hay que abrir las puertas como está pasando en la cocina para que la gente sepa todo lo que hay detrás de una botella, eso también es una invitación para que las personas se acerquen al producto y las bodegas desarrollen acciones internas llamativas y de impacto que ayuden a construir una cultura que traspase generaciones y que aporte
¿Tinto o blanco?
Blanco, rosado, espumoso y dulce. Todo, cada momento, cada época y cada situación tiene un vino.
¿Qué cosecha?
Para momentos rápidos, fluidos y actuales, la última cosecha. Para momentos de gastronomía seria, momentos de sobremesa, de conversaciones y de cosechas antiguas, vinos viejos.
¿Cuáles son las características que definen a un buen sommelier?
Mucha comunicación y humildad. Tenemos que ser muy humildes porque nosotros no nos tenemos que poner ninguna medalla de nada, quien hace el vino es la bodega, quien se tiene que poner alguna medalla, es ella misma. Nosotros somos solo el hilo conductor de la bodega hasta el cliente final, de donde compramos el vino hasta donde lo ponemos en la mesa. No se vale solo comunicar lo que a nosotros nos gusta, porque muchas veces ponemos nuestro criterio antes del criterio comercial, así que hay que ser muy objetivos, hay que pensar en que hay vinos para todo el mundo y vinos que a lo mejor ni siquiera nosotros nos beberíamos.
Al final la clave es llegar a los clientes y son ellos al final los que nos muestran el camino y nos ayudan a enriquecer la cultura.
¿Qué significa para usted la frase “Tan sencillo como disfrutar un vino”, a propósito de Expovinos 2023?
Me parece genial que haya ferias como estas donde la gente pueda acercarse al mercado del vino, que sepan cómo es y se produce en diferentes países, el gran surtido que existe y cómo se puede disfrutar cada uno en momentos diferentes. Estos espacios permiten corroborarle a la gente que todos podemos acceder al encantador mundo del vino. Es errado pensar que tienes que entender de vinos para poder beberlo, no hace falta, lo que tienes que hacer es tener la mente abierta, ganas de disfrutarlo, de valorarlo y ganas de disfrutarlo con la comida.
¿Por qué su vino preferido es el que se explica con la emoción?
Justo por eso, porque los vinos nos tienen que emocionar igual que la comida. Cuando te hablan de comidas hechas con alimentos de pequeños productores, o de productos que se han recuperado de ciertas zonas, quieres saber más, apoyar y se te despiertan todos los sentidos, pues con el vino pasa igual. Si hablamos de territorio, de años, de todo lo que hay detrás para que se produzca un viñedo, del tiempo que se necesita para que el vino se haga en la barrica, seguro te emocionas. Todo ese proceso que requiere de paciencia, amor y cariño, hace que la copa se llene de emocionalidad.
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Si pudiera sumergirse por siempre en un solo vino, ¿cuál sería?
No lo haría en un solo vino, el mundo del vino tiene riquezas para descubrir cada día, pero no significa terminarse la botella completa (risas), solo es necesaria una copita de un vino nuevo cada día, para poder vivir en plenitud y satisfecho.
Cinco platos para disfrutar con un buen vino
Un buen pescado al horno necesita un buen vino blanco o uno rosado.
Una buena carne necesita de un buen vino tinto.
Un chocolate necesita de un vino tinto muy viejo o un vino dulce.
El sushi necesita de un vino aromático
Para los mariscos o las ostras, el vino espumoso blanco
¿Por qué los vinos de Cataluña se han convertido en un referente para las bodegas del mundo?
Porque no hemos dejado nunca de innovar y de estudiar. Barcelona como capital tiene ese ejemplo constante de investigación y eso lo hemos conseguido gracias a las grandes bodegas que han servido de ejemplo para que las pequeñas se apropien de esos conocimientos y contribuyan a la industria.
Como resultado de todas estas prácticas nos hemos puesto como objetivo constante apostarle a la sostenibilidad, a la ecología, estamos haciendo vinos sostenibles que promueven la conservación de un planeta que está atravesando momentos duros como el cambio climático. En Cataluña por ejemplo, tenemos muchas horas de sol, muy poca agua -cada vez menos-, así que es necesario ser sostenible siendo buenos gestores en agua y teniendo vinos no muy alcohólicos, sino vinos accesibles y eso solo se consigue con la tradición y la historia que tenemos en vinos.
¿Vinos viejos o vinos jóvenes?
Pues mira, si los viejitos han llegado a viejitos y aún podemos beberlos, tienen todo el mérito del mundo. Los jovencitos se pueden beber, pero tienen que demostrar que dentro de unos años aún podremos beberlos, o sea que el mérito está en los viejitos, que aún todavía los podemos disfrutar (risas)
Si pudiera darle un sabor de vino a Colombia, ¿cuál sería?
Un vino tinto.
Una invitación para los lectores de El Espectador para que prueben los vinos de Cataluña en Expovinos 2023
Colombia es muy conocedora de nuestros cavas, de nuestros vinos espumosos, porque además los tienen en muchos puntos de venta e incluso en muchos restaurantes. Los que son menos conocidos para ustedes son nuestros vinos tranquilos, los blancos, rosados y tintos. Entonces yo los invito a que los prueben, porque son vinos que vienen de un país que tiene unas características geográficas espectaculares para elaborar todo tipo, unas variedades autóctonas que nos diferencian y unos sabores tan diferentes y tan accesibles que seguro que encontramos para cada persona ese vino que encaja con su personalidad y los va a enamorar.
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