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El jueves 14 de diciembre se conoció un nuevo caso de homicidio de una mujer trans en Colombia. Roxanna Delgado Trujillo, de 32 años, fue encontrada sin vida en los cerros orientales de Bogotá con signos de violencia y asfixia mecánica. Ella era una defensora de los derechos LGBTIQ+ oriunda de Barrancabermeja, Santander. Según el relato de sus allegados, hace dos años se había trasladado a Bogotá debido a amenazas.
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Organizaciones LGBTIQ+, como Caribe Afirmativo, cuentan que Roxanna es la mujer trans número 24 en ser asesinada este año. Pero, según la Defensoría del Pueblo, durante el 2023 han sido asesinadas al menos 55 mujeres trans; un promedio de cuatro casos al mes. Hechos que, a la luz de la más reciente directiva de diversidad sexual y de género de la Fiscalía, deben ser investigados como violencia por prejuicio debido a la identidad de género de las víctimas.
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Los hechos que rodean las muertes violentas de personas con experiencia de vida trans no pueden ser leídas de manera aleatoria, según explica Nikita Dupuis Vargas (él/elle), investigador de Derechos Humanos de Colombia Diversa. De acuerdo con Dupuis, el caso de Roxanna se integra a uno de los patrones que la organización ha identificado desde 2016: el asesinato de mujeres trans en espacios públicos. Específicamente, en un contexto donde ellas ya habían sido previamente amenazadas y también habían sido víctimas de otros hechos vulneratorios, en este caso, desplazamiento forzado.
El cuerpo de Roxanna fue hallado colgado y atado, de manos y pies, a un árbol en la vía que comunica al cerro Guadalupe. Inicialmente, las autoridades consideraron que se trataba de un suicidio. Sin embargo, debido a las heridas en su cuerpo, las investigaciones que adelantan indican que ella fue asfixiada. Según la oficina de prensa de la Seccional de Investigación Judicial y Criminal (SIJIN) de Bogotá, los móviles del crimen aún están por ser determinados pues, por una parte, la zona es de difícil acceso y no se habían registrado previamente hechos de este tipo en el lugar y, segundo, porque no se descarta que se haya tratado de un feminicidio.
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Aunque esa hipótesis inicial de un suicidio no es frecuente en las muertes violentas de personas LGBTIQ+, y en palabras de Dupuis Vargas, “existe un subregistro de este fenómeno en relación con la población”, no es la primera vez que se presenta este motivo en el caso de una mujer trans. Wilson Castañeda, director de Caribe Afirmativo, destaca el caso de Gabriela, una mujer trans venezolana de 29 años que el 22 de julio de 2020 fue encontrada en su domicilio en Soledad, Atlántico. Si bien las autoridades aseguraban que era una muerte provocada por decisión personal, una necropsia a la víctima, solicitada por la organización civil, determinó que había sido asesinada.
“Lo preocupante de estos casos, además del silenciamiento de una vida, es la labor deficiente de la institucionalidad frente a la evaluación de los contextos en las escenas del crimen”, opina Castañeda. Vale la pena señalar también que las fotografías del cuerpo de Roxanna fueron difundidas. Hecho que, no solo resulta revictimizante, sino también, según Castañeda, contribuye a la impunidad de su muerte.
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Por otra parte, la asfixia mecánica es común en los casos de feminicidios y también en el asesinato de personas LGBTIQ+. Por ejemplo, los dictámenes de medicina legal señalaron esa como la causa de muerte de Valentina Trespalacios y Ana María Serrano, pero también de Felipe Garzón Barreto, un joven gay de 22 años, que fue hallado en su apartamento en el Barrio las Nieves de Bogotá, amarrado de pies y manos.
Las fuentes consultadas también señalan que en el caso de Roxanna hay un patrón de “una violencia sin posibilidad de resistencia”. Esto se debe a que las agresiones ocurren en espacios de difícil acceso o incluso privados, en donde la víctima se encuentra en estado de desprotección sin posibilidad de recibir ayuda o socorro. Asimismo, en los casos de hombres gais y mujeres trans, quienes representan el 68,2 % de las muertes de la población LGBTIQ+, es recurrente el hecho de hallarles atadas las manos.
El informe “La realidad de la discriminación”, de Colombia Diversa, establece que durante el año pasado fueron asesinadas 148 personas LGBTIQ+. La mayoría de homicidios fueron perpetrados a través de asfixia mecánica (13 casos) y arma blanca (10 casos). Además, gran parte de las muertes violentas estuvieron acompañadas de otras violencias conexas, como la tortura. Y, en el caso de las mujeres trans, ellas habían sufrido amenazas y hostigamientos antes del suceso.
“El caso de Roxana es susceptible a ser judicializado como un feminicidio y requerirá que la Fiscalía aplique los enfoques diferenciales y lineamientos adecuados en el proceso de indagación”, afirma Dupuis Vargas. Sin embargo, el investigador también menciona que persiste, por parte de las autoridades, una falta de conocimiento de los patrones identificados previamente por organizaciones sociales.
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Según el informe mencionado, solamente en ocho de los 148 casos de homicidio contra personas LGBTIQ+ registrados en 2022 se determinó un responsable. Esto quiere decir que 140 muertes siguen impunes. Durante el último año, la Defensoría del Pueblo ha registrado al menos 200 hechos de violencia contra personas trans, entre los cuales hay 16 tentativas de feminicidio. También, a través de la Alerta 030 del 2023, la entidad registró 19 casos de violencia contra mujeres trans lideresas y defensoras de derechos humanos.