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Llueve sobre Babel: ¿Cómo sería negociar con Dios la culpa por ser “marica”?

Este y otros planteamientos se abordan en Llueve sobre Babel, película que se estrenará en 2026. En conversación con El Espectador, la directora, Gala del Sol, habló sobre cómo la cinta explora la relación con la muerte, la fe, la culpa y lo queer desde una mirada de redención y aceptación.

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Luisa Lara
23 de octubre de 2025 - 05:00 p. m.
Un bar que funciona como purgatorio. Cuatro personajes que buscan redención. Y una directora caleña que se atrevió a hablar de fe y diversidad al mismo tiempo.
Un bar que funciona como purgatorio. Cuatro personajes que buscan redención. Y una directora caleña que se atrevió a hablar de fe y diversidad al mismo tiempo.
Foto: Gala del Sol Films
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El infierno de Dante aterriza en Cali, la ciudad de la salsa, en un bar clandestino que funciona como purgatorio, donde aún es posible pedir tiempo extra de vida y burlar a la muerte. Así empieza Llueve sobre Babel, una película que sigue a cuatro personajes durante 24 horas en torno a un bar mítico, en el que cada uno enfrenta sus miedos, culpas y la posibilidad de redimirse al encontrarse consigo mismo.

Dos de esas historias son queer. En ellas, los personajes se preguntan cómo pueden convivir el amor “marica” y la fe; qué ocurre cuando el deseo de expresar lo femenino en un cuerpo leído socialmente como masculino se considera pecado, y cómo liberarse del peso espiritual que impone la culpa, para simplemente ser. El filme recuerda que existe un Dios que ama a todas las personas, y que muchas veces son las propias almas las que deciden castigarse, “calcinarse por dentro”, en nombre de una deidad que nunca pidió ese sacrificio.

Ese tejido de historias, en el que algunas personas apuestan con la muerte para obtener más años de vida en la Tierra y otros negocian con Dios y el pecado, nació de la inspiración de Gala del Sol, una joven caleña que vio en un grupo de intérpretes la posibilidad de hacer algo más que unos ejercicios artísticos. Surgió durante la pandemia, cuando este grupo decidió transformar sus dolores en ficción: crear personajes que los retrataran y, al mismo tiempo, los ayudaran a sanar sus heridas emocionales.

Fue así como lo que empezó como una exploración de personajes, terminó convirtiéndose en una experiencia colectiva de sanación, que llegó a las pantallas y que hoy ya acumula reconocimientos en festivales de cine internacionales como Las Palmas Gran Canaria Film Festival de España, Inside Out Toronto Film Festival de Canadá, Pride Awards NYC de Estados Unidos, Out Film Connecticut LGBTQ Film Festival y calificada por The Hollywood Reporter dentro del TOP 10 películas hispanas del 2025.

Gala del Sol, directora y guionista, ha dirigido nueve cortometrajes y lleva el teatro en la sangre desde los cuatro años. Por azares del camino, terminó estudiando cine, donde encontró un punto de fuga para jugar entre el realismo mágico y lo fantástico. En entrevista con El Espectador, habló de su nueva película, que se estrenará en salas de cine en marzo de 2026, y que en lo que queda del año tendrá proyecciones en Cali, Medellín y Bogotá en el marco de festivales de cine. La directora mencionó su interés personal por contar historias que hablen de la reconciliación, del perdón y de lo humano, incluso, tal como ella lo dice “en un mundo parece estar lleno de maldad”.

¿Por qué eligió la fantasía como lenguaje para contar esta historia?

Mi verdadera pasión es la religión comparativa y la mitología comparativa, más que el cine. Y eso se ve muy claramente en mi trabajo. Básicamente, tiene la misma estructura de los mitos de la antigüedad: el viaje del héroe, pero reconfigurado para una audiencia moderna.

Igual tocamos temas fuertes. Una de las temáticas centrales de “Llueve sobre Babel” es ser queer y la espiritualidad: la relación con Dios, con la religión, con la espiritualidad. Y la única manera de tocar temas así es a través de la fantasía y de la comedia, para que sean digeribles para el espectador. Un poco eso es lo que hacemos con la película.

¿De dónde nació la inspiración para escribir Llueve sobre Babel?

Yo estudié cine becada en una Universidad de Los Ángeles. Pero en 2020, en plena pandemia, regresé a Colombia en el último vuelo que entró a El Dorado antes de que cerraran todo, y se canceló la primera película que iba a hacer. Entonces, volví a la casa de mis papás. Estaba en una crisis existencial, muy frustrada y desilusionada.

Para contrarrestar la crisis, llamé a un amigo que seguía moviéndose en los círculos de teatro de Cali y le pedí que me consiguiera un grupo de actores con quienes pudiera trabajar. Pero no esperaba que eso se fuera a convertir en una película. Empezamos a trabajar por videollamada, jugando, sin esperar nada. Una de las actividades que les propuse fue crear personajes: uno que siempre hubieran querido interpretar y que les ayudara a sanar algo de sus vidas.

Ellos trajeron cosas muy personales, y yo las mezclé con un imaginario de Cali en otra dimensión, una Cali retrofuturista, Trópico Punk, donde personajes mitológicos se cruzan con personas reales. Después empezamos a hacer ejercicios de improvisación y ahí fue cuando me inspiré para escribir el guion. Lo escribí cuando tenía 23 años, y todos teníamos entre 20 y 25 cuando empezamos. Además, era mi primera vez enfrentándome a la muerte, a la enfermedad, y me pregunté cómo sería si pudiera apostar años de vida con la Muerte para salvar a las personas que amo. De ahí surge la película.

¿Por qué decidió que la película sucediera en Cali? ¿Hay algo del lugar donde creció que quería reflejar allí?

Sí, yo creo que, naturalmente, es una carta de amor a esta ciudad que me vio crecer. Además, la película surge acá, en Cali, trabajando con este grupo de actores caleños. Una cosa muy importante para mí es que siempre escuché la misma frase: que en Cali no se puede hacer nada, que en Cali no pasa nada, que hay que salir a otras ciudades o países para poder hacer cine. Y yo quería demostrar que eso no era cierto.

Que sí se puede hacer un cine muy bacano en Cali, una ciudad que, además, fue pionera del cine en Colombia en los setenta, con Mayolo, Ospina, Andrés Caicedo, Paquito Cordones. Entonces, era también una manera de decirles a estos pelados —porque todos éramos pelados—: oigan, sí se puede, y vamos a hacer algo muy bacano.

Al final, fue un grupo de jóvenes haciendo la película que querían ver. Una película que refleja las temáticas que eran importantes para nosotros entre los 20 y los 25 años, y que sentíamos que no estaban siendo retratadas en la televisión ni en el cine colombiano. Queríamos alzar la voz y decir: esta también es una realidad válida, y son temas que debemos tocar, aunque todavía sean tabú en nuestra sociedad.

Hay una fuerte presencia de personajes LGBTIQ+ y del arte drag en la película. ¿Cómo convergen dentro de la historia?

Dos de las cuatro líneas narrativas de la película abordan historias queer. La primera sigue a Dante, la mano derecha de La Flaca, que personifica el personaje de la muerte, y es su cobrador de deudas. Él murió veinte años atrás y no recuerda qué trato hizo con ella. Entramos a la historia justo el día en que su contrato con La Flaca se acaba y empieza a recordar quién era antes de morir y qué fue lo que pactó.

Esa es una línea queer fuerte, porque Dante tenía un novio que, después de su muerte, quedó convencido de que había perdido a su pareja como parte de un un castigo divino por “ser maricones”. Hay detalles que no puedo revelar, porque sería hacer spoiler, pero esa historia toca temas de culpa, amor y redención y cómo muchas personas mayores aún viven en el clóset.

La otra línea es la de Jacob, el hijo de un pastor que quiere ser drag queen y no sabe cómo contárselo a sus padres. A diferencia de muchas personas, él tiene una buena relación con su familia. Sus papás lo aman y lo apoyan, y eso lo hace sentir aún más confundido, porque siente que los traiciona. En la película, Jacob atraviesa una crisis justo antes de su primer show. Está dividido entre su fe y su identidad, y tiene miedo de que Dios lo condene.

Pero, finalmente, la historia muestra que no es Dios quien juzga. Es la gente. Son los hombres imperfectos, orgullosos, los que bajo la bandera de lo divino, condenan a los demás para sentirse superiores. Y, al final, es Jacob quien se da cuenta de que no es él quien se quema en el infierno, sino quienes viven sin aceptar el amor propio y ajeno.

¿Por qué era importante para usted incluir historias queer en Llueve sobre Babel?

Todavía hay demasiados crímenes de odio en nuestro país. Son realidades que seguimos viviendo dentro de la comunidad y que no tendrían por qué pasar. La única forma de visibilizarlas es contando historias con las que la gente pueda empatizar.

Son historias que tratan temas pesados, pero lo hacemos a través de un lente que sea digerible para la mayoría de personas. Porque sí, todavía hay mucha homofobia, también mucho racismo, y tenemos que levantar nuestras voces para contar historias que ayuden a cambiar la perspectiva de la gente.

A mÍ mucha gente me dijo: “No incluyas eso, va a hacer que la película sea menos comercial, que no se pueda mostrar en China, en Rusia o en países árabes; te van a catalogar como cine queer y eso va a limitar demasiado la capacidad comercial”. Pero ese no es mi foco, porque la película surge del trabajo con actores que traen cosas de sus vidas reales. El foco siempre fue ayudarlos a sanar.

Porque, si no estuviera haciendo esto, estaría de monja en Nepal. Entonces, es eso: el propósito de la película era que, si los actores podían sanar a través de los personajes, habría personas en la audiencia que también podrían conectar con ellos y sanar. Esa es la razón. Ese es el granito de arena que puedo aportar a este mundo lleno de caos.

Mencionas que en la película hay un mensaje de sanación muy presente. Más allá de lo queer, ¿qué otras formas de reconciliación o sanación atraviesan las historias?

Todas las líneas narrativas tienen mensajes de sanación, reconciliación, aceptación y empoderamiento. Por ejemplo, Timbí sana la relación con su padre, inspirada en el machismo que el actor vivía en su casa; Jacob busca reconciliarse con la feminidad después de crecer con una madre muy cristiana; Uma apuesta años de vida con la Muerte para salvar a su hija, mientras la actriz, en la vida real, atravesaba una ruptura y necesitaba cuidar a su niña interior; y Dante enfrenta la pérdida, justo como el actor que lo interpreta, que había perdido a su abuela y su mejor amigo en el mismo mes.

Todas son historias que nacen del dolor, pero también del deseo de sanar. Y eso no se limita a lo queer. De hecho, aunque solo una parte de los personajes lo son, a veces catalogan la película únicamente como “cine queer”, y para mí es una película universal.

Además, mucha gente dice que es “muy racializada” porque la mayoría del elenco es afro o mestizo, y yo pienso: claro, porque así es Cali. Es la ciudad más diversa del país. ¿Por qué iba a castear solo personas blancas? No tendría sentido. Aunque tiene fantasía, Llueve sobre Babel refleja la realidad más que muchas películas que dicen hacerlo.

¿Qué reflexiones le dejó esa relación entre la espiritualidad y lo queer que explora en la película?

La verdad, desde mi punto de vista, Dios no comete errores. Todo pasa por algo. Creo que, por encima de todo, se trata de ser fiel a la persona que querés ser, más allá de lo que imponga la sociedad. El mensaje más grande de la película es atreverse a quitarse la máscara de lo que le mostramos al mundo y pararse, de verdad, en la persona que realmente queremos ser.

¿Qué espera que despierte Llueve sobre Babel en las personas que se animen a verla?

Espero que esta película inspire a más cineastas, a más mujeres y a más personas queer a alzar sus voces y contar las historias que quieren ver en pantalla. Que no se conformen con lo que creen que “debe ser” el cine colombiano o latinoamericano, sino que se atrevan a poner su firma personal de una manera audaz y original, sin miedo a lo que digan los demás, confiando en que su visión es valiosa y tiene un lugar en el mundo.

Nosotros, como contadores y contadoras de historias, tenemos una responsabilidad social y moral enorme con quienes ven nuestras películas. Hay que preguntarnos siempre si las historias que contamos ayudan a expandir la conciencia y a elevarla, o si la degradan.

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Luisa Lara

Por Luisa Lara

Comunicadora social con énfasis en periodismo. Tiene estudios de género y diversidad en el Knight Center for Journalism. Interesada en contar historias con una perspectiva interseccional y feminista.
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