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La primera menstruación, conocida también como menarquía, ha sido tradicionalmente considerada un hito importante en el desarrollo físico y emocional. No obstante, en numerosos contextos sociales sigue siendo una experiencia atravesada por la desinformación, la vergüenza y el silencio. Muchas niñas y personas menstruantes acceden a este proceso sin el acompañamiento ni la información que merecen, lo que puede provocar ansiedad y confusión.
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Expertos y organismos internacionales como UNICEF y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), coinciden en que hablar abiertamente sobre la menstruación es esencial para romper tabúes, promover la salud y garantizar los derechos de todas las personas menstruantes.
Este artículo reúne algunas claves para acompañar ese primer ciclo desde una perspectiva informada, empática e inclusiva. ¿Cómo saber si la primera regla está cerca? ¿Qué hacer cuando llega? ¿Cuándo consultar a un profesional de salud? ¿Qué mitos hay sobre la menstruación? Estas son las recomendaciones de organismos internacionales y expertos en salud menstrual.
La primera menstruación: señales y procesos
Antes del primer sangrado, el cuerpo suele dar señales que anuncian el desarrollo hormonal y el inicio de la pubertad. El crecimiento de los senos, la aparición de vello en axilas y pubis, cambios en el olor corporal y la presencia de flujo vaginal transparente son algunos de los signos que pueden anunciar la llegada de la menstruación.
La Academia Americana de Pediatría (AAP) explica que estos cambios pueden comenzar entre uno y tres años antes de la menarquía. Este es el momento ideal para iniciar conversaciones informadas, sin prejuicios ni estigmas, reconociendo que cada cuerpo tiene sus propios tiempos y experiencias.
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La menarquia es el primer sangrado uterino que sale por la vagina, señalando el comienzo del ciclo menstrual-ovulatorio. Según los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés) puede aparecer entre los 10 y 16 años, aunque la edad varía debido a factores hormonales, hábitos, alimentación, condiciones ambientales y contextos sociales.
Antes de “la primera regla”, algunas personas menstruantes experimentan hinchazón abdominal, dolor constante en la zona del vientre, sensibilidad en los senos y sensación de cansancio.
Sin embargo, estos síntomas no son universales La aparición de manchas de flujo café, rosa o rojo oscuro en la ropa interior o en las sábanas suele ser un signo reconocible. Planned Parenthood señala que el sangrado puede durar entre tres y siete días; en los primeros meses suele ser escaso, pero con el tiempo puede llegar a tener un color rojo intenso, contener coágulos y alcanzar un volumen aproximado de 50 mililitros.
Recomendaciones para el primer periodo
Tener información clara desde el principio ayuda a que cada persona que menstrúa pueda tomar decisiones con seguridad y vivir este proceso de forma tranquila y positiva. Es importante conocer las diferentes formas de gestionar la menstruación y elegir la que resulte más cómoda. El “Manual de sobre salud menstrual para niñas, niños y adolescentes” de UNICEF explica que hay varias opciones disponibles como las toallas higiénicas, la ropa interior absorbente, las copas menstruales o los tampones.
Otra recomendación es registrar la fecha del primer sangrado y llevar un seguimiento de los ciclos menstruales, que suelen durar entre 21 y 35 días, aunque los primeros años pueden ser irregulares. Este seguimiento es fundamental para empezar a entender el ritmo del cuerpo, anticipar futuros periodos y detectar posibles alteraciones.
La primera menstruación puede ocurrir en cualquier momento y si no se cuenta con alguno de estos productos para gestionarla, se puede solicitar ayuda a personas cercanas.
¿Cuándo consultar a un profesional de la salud?
Uno de los síntomas más característicos previos a la llegada o durante la menstruación son los cólicos, dolores que pueden variar de intensidad en el vientre. Estos son completamente normales; sin embargo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que si hay sangrados muy abundantes, dolor incapacitante o ausencia del periodo durante más de tres meses después de la menarquía, es importante consultar a un profesional. También es motivo de consulta médica síntomas como mareos o palidez extrema, ya que podrían indicar anemia o desequilibrios hormonales.
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Mitos y estigmas en torno a la menstruación
La primera menstruación suele vivirse en contextos donde persisten el silencio, la desinformación y los mitos. Estos factores pueden generar dudas o inseguridades, especialmente cuando no hay acompañamiento ni información adecuada. Aún existe mucho tabú y miedo al hablar sobre menstruación, lo que refuerza desigualdades de género y control sobre los cuerpos.
Uno de los mitos más extendidos alrededor del mundo es que “con la llegada de la menstruación las niñas se convierten en mujeres”. Esta creencia no solo relaciona un proceso biológico con un rol social impuesto, perpetuando la sexualización temprana y trasladando la conversación a que las mujeres solo valen por su capacidad de gestar. La menarquía no es un pase a la adultez y no implica que se deba cambiar la forma de vestir, hablar o de comportarse.
Otro mito frecuente es que “no se puede hacer ejercicio durante el periodo o que usar tampones como insumos de gestión menstrual afecta la virginidad”. Lo cierto es que, contrario a lo que se cree, la actividad física puede ayudar a disminuir los cólicos y otros síntomas menstruales. Y sobre la llamada “virginidad”, es importante aclarar que no es una condición física, sino un constructo social.
La idea de que existe una membrana que “se rompe” al tener relaciones sexuales o al usar ciertos productos de higiene, como los tampones, es un mito. El himen, como cualquier otra parte del cuerpo, varía entre cada persona. Pero lo más importante es entender que la idea de la “virginidad” ha sido históricamente usada para controlar los cuerpos y la sexualidad, especialmente de mujeres y personas feminizadas, relacionandose a la “pureza” o el “valor moral”.
Según la organización Plan International, el 48 % de las niñas en países en desarrollo se sienten avergonzadas durante su periodo por falta de información. En muchos entornos, la menstruación sigue siendo motivo de señalamientos, alimentando la creencia errónea de que la sangre menstrual es sucia o que mancharse es sinónimo de descuido. En realidad, esta sangre es el resultado del desprendimiento del endometrio (un tejido que recubre el útero y que se elimina cuando no ocurre una fecundación), y no representa ningún tipo de residuo contaminante.
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Por eso, UNICEF Uruguay recomienda usar un lenguaje directo y afectivo para desmontar los mitos que la rodean “Nombrar las cosas por su nombre transmite que la menstruación no es algo malo, sino una función natural del cuerpo.” La información debe llegar no solo desde la escuela, sino también desde casa o cualquier otro espacio de confianza ofreciendo un acompañamiento desde el cuidado, la información y el respeto de los cuerpos.
Menstruar con dignidad también es un derecho. Implica tener acceso no solo a productos de gestión menstrual, sino también a información clara, entornos libres de estigmas y acompañamiento respetuoso desde el hogar, la escuela y el sistema de salud. Acompañar la primera menstruación con empatía es una forma de reconocer las necesidades físicas y emocionales de quienes atraviesan la pubertad en general. Es una oportunidad para hablar sin eufemismos, romper prejuicios y construir una cultura menstrual basada en la confianza y el conocimiento.
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