
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Erika Aponte, de 26 años, fue asesinada el pasado domingo 14 de mayo en el centro comercial Unicentro Bogotá por su expareja Christian Rincón. Tras los hechos, Rincón se propinó un disparo, siendo trasladado a un centro hospitalario, donde murió en horas de la madrugada de este lunes. Según el Observatorio Feminicidios Colombia, en el transcurso de este año, al menos dos mujeres han sido asesinadas en centros comerciales. (¿Por qué el crimen en Unicentro será investigado como feminicidio?)
Unicentro publicó un comunicado firmado por el gerente general de Unicentro, Camilo Ángel Moreno, en el que se refería sobre los hechos como “un lamentable incidente (…) un hecho aislado, puntual y particular entre dos personas”. También se lee que el centro comercial lamenta cualquier acto de violencia personal y/o familiar y trabajará con las autoridades para esclarecer lo sucedido. Sin embargo, como establece la más reciente directiva de la Fiscalía sobre el feminicidio, este delito no puede ser concebido como un hecho aislado, sino que se trata de un crimen perpetrado en un contexto marcado por patrones de discriminación que producen violencia. (“En Bogotá hay 2.300 mujeres en riesgo de feminicidio”, Secretaría de la Mujer)
Para la Fiscalía, es claro que las mujeres, históricamente, han sido discriminadas y violentadas por elementos patriarcales y estereotipos. Eso se traduce, por ejemplo, en la creencia arraigada en la sociedad de que las mujeres son propiedad de los hombres y sus subordinadas, y que son ellos los que dicen sobre las vidas de ellas, a quienes no les permiten tener autonomía ni decidir libremente cuándo terminar una relación sentimental.
El asesinato de Erika refleja cómo los feminicidios, considerados como la forma más extrema de violencia en contra de la mujer, no son esporádicos. La Personería de Bogotá anunció que el pasado jueves 11 de mayo, Erika se había comunicado con la “línea de vida” de la Secretaría Distrital de Integración Social, donde expuso que estaba siendo víctima de violencia por parte Rincón. La entidad estableció que a Erika le habían otorgado medidas de protección por parte de la Policía de Soacha, municipio en el que vivía. (Sistema de protección a mujeres actuó, pero no salvó a Érika Aponte en Bogotá)
En lo que va del año, según la Personería de Bogotá, se han reportado 21 casos de feminicidio en la capital. Por su parte, el reporte dinámico del Observatorio Feminicidios Colombia explica que, de los 133 feminicidios registrados entre enero y marzo a nivel nacional, las parejas de las víctimas son con frecuencia sus agresoras y el arma de fuego una de las más usadas. Específicamente en Bogotá, las cifras para este año evidencian que en un 40% se usaron armas de fuego y el 10% de los victimarios corresponden a excompañeros sentimentales.
También hay que recordar que el fin de semana del Día de la Madre es una de las fechas más violentas en el país. Según la Secretaría Distrital de Seguridad y la Policía Metropolitana de Bogotá, en 2022 se atendieron 5.460 riñas, 268 casos de lesiones personales, 443 de violencia intrafamiliar y 14 asesinatos. Asimismo, este fin de semana, junto con el feminicidio de Erika en Bogotá, se han reportado otros dos casos en el país; uno a las afueras de la cárcel de Cómbita, en Boyacá, y otro en el sector de Gaira, en Santa Marta, Magdalena.
El caso de Erika también evidencia un patrón común de la violencia feminicida, el llamado “feminicidio-suicidio” o “suicidio extendido”, que, según el Observatorio Lucía Pérez de Violencia patriarcal de Argentina, se trata del tipo más frecuente de suicidio en las 24 horas posteriores al crimen. Si bien no hay estudios recientes sobre este fenómeno en Colombia, un perfil epidemiológico de Medicina Legal del 2018, encontró que en Bogotá se registraron 25 casos de este tipo entre 2007 y 2012. Aunque para ese momento no estaba tipificado el delito de feminicidio, el estudio encontró que las víctimas fueron mujeres entre los 20 y 34 años y que el 36% de los victimarios sostenía algún tipo de relación sentimental con ellas.
A pesar de que han sido varias las hipótesis para explicar la relación entre el feminicidio y el suicidio en estos hechos, un libro de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLASCO) y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, apunta al querer evadir la responsabilidad penal y las consecuencias judiciales e, incluso, evitar la sanción social ante el hecho cometido. Pero también podría analizarse desde los sentimientos de culpa o remordimiento del agresor. (Feminicidio en Unicentro deja a un niño huérfano)
En estos hechos de feminicidio, como el de Erika, se abre un interrogante en materia justicia y reparación ante la posibilidad de que el caso sea cerrado, ya que el agresor se quitó la vida. El año pasado, ONU Mujeres alertó de una impunidad en 90% de los casos a nivel nacional. Además, como menciona Yamile Roncancio, directora de la Fundación Feminicidios Colombia, en algunos juzgados y comisarías todavía se refieren a los feminicidios como “crímenes pasionales”.
La Fundación Feminicidios Colombia invitó también a reflexionar sobre los deberes que tienen la empresa privada, así como el Estado y las entidades territoriales, con la erradicación de las violencias contras las mujeres, adolescentes y niñas. Y que cada vez son más los feminicidios que ocurrieron en el ambiente laboral, contra mujeres víctimas de violencia machista doméstica. “Hacemos un llamado a las empresas privadas, para que se hagan estudios internos que determinen el nivel de riesgo de las mujeres que hacen parte de sus equipos de trabajo que, apegados al deber de solidaridad, tomen acciones para colaborar a reducir el riesgo, rodearlas y hacer lo posible porque permanezcan seguras y vivas”, afirmó la organización en su cuenta de Instagram.
