Los líos administrativos y judiciales del cerebro del Fondo Premium en el escándalo de Interbolsa, Juan Carlos Ortiz; los intereses del accionista mayoritario Gustavo Serpa por el control del club, y el inexplicable y súbito relevo del director técnico Hernán Torres, el pasado 3 de diciembre después de pelear tres finales, jugar la semifinal de la Copa Sudamericana, ganar la estrella 14 y lograr el subcampeonato de la Copa Colombia, son las razones que hoy explican la crisis que vive Millonarios apenas empezando la competencia en 2014.
Hace cuatro años, cuando el empresario antioqueño José Roberto Arango acordó con la Dirección Nacional de Estupefacientes un plan de salvamento para resolver las afugias económicas del club, surgieron 14 inversionistas que le apostaron al proyecto Azul y Blanco, y lograron que para marzo de 2011 la historia económica de Millonarios empezara a cambiar. Varios de los nuevos dueños fueron accionistas de Proyectar Valores e Interbolsa, dos firmas comisionistas que meses después protagonizaron sendos escándalos.
Aunque casi todos fueron vendiendo su participación, se quedó Juan Carlos Ortiz. Cuando estalló el escándalo de Interbolsa en noviembre de 2012, su mano en el Fondo Premium lo dejó en entredicho. Ese mismo fin de año Millonarios alcanzó la estrella 14, pero estaba cantado que tarde o temprano la situación de Ortiz iba a afectar al club. Él siempre dijo que poseía el 4% de las acciones. La Superintendencia de Sociedades descubrió que realmente tiene el 15% y que a través de otros negocios, su participación real sería del 22%.
Como quiera que Juan Carlos Ortiz está tratando de llegar a un acuerdo con la Fiscalía, pero ésta lo condiciona a que arregle sus cuentas con la Superintendencia de Sociedades, salta a la vista que un alto porcentaje de las finanzas de Millonarios está en juego por este espinoso asunto. En este contexto aparece el segundo actor de la disputa. El socio mayoritario del club es Gustavo Serpa, representante del Fondo Amber, que por errores suyos no tiene representación en la actual junta directiva del equipo.
Sin embargo, es un secreto a voces que Serpa quiere acceder al poder mayoritario, que incluso espera que en la próxima asamblea pueda forzar un cambio de directivos y que con músculo financiero logre su cometido. Entre tanto, según fuentes consultadas, es la persona que se ha dado a la tarea, no sin razón, de presionar para que el escándalo Interbolsa no toque las finanzas del club, aunque sus métodos no sean del agrado de los demás directivos porque el ruido mediático ha causado suficiente descrédito a la imagen del equipo.
A la pugna entre Juan Carlos Ortiz contra las cuerdas y Gustavo Serpa sin límite en su ambición se suma el apremio económico. La venta de abonos se cayó, muchos hinchas han preferido invertir en el Mundial de Brasil 2014 que en el torneo del primer semestre en Colombia, hay problemas de liquidez, rumores de renuncia de otros directivos, la intempestiva dimisión del presidente Juan Carlos Saldarriaga y la interinidad en el mando sin claridad a la vista.
Demasiados ruidos administrativos sin que lo deportivo esté mejor. Aunque la presencia del nuevo director deportivo del equipo, el español José Portolés, se dio desde mayo de 2013, e incluso el técnico Hernán Torres conocía su presencia, todo lo que sucedió a final de año sigue causando efectos. A pesar de que el proyecto de tres años de Portolés, que incluye al técnico Juan Manuel Lillo por un año, teóricamente es interesante, las dificultades económicas y la improvisación le están pasando una costosa cuenta de cobro al equipo.
En marzo está prevista la realización de la asamblea ordinaria, pero aunque el mandato de la actual junta directiva es de cuatro años, no se descarta que se vote un cambio intempestivo. Es el producto de las afugias económicas y la presión de la Fiscalía conta Juan Carlos Ortiz, los movimientos de Gustavo Serpa por aumentar su participación accionaria, la descapitalización evidente y el tema deportivo que sigue en suspenso porque el modelo Lillo no está funcionando. Una crisis que sólo pueden resolver los jugadores en la cancha.
El modelo que quiere implementar Millonarios parte de consolidar una identidad de juego desde las divisiones menores, de conseguir a corto plazo una sede social y deportiva, y de mejorar todos los aspectos de mercadeo y finanzas. Sin embargo, es claro que lo que hoy sucede es una olla de presión. La sombra de Interbolsa incomoda demasiado, el agente liquidador de la Superintendencia de Sociedades no da tregua con Juan Carlos Ortiz y el esquema de los españoles tiene un nivel de aguante que sólo pueden salvarlo las victorias.
En esas condiciones, la transición que hoy lideran el abogado Julio César Ortiz, el directivo Hernando Luque y el comunicador Nicolás Umaña tiene una tarea compleja para salir adelante en la actual coyuntura. El camino de Ortiz es entregar sus acciones y salir del equipo. A sus aliados parece no quedarles otra opción que seguir por la misma ruta. Gustavo Serpa no va a parar en su idea de quedarse con el equipo. En las próximas semanas se juega el todo por el todo. Los jugadores y técnico en la cancha, y los directivos en la asamblea.
Los hinchas, las barras futboleras, los medios de comunicación y demás actores de la actual crisis, en un semestre súbito por la influencia del Mundial, permanecen a la expectativa de lo que pueda suceder. Una encrucijada impensable para un equipo que después de dos décadas de desilusiones y quiebras, a partir de 2011 parecía encontrar el rumbo, un año después volvió a colgarse una estrella, pero inexplicablemente decidió apostarle a otra historia cuyos resultados y aciertos aún están por verse.
Los precursores del negocio azul
En 2010, la situación de Millonarios era caótica. En ese momento la Dirección Nacional de Estupefacientes era la propietaria del 29,15% del equipo. La ruta diseñada por el abogado José Roberto Arango permitió que en 2011 la sociedad Azul y Blanco se quedara con la propiedad del club deportivo.
Después se consiguió presidente. Una firma cazatalento escogió al economista Felipe Gaitán, quien en febrero de 2012 tomó las riendas. Ahí los comisionistas de bolsa Juan Carlos Ortiz, Gustavo Adolfo Talo Mejía y Alessandro Corridori, entre otros, entraron a formar parte de los accionistas.
Sin embargo, a finales de 2012, al mismo tiempo que Millonarios alcanzaba su estrella 14 después de 24 años de espera, estalló el escándalo de Interbolsa y el Fondo Premium, que a través del socio Juan Carlos Ortiz, constituyeron la columna vertebral del problema económico que hoy afecta las finanzas del club capitalino.
Los proyectos a ejecutar
El actual presidente de la junta directiva del equipo, Julio César Ortiz, sostiene que el proyecto que hoy defiende la institución tiene metas importantes: la formación de escuelas de desarrollo humano y creación de talentos, así como la consolidación económica. Desde diciembre pasado Ortiz dijo que el presupuesto de 2014 iba a ser muy conservador.
Además ha insistido en que el equipo va a adquirir un corte empresarial europeo y que la marca va a salir favorecida. Su idea es que Portolés lidere una opción deportiva que deje atrás las improvisaciones del pasado y lo saque adelante. En cuanto a lo económico, ha sido claro en decir que cada socio debe saldar sus propias cuentas.
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@norbeyquevedo