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La prueba que revelaría que patrullera de policía en Barranquilla no se suicidó

Un estudio técnico, conocido por El Espectador, revela que la patrullera de la Policía no se suicidó, sino que fue impulsada por un tercero desde el balcón de un quinto piso en Barranquilla. Guerrero estaba con su expareja, el subintendente activo de la Policía, Andrés Alfonso Castro. El caso sigue en investigación, sin mayores avances.

Natalia Herrera Durán

03 de agosto de 2025 - 11:00 a. m.
María Alejandra Guerrero Montiel, de 22 años, nacida en Hato Nuevo, La Guajira, falleció el 28 de abril en circunstancias que siguen en investigación.
Foto: Archivo Particular
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Esta semana se cumplieron tres meses de la muerte en Barranquilla de la patrullera de la Policía, María Alejandra Guerrero, de 22 años. Ese 28 de abril de 2025, a la 1:42 a.m., en el grupo de WhatsApp “Atlántico 2025”, informaron que una mujer, “al parecer”, se había lanzado al vacío desde un quinto piso, en un conjunto al sur oriente de la ciudad.

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Esa fue la razón para que el investigador de la Fiscalía, Jhaan Carlos García, de turno esa noche, se desplazara hasta el lugar para adelantar todos los actos urgentes. Estaba desnuda. Su cuerpo fue trasladado al centro médico más cercano, en donde confirmaron su fallecimiento.

En el apartamento en donde estaba María Alejandra solo estaba el subintendente de la Policía, Andrés Alfonso Castro Gómez, de 34 años, quien se presentó como su “compañero sentimental”, de acuerdo con el registro del investigador, que quedó consignado en el folio de la noticia criminal, al que accedió este diario.

En el expediente también quedó registro del primer testimonio que dio Castro sobre lo sucedido. Contó que era subintendente de Policía desde hace 12 años, que en 2023 conoció en la Policía a María Alejandra Guerrero, con quien sostuvo “varios encuentros amorosos”. Para ese momento, María Alejandra era subordinada de Castro, en el comando de Policía del Atlántico, y según su familia, ella se alejó de él porque “era muy posesivo”.

Según Castro, la noche de la muerte de María Alejandra, no hubo altercados y sostuvieron relaciones sexuales. En un momento dado, según él, ella lo abrazó muy fuerte: “Le pregunté si le pasaba algo, a lo que me respondió que no. Puse una alarma en mi celular y me acosté a dormir junto a ella.

Después pasaron como 50 minutos aproximadamente y veo a María Alejandra en la ventana de mi cuarto, ahí es cuando le pregunto qué hacía y es cuando ella se lanza de espaldas al vacío. No pude agarrarla. Todo sucedió muy rápido. Bajé al primer piso donde se encontraba, tirada boca arriba, y ahí fue que comenzaron a acercarse varios vecinos”.

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El investigador le preguntó si faltaba algo más para cerrar su versión de los hechos, a lo que Castro contestó: “Bueno, quiero agregar que cuando yo la intente agarrar, María Alejandra tenía la mirada perdida, no sé si era por sueño; sin embargo, la hermana me comentó que María Alejandra era sonámbula”.

La versión desconcertó a los familiares de María Alejandra. Ella nunca ha sido sonámbula y mucho menos alguna de sus hermanas le refirió eso a Castro. “Desde que ella nació, hasta la fecha, nunca mi hermana presentó ningún tipo de problemas con el sueño ni nada relacionado con ser sonámbula. No sé con qué intención este señor preguntó eso a mi hermana menor cuando la llamó esa madrugada, si claramente nosotros que somos su familia sabemos que ella no tiene ninguna condición de eso”, declaró al investigador su hermana, Adriana Guerrero.

En esa misma dirección, declaró Paola Hernández Cadavid, amiga del trabajo: “Solo quiero manifestar que yo duré tres meses durmiendo con ella en el mismo camarote, en el centro de instrucciones de la Policía. Ella dormía arriba y yo abajo. Nunca se bajó de la cama para caminar, nunca”.

Pero más allá de los testimonios de las personas que la conocían, lo más revelador, hasta ahora, son dos informes. El primero es la necropsia parcial de Medicina Legal que, además de registrar las lesiones que le provocaron la caída y su posterior deceso, mencionó heridas que podrían ser previas: una provocada por un objeto cortopunzante, en la espalda, que no le produjo un sangrado grave, y otras, en la región frontal del antebrazo, que coinciden cuando una persona se está defendiendo.

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El Espectador también conoció el estudio técnico de la caída de María Alejandra Guerrero, realizado por el perito experto externo, Nelson Rodríguez Ortega, que ya está en manos de la Fiscalía. El documento, de 88 páginas, revela que según la ubicación donde quedó el cuerpo de María Alejandra con relación al edificio, “no hubo una caída libre ideal”. Es decir, para que el cuerpo quedara donde quedó tuvo que tener un impulso, una fuerza externa que le produjo esa forma de caer.

Según este informe, además, si María Alejandra se hubiese lanzado de la manera en que describió a las autoridades el subintendente Castro (de espaldas al vacío), el cuerpo nunca hubiese caído al suelo, sino que hubiera quedado suspendido en una especie de balcón que existe en ese edificio. Un espacio protegido por unas varillas gruesas. El impulso externo que recibió, hizo que sobrepasara la barda de ese balcón.

Foto: Archivo Particular

“Un análisis físico y científico que, sin duda, no coincide con una conducta suicida, aseguró el abogado de la familia de María Alejandra, John Faber Buitrago Vargas, en entrevista con este diario.

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Un estudio técnico de 88 páginas demuestra que María Alejandra Guerrero no se suicidó. La ubicación del cuerpo indica que recibió un impulso externo que la lanzó desde el balcón del quinto piso en Barranquilla.

Buitrago cree, además, que en este caso hay una inactividad y proceder irregular por parte de las autoridades. “Uno de los hechos irregulares que ejemplifican eso es que la inspección técnica del cadáver se efectuó en un centro de paso y hasta allá llegó un mayor de la Policía a hablar con el médico legista, sugiriéndole que se había tratado de un suicidio.

Además, la inspección del cuerpo solo se hizo tres horas después del reporte de la caída porque dicen que la mujer no estaba identificada. El subintendente Castro, en su versión inicial, dijo que era el compañero sentimental de María Alejandra, pero no la identificó plenamente, ni dijo que también era policía activa. ¿Por qué?”, se preguntó Buitrago.

Eso sin mencionar que la prueba de traza, que busca determinar presencia de restos o vestigios biológicos en el lugar de los hechos que se investiga, se hizo solo hasta el 24 de junio en el apartamento y no de forma inmediata para evitar una alteración del espacio. Una manipulación de la escena que según la representación de la víctima ya se hizo:

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José Guerrero, padre de María Alejandra, lleva días en Bogotá pidiendo a las entidades que investiguen la muerte de su hija.
Foto: El Espectador - José Vargas

“Supimos que luego de la muerte el apartamento se pintó y se han cambiado hasta puertas, como quedó consignado en la ampliación del informe de policía judicial. El apartamento tuvo que haberse allanado y prohibido el ingreso. No lo hicieron, supuestamente, porque el señor Castro ha colaborado con la investigación. De hecho, hasta le avisaron que iban a ir al apartamento. Prácticamente, le dijeron: alístese, que voy a ir a revisar la casa. También le hemos hecho tres requerimientos a la Fiscalía para que Medicina Legal entregue el informe completo de necropsia, porque hasta el momento solo se conoce el parcial. La situación es preocupante, porque sabemos que el tiempo que pase, la verdad que huye”, aseveró Buitrago.

El abogado también mencionó que es muy diciente que, al lugar de los hechos, los agentes de policía del cuadrante que llegaron lo hicieron atendiendo una denuncia de riña y vecinos dijeron que escucharon gritos de pelea. Además que ella estaba “totalmente desnuda y su cuerpo extremadamente limpio”.

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Este diario se comunicó con el intendente Andrés Alfonso Castro, quien dijo que solo se pronunciaría a través de su representante legal. El abogado de Castro, José Altamiranda, tampoco quiso responder las preguntas de El Espectador, porque aseguró que sigue en etapa de investigación y no quiere contaminar el proceso. Sin embargo, sostuvo que la intención de Castro siempre ha sido colaborar con la justicia para que se esclarezcan estos hechos.

A la fecha, el subteniente Castro solo está siendo indagado por estos hechos sin que se haya vinculado a un proceso penal. Tres meses después de estos hechos, la Fiscalía no ha entrevistado a los vecinos del lugar. Por eso, el abogado de la familia de María Alejandra dijo que aunque el ente acusador priorizó el caso, “no ha pasado nada, no se ha movido, fue solamente un rótulo”.

“Yo sé que mi hija no se suicidó, a ella me la mataron. Por eso le pedimos a la Fiscalía que investigue, que no vaya a quedar en impunidad. Estoy seguro de que mi hija no tenía ningún motivo para querer quitarse la vida, con una proyección bien definida”, dijo José Guerrero, el padre de María Alejandra, que lleva días en Bogotá, pidiendo a las entidades que vigilen este proceso.

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“Mi hija no se mató, la mataron”, asegura José Guerrero. El subintendente Andrés Castro que estaba con ella dijo que se lanzó al vacío “sonámbula”, algo que la familia niega rotundamente.

Al menos tres testimonios que reposan en el expediente coinciden con José Guerrero en que María Alejandra no tenía ninguna razón para suicidarse: “Era risueña, de muy buen genio, le encantaba la música, compartir, disfrutar en familia. Algo extraño tuvo que haber pasado en ese apartamento”, anotó Leyla Baquero, la última amiga que la vio con vida.

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Por Natalia Herrera Durán

Periodista de Investigación. Trabajó en El Espectador desde el año 2010 y durante 15 años. Le interesan los temas sociales y de denuncia.@Natal1aHnataliaherrera06@gmail.com
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