El caso DMG se parece al proceso 8.000. Lleno de nombres y contactos, más de un conocido temblando en espera de que aparezca su nombre y la justicia actuando al ritmo de las publicaciones de los medios de comunicación. La única diferencia es que en los tiempos del 8.000 no había extradición. En cambio hoy, lo que no resuelve la justicia colombiana se salda en Estados Unidos, como seguramente pasará con David Murcia, Daniel Ángel, Margarita Pabón y sus aliados.
Entre tanto, después de algunas semanas de silencio, el caso DMG vuelve a estar de moda. Esta vez para airear las relaciones non sanctas de emisarios de David Murcia con el personero de Bogotá, Francisco Rojas Birry, y de paso para enlodar la campaña que llevó a la Alcaldía de Bogotá a Samuel Moreno Rojas. Por lo pronto, por cuenta de dos extraños personajes llamados Fidencio Mena y Jorge Iván Bonilla, presuntos contactos con el Alcalde y la Presidencia, la Procuraduría ya entró en acción.
Sin embargo, las particularidades de DMG y su inusitado auge en la sociedad colombiana encuentran explicación en más de 2.000 horas de grabaciones legales que desde septiembre de 2007 realizó la Policía a los hombres claves del emporio. En los últimos días están apareciendo a cuentagotas, pero hoy compartidas con la justicia norteamericana, su contenido da para todo. Eran tan grandes las pretensiones de David Murcia y sus aliados, que no hay sector de poder que no termine tocado por sus ambiciosos tentáculos.
Y no cabe duda de que tarde o temprano iba a intervenir Estados Unidos. Las interceptaciones telefónicas demuestran que hacia el país del norte apuntaba el destino de la multiplicación o salvaguarda de sus capitales. Por ejemplo, el 7 de octubre de 2008, en una conversación, Daniel Ángel le comunica a Murcia que se va para Miami con Margarita Pabón para blindar las sociedades. Días antes, William Suárez le pregunta a Daniel Ángel si hicieron una negociación en un banco de Estados Unidos, porque anda preocupado por la Interpol y la DEA.
Los mismos Suárez y Ángel demuestran su angustia cuando refieren que tuvieron negocios con la firma Cambios y Capitales de Panamá y que por eso pueden aparecer relacionados con Juan Carlos Ramírez Abadía, alias Chupeta. Y en otra conversación, Daniel Ángel le comenta a una asistente de David Murcia, que se identifica como Luisa, que su primo Santiago está en México con un gringo y que tiene US$1.4 millones disponibles, a la espera de órdenes para moverse hacia los Estados Unidos.
En otro diálogo, el asesor de DMG, Carlos Espinosa, habla con un desconocido y le confirma que ya mandó a su cuenta cifrada en el banco Merrill Lynch en Estados Unidos, “el documento”. Esta conversación está fechada el 13 de marzo. Llama la atención que en su indictment, el gobierno de los Estados Unidos advierte que el 6 de marzo de 2008, David Murcia empezó a consignar dinero en ese banco. Es decir, rastreó muy bien cómo se estaba moviendo DMG en el país del norte.
Con miles de horas de grabaciones, el caso DMG da para todo. Se develan pagos a la Comisión Nacional de Televisión; que un funcionario de Finagro asesoró a David Murcia; que a través de Jorge Berrío se gestionaron $1.000 millones para la campaña de su hermano Joaco a la gobernación de Bolívar; que la esposa del general de la Policía Rodolfo Palomino fue quien recibió las anchetas de DMG; o que el propio Murcia hizo presencia en la Cumbre de Río donde el presidente Álvaro Uribe salió airoso defendiendo la soberanía.
Se habla de santeros que le pronosticaban a Murcia tempestades judiciales; de cómo se estaban fabricando pruebas para que El Mellizo extraditado testificara contra DMG; que planeaban realizar una película en Hollywood con los mejores contactos; que querían llevar a Vicente Fernández a los municipios de Ubaté (Cundinamarca) y La Hormiga (Putumayo); o de cómo el emporio intentó meterle plata al concierto de la frontera que convirtió al artista Juanes en el hombre de la reconciliación entre Colombia y Venezuela.
De lo divino y lo humano hablan en sus conversaciones David Murcia, Daniel Ángel y Margarita Pabón, y en sus diálogos comprometen a abogados, periodistas, senadores, asesores presidenciales u opositores del Gobierno. Por ahora, la justicia sólo le camina al gobernador Berrío, al tema Rojas Birry y, por extensión, al alcalde Samuel Moreno. Pero donde quiera que indaguen, la justicia tiene cómo comprobar que la empresa DMG se había infiltrado en todas las instancias de la sociedad colombiana.
Una pequeña muestra de este poder se advierte en la transcripción de algunas grabaciones que acompañan este informe. No es ni siquiera el 1%. Como en todos los escándalos que sacuden al país en los últimos tiempos, ni están todos los que fueron ni fueron todos los que están. Van a seguir apareciendo filtraciones.
Como en la canción, son más de mil horas. Pero al final de esta película la justicia tendrá que ocuparse de otros escándalos y el asunto terminará saldándose donde se ajustan las cuentas de Colombia: en Estados Unidos.
El costoso show de Murcia
El plan de David Murcia y Daniel Ángel era traer a Colombia a Vicente Fernández para que se presentara en cuatro conciertos. El primero sería en Ubaté, tierra natal de Murcia; el segundo, en La Hormiga (Putumayo), donde surgió DMG; el tercero en Armenia y el cuarto en Nariño.
En otra conversación, Murcia se refiere al concierto de Juanes en Cúcuta, llamado ‘Paz sin fronteras’: “Nosotros (lo) estamos apoyando, tenemos un sitio exclusivo, y de ahí salimos para Panamá”, dijo el creador de la captadora ilegal.
Un babalao de Panamá
En febrero de 2008, David Murcia Guzmán —aficionado a ciertos credos— ordenó que desde Panamá viniera a Colombia un babalao, que es el sacerdote mayor de la santería.
Este personaje, cuyo nombre se omite en las grabaciones, dijo que Murcia iba a tener graves problemas de tipo judicial, que se iba a “armar una guerra” y que el panorama “estaba muy revolcado”. El babalao expresó que ya era demasiado tarde para hacer algo por Murcia.
Preocupación por Villegas
Un audio entre Margarita Pabón y Giovanni evidencia su preocupación por un debate en el Concejo al entonces secretario de Movilidad, Luis Bernardo Villegas. La conversación muestra el interés por contactar a una magistrada del Consejo de Estado. En otra interceptación, la secretaria Yuli le cuenta a Joanne Ivette León, esposa de David Murcia, sobre el inicio de operaciones en Venezuela. En otra llamada un asesor de Finagro le ofrece a Murcia software para evitar filas en DMG.