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'Mi Sangre', ¿el perseguido?

Abogados de Henry de Jesús López, pedido en extradición por EE.UU. por cargos de narcotráfico, alegaron ante jueces argentinos y ante la Comisión Interamericana que él es un perseguido político.

Diana Carolina Durán Núñez
06 de julio de 2014 - 02:00 a. m.
Henry de Jesús López, alias ‘Mi Sangre’, está detenido en la cárcel de máxima seguridad de Eneiza, Argentina.  / AFP
Henry de Jesús López, alias ‘Mi Sangre’, está detenido en la cárcel de máxima seguridad de Eneiza, Argentina. / AFP
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Colombia, Estados Unidos, Argentina... hasta la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Todos ellos, en este momento, tienen que ver con Henry de Jesús López Londoño, el hombre que según las autoridades nacionales y la justicia norteamericana es uno de los mayores narcotraficantes que se hayan visto en el país. Él, que siempre fue identificado como Carlos Mario, Salvador, Federico o Mi Sangre —con este último alias se hizo conocer de punta a punta—, tiene sin embargo otra versión: asegura que es un perseguido político. Que por eso merece el refugio en Argentina. Que lo que quiere, simplemente, es vivir en paz.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) tiene en sus manos un complejo caso para decidir si se admite o no. En el primer semestre de 2011, este organismo internacional recibió la solicitud de Henry de Jesús López de que se protegieran sus derechos a la presunción de inocencia, al debido proceso y a la privacidad de su familia, entre otros, luego de que la Policía colombiana lo incluyera varias veces en los carteles de los capos más buscados del país a pesar de que, al menos en Colombia, no tenía órdenes de captura por narcotráfico. Lo cual fue cierto hasta el 15 de mayo de 2012, cuando la Corte del Distrito Sur de la Florida lo pidió a él, entre otros, en extradición.

Desde entonces, los abogados de alias Mi Sangre documentan ante la Comisión todo lo que se hace en Colombia y en Argentina, país donde López está recluido en una cárcel de máxima seguridad mientras se resuelve su pedido de extradición por parte de Estados Unidos. Es decir, el Sistema Interamericano ahora está analizando qué hacer ante el argumento de que López Londoño es un perseguido político, tal cual alegó su abogado defensor argentino, Carlos Broitman, ante los jueces gauchos. Así se lo confirmó a este diario John Villamil Casallas, litigante de López en Colombia. “Lo que se busca es que la Comisión tome medidas de protección”, aseguró Villamil Casallas.

“El señor López Londoño se considera un perseguido político tanto de EE.UU. como de Colombia y así se les ha dicho a los jueces. La Cámara de Casación Penal, en un fallo histórico y después de una huelga de hambre del señor López que duró 90 días, reconoció que se había violado su derecho a la defensa, a réplica y a otras garantías constitucionales. Y el pasado 1° de julio, un juez ordinario le ordenó a otro juez que hiciera cumplir las disposiciones de la Cámara. Es que hasta a su hijo de 8 años se le han violado los derechos, al nombrarlo con nombre y apellido en expedientes relacionados con narcotráfico”, le dijo a este diario el abogado argentino Carlos Broitman.

Lo que Broitman, Villamil y el propio López sostienen es que en Colombia las autoridades construyeron la imagen del ‘narco’ a pesar de no tener evidencias. Fuentes de la Fiscalía, sin embargo, le indicaron a este diario que la razón por la cual fue EE.UU. y no Colombia el que pidió en extradición de Mi Sangre es porque ambas naciones se pusieron de acuerdo para que así fuera, en busca de trabajar coordinadamente. “Uno no se explica cómo, en un Estado de Derecho, la Policía tilda a alguien de narcotraficante sin una orden de arresto contra ese alguien por narcotráfico”, reclama Villamil. Y agrega: “Henry sostiene que la Policía está detrás de todo, para que él no declare en Justicia y Paz todo lo que sabe de esa institución”.

López Londoño perdió su libertad en la noche del martes 30 de octubre de 2012, cuando iba a cenar en el restaurante italiano Fettuccine Mario, en la localidad bonaerense de Pilar. Vivía en Nordelta, un sector de Tigre descrito como “exclusivo” por los medios argentinos, y se movía entre varias casas de sectores similares. “Es un hombre extremadamente peligroso”, señaló entonces Sergio Berni, secretario argentino de Seguridad (algo así como un viceministro), mientras Mi Sangre era trasladado con chaleco antibalas a los tribunales de Comodoro Py en medio de un operativo con agentes que usaban pasamontañas, ametralladoras y escopetas.

Hoy está detenido en una cárcel de máxima seguridad en Eneiza. Desde que fue arrestado, el calificativo de “gran narcotraficante” que le han dado fue un imán para los medios argentinos, que escribieron páginas y páginas en su nombre, y es ahora Mi Sangre quien está explotando hasta la saciedad el derecho a réplica que le garantizó recientemente la Cámara de Casación Penal. El pasado 1° de junio apareció en el popular programa político La Cornisa, cuyo conductor es el conocido periodista Luis Majul. En ese espacio contó cómo ayudó a dar con el paradero de Pablo Escobar, reiteró sentirse un “perseguido político”, negó cualquier nexo con el cartel mexicano Los Zetas y señaló, incluso, que era un hombre “de una profunda fe”.

Una semana más tarde habló con otro periodista famoso, esta vez de radio: Ernesto Tenembaum: “Yo no estoy pedido en extradición por narcotráfico. Esa es una gran mentira que han dicho en los medios argentinos. Yo estoy en extradición por pensar (...) La Policía me persigue extrajudicialmente desde hace más de una década”. En marzo pasado, además, López le dio una entrevista al periódico Perfil cuando estaba en huelga de hambre. Expresó que temía morir envenenado, al tiempo que señaló: “Deseo regalarles mis días a los argentinos haciendo trabajo social en los barrios”. Unos cuantos ejemplos del reciente esfuerzo de López Londoño por darle un giro su imagen en el país que tiene que determinar, más pronto que tarde, si es o no extraditado a EE.UU.

Mientras López Londoño insiste en todas las instancias que lo suyo es una persecución ilegal, en la Fiscalía y en la Policía están seguros de lo que dicen: Mi Sangre no es una mansa paloma, sino un narcotraficante de vieja data, que pasó de ser un ‘lavaperros’ de la Oficina de Envigado, que suministraba químicos y movía plata, a ser uno de los capos más importantes del país. López Londoño le dijo al programa La Cornisa que él había sido informante de la Policía para dar con el capo de capos, Pablo Escobar. Fuentes de inteligencia, no obstante, resaltan que él no fue cualquier informante, sino un integrante del grupo ilegal Los Pepes (Perseguidos por Pablo Escobar).

Su nombre apareció en medios nacionales por primera vez en 2006, cuando la revista Semana reveló conversaciones entre López y el entonces senador conservador Ciro Ramírez, las cuales le costaron una investigación por narcotráfico, de la que finalmente resultó absuelto el congresista —aunque en 2011 fue condenado por sus nexos con grupos paramilitares—. Para entonces, cuentan miembros de los organismos de investigación, Mi Sangre estaba ya bien referenciado: había sido lugarteniente del jefe paramilitar Miguel Arroyave y, junto a él, había apoyado la expansión de uno de los proyectos más ambiciosos y más poco investigados de las Autodefensas: el bloque Capital.

Exlíderes ‘paras’ como Salvatore Mancuso le han confesado a la Fiscalía que había un serio interés de parte de personas del establecimiento bogotano, como el exvicepresidente Francisco Santos, en establecer una facción paramilitar en la capital del país hacia el año 2000, la época en que más se temió que Bogotá estaba sitiada por las Farc y que éstas podrían llegar a tomarse la ciudad. Santos ha negado cualquier pretensión de esa naturaleza. Otros desmovilizados, como Emiro Pereira, han confirmado ante la justicia que el bloque Capital fue el responsable de una estela de violencia que incluyó extorsiones y asesinatos. Las indagaciones judiciales al respecto, sin embargo, no ha sido tan fructífera como se espera ante un asunto tan delicado.

En mayo de 2012, en una entrevista con el portal Verdad Abierta, Mi Sangre afirmó que, por instrucciones de Carlos Castaño, fue enviado a hablar con el jefe paramilitar de los Llanos Miguel Arroyave y con el condenado narcotraficante Ángel Gaitán Mahecha, en busca de conseguir apoyo para estructurar el bloque Capital. El propósito: “Izar nuestra bandera en la capital de la República, hacer presencia política, lograr un posicionamiento. Allá estaban las Farc y nosotros teníamos que estar ahí también”. Con la ayuda, aseguró él, de miembros de la Policía. Y de políticos. En entrevista con La FM semanas después de su captura, Mi Sangre reveló que se había reunido con congresistas y que, personalmente, les había entregado cientos de millones de pesos.

Según organismos de inteligencia, no obstante, su rol siempre ha ido más allá de los temas políticos. Uno de los considerados narcotraficantes ‘colados’ en el proceso de desmovilización de los paramilitares, Juan Carlos El Tuso Sierra, declaró ante la Corte Suprema de Justicia en 2011 que en una ocasión tuvo que esconder a Mi Sangre en su finca en Ralito (Córdoba) para que los jefes de la Oficina de Envigado Carlos Mario Aguilar, alias Rogelio, y Diego Murillo Bejarano, alias Don Berna, no lo asesinaran. Según la Fiscalía, Mi Sangre se desmovilizó con el bloque Centauros, creado por la casa Castaño para operar en Meta y Guaviare. La historia del paramilitarismo ha documentado que el interés de los Castaño en esa región era, principalmente, el control de los cultivos ilícitos.

Luego, aliado con Daniel Rendón Herrera o Don Mario, habría llegado al hoy llamado clan Úsuga. Los abogados de Mi Sangre niegan tajantemente que exista prueba alguna que lo relacione con esa organización ilegal. La historia de Mi Sangre encierra la paradoja de por qué, si era un narcotraficante de tan alto perfil, nunca existió en Colombia una orden de arresto en su contra por tráfico de estupefacientes. No se entiende tampoco por qué, a pesar de haber sido capturado en noviembre de 2012, apenas en diciembre del año pasado la Fiscalía empezó a tramitar con la justicia argentina los permisos necesarios para escucharlo. Los trámites continúan y hace poco una videoconferencia fue suspendida.

El abogado de Mi Sangre, Carlos Broitman, señaló que la estrategia a la que está apuntando es a conseguir que el fiscal de la Corte de Florida que emitió la acusación contra López Londoño vaya a la cárcel de Eneiza a hablar con él personalmente y a recibir las pruebas que López Londoño, asegura, le entregaría. El objetivo final, de hecho, es que EE.UU. desista de su interés de extraditar a Mi Sangre. “La información que dice tener él quiere que muera con él, y por eso está pidiendo refugio en Argentina. Salvo si viene algún representante de Justicia y Paz, él va a responder en forma libre lo que le pregunten sobre lo que sabe de políticos, de la Fuerza Pública, de empresarios. Es decir, del ‘establishment’”, concluye el litigante.

 

dduran@elespectador.com

@dicaduran

Por Diana Carolina Durán Núñez

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